Días antes de iniciar el rodaje de Un amor (Isabel Coixet, 2023), el equipo de la película recibió una visita inesperada. La de Karen, una pointer que había sido abandonada y que la responsable de localizaciones, Karen Oliva, recogió para posteriormente notificar a la Guardia Civil y a la Asociación Protectora de Animales de La Rioja (ApaRioja). Corrían los últimos días de marzo y el aviso de los trabajadores sirvió para que la protectora pusiera un anuncio en redes buscando una nueva familia a la perrita.
Lo curioso de la anécdota es que en la producción de Coixet la presencia de las mascotas es fundamental. En ella aparecen un gato y dos perros. Uno de ellos, de hecho, era la mascota de Oliva. Como en Un amor, son muchas las películas que incorporan en su elenco a animales para dotar de realismo y conferir un plus emocional a las historias.
Sin embargo, el mundo del cine no siempre ha sido un destino agradable para ellos. Antes, ni las producciones hollywoodenses ni la propia American Humane Association —encargada de supervisarlas en esta materia— estaban libres de las acusaciones de maltrato animal. Ahora, la sociedad hace una revisión de los casos más flagrantes que han marcado un antes y un después en la forma en que se trata a estos curiosos actores.
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Las asociaciones animalistas se reafirman más implicadas que nunca, la legislación está cambiando y el debate terminan de servirlo producciones como la de Gladiator 2 (Ridley Scott), a la que la oenegé People for the Ethical Treatment of Animals (PETA) declaró la guerra el pasado mes de julio tras acusarla de maltratar animales en el rodaje.
Hollywood reabre el debate
Hace unos días, la secuela completó su fase de producción y se prepara para saltar a la arena en otoño de 2024. Ridley Scott suspira tranquilo: ha conseguido que la continuación de su película más aclamada llegue a la postproducción. Lo ha hecho en medio de la huelga de actores sindicatos de la SAG-AFTRA —que paralizó su producción durante meses— y las protestas de la organización sin ánimo de la PETA después de que saliera a la luz la noticia de que un caballo se había torcido una pata en el set.
Ocurrió el pasado mes de junio y los medios se hicieron eco de ello después de que la oenegé remitiera dos misivas afeando el trato que el equipo del cineasta podría estar dando a los primates que se estaban utilizando para las escenas. En el primer escrito, solicitaron que se dejasen de utilizar animales vivos en la película, alertando de los problemas que experimentan algunas especies al ser sometidas a comportamientos y enfrentamientos abusivos. Sin embargo, los desajustes en el rodaje y las reticencias a usar CGI invitan a pensar que no se han hecho caso a las quejas de la PETA.
Aún sin fecha de estreno confirmada, Gladiator 2 se ha ganado el rechazo de los grupos animalistas, que temen que en 2024 pueda repetirse un caso como el de La vida de Pi (Ang Lee, 2012). En la película, ganadora de cuatro Óscar y de 609 millones de dólares en ingresos de taquilla mundial, se utilizaron cuatro tigres y uno de ellos estuvo al borde de la muerte por ahogamiento. "Fue un accidente", tuvo que expresar públicamente Lee después de que The Hollywood Reporter publicara extractos de una conversación por correo entre el cineasta y la monitora de la American Humane Association, Gina Johnson, donde hablaban de lo sucedido.
"La semana pasada casi matamos a King en el tanque de agua", le escribió Johnson en abril de 2011. "La toma salió mal y se perdió tratando de nadar [casi se ahoga]. Creo que esto es evidente, pero no lo comentes a nadie, especialmente a la oficina", recordaba a Lee en el correo. La AHA es una organización no gubernamental creada en 1939 cuyo trabajo es monitorizar el trato que reciben los animales en las producciones. Era, en pocas palabras y desde 1939, la encargada de otorgar la conocida etiqueta 'Ningún animal resultó herido en el rodaje de esta película', lo que provocó una gran indignación en Estados Unidos.
En cualquier caso, de aquello han pasado ya más de 12 años y la legislación ha ido endureciéndose para garantizar su protección tanto en la hollywoodense como en el resto de industrias. Incluida la de España. En el 2001, la productora de Pedro Almodóvar, El Deseo, fue denunciada por Amnistía Internacional ante la Dirección General de Agricultura de la Comunidad por "someter a sufrimiento real y posterior muerte" a cuatro toros para el rodaje de Hable con ella (2002).
En efecto, para la que es considerada una de las mejores películas del manchego se lidiaron a los animales durante el rodaje en Aranjuez y Brihuela, pero "siguiendo todos los pasos con la ley en la mano", explicaron fuentes de El Deseo a La Voz de Galicia entonces. Sin embargo, hoy cuesta imaginar un escenario en el que ese tipo de rodajes puedan salir adelante.
Así se regula en España
En España, el uso de animales en actividades culturales y festivas está regulado en la ley 7/2023 de 28 de marzo, la Ley de Bienestar Animal. En concreto, el artículo 62 fija que la inclusión de estos en espectáculos escénicos y filmaciones de cine o de televisión requiere una declaración responsable ante la autoridad competente.
En esta se recogen los datos de identificación de los animales que participan, los tiempos de representación, las condiciones físicas que garanticen su bienestar en el transcurso del rodaje y los de las personas encargadas de velar por ello. Además, la legislación insiste en utilizar alternativas tecnológicas, como el CGI, siempre que sea posible. También establece que cuando los animales provienen de fuera de España deberán contar con las autorizaciones correspondientes para importarlos.
Atendiendo al caso de los animales que participan en escenas en las que se refleja crueldad, la ley exige llevarlas a cabo de forma simulada y evitando exponerlos a situaciones de estrés. Igualmente, en las filmaciones debe acreditarse la presencia de veterinarios especializados en las especies que vayan a aparecer, para que corroboren que no han sufrido, y en la pantalla debe especificarse que las escenas son simuladas.
Con la ley, explica a Confilegal la abogada Adriana Rodríguez, se pretende "implementar mecanismos legales con el fin de fomentar la protección animal, estableciendo un marco común en todo el territorio nacional". La Ley de Bienestar Animal establece un marco común de derechos y obligaciones de ámbito estatal que las propias Comunidades pueden ampliar a través de sus propias normas.