Exit Strategy (o estrategia de salida, en español) es el nombre de un pequeño pueblo construido en las inmediaciones del río Llano en Texas. “Tiene nombre de secta suicida”, indica en el The US Sun uno de sus habitantes. Sin embargo, para las cuatro parejas que viven allí se trataría más bien de “un remanso de paz, de un hogar”.
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Los moradores de las cuatro casitas de 37 metros cuadrados que conforman el Llano Exit Strategy son amigos desde hace más de tres décadas. Y, en plena hecatombe económica y financiera de 2008, decidieron que no querían envejecer en la ciudad en la que vivían. Austin (Texas, EEUU) se había convertido en un lugar estresante que les impedía estar en contacto con la naturaleza.
Por eso, se pusieron manos a la obra en busca y captura del lugar perfecto para construir ese hogar ideal en el que envejecer los ocho juntos. Cuando encontraron la parcela cercana al río Llano, a las afueras de la urbe estadounidense, no dudaron en comprarla y llamar al arquitecto Matt García. Fue él quien, por apenas 40.000 dólares por cada casa, diseñó lo que ahora es todo un ejemplo de comunidad sostenible.
Más de una década después, las cuatro parejas de amigos utilizan su Bestie Row, como lo han rebautizado los medios en Estados Unidos, como hogar de vacaciones. Cuando no lo están ocupando, se lo alquilan a todos aquellos que quieren huir momentáneamente del bullicio de la ciudad.
Las minicasas 'eco'
Las minicasas se han convertido en todo un movimiento en Estados Unidos. En un país en el que las viviendas suelen ser unifamiliares y las ciudades difusas, este tipo de construcción lleva desde hace más de una década llamando la atención de los más ecologistas.
El grupo de amigos de la Exit Strategy se enteraron de que las minicasas existían y decidieron que ese era el futuro que imaginaban: los ocho viviendo como vecinos en armonía con la naturaleza.
Como su idea era poder pasar tiempo juntos y compartir tareas, junto a García decidieron construir cuatro unidades de menos de 37 metros cuadrados, con espacios privados para cada pareja. A esto le sumaron una casa comunal en la que cocinar, comer, cenar, ver la tele o pasar el tiempo juntos.
Cada cabaña, como las llaman sus dueños, está personalizada para cada pareja. Todas están configuradas como espacios abiertos con grandes ventanales que optimizan el uso de luz natural. Todas tienen, además, vistas al río Llano, que bautiza su pequeño pueblo.
Para combatir el clima de Texas, extremadamente caluroso, las casitas están completamente aisladas y sus tejados están construidos de tal forma que acumulan poco calor durante el día. También recogen y almacenan el agua de lluvia para usar en las cisternas.
Los baños están construidos con materiales reutilizados y reciclados. Así, estas minicasas irrumpen en el entorno natural sin dañarlo y con un impacto bajo en el medio ambiente.