Unas aguas que describen como tan rojizas como la propia sangre. Cualquier animal que decide darse un baño en las aguas del lago acaba calcinado, como si la mirada de Medusa los hubiera fulminado. Hay muchas masas de agua fascinantes en el mundo, pero ninguna como Natron, un lago de agua salada al norte de Tanzania que limita con el estratovolcán Ol Doinyo Lengai.
El fotógrafo Nick Brandt es uno de los que ha podido capturar la belleza de este mortífero infierno natural. "Inesperadamente, encontré las criaturas —todo tipo de aves y murciélagos—, arrastradas por la corriente a lo largo de la orilla del lago Natron".
En su libro Across the Ravaged Land (Abrams Books, 2013), ofrece una visión más oscura de un mundo manipulado por los humanos, donde muchas especies de animales están desapareciendo. E incluye en sus páginas fotografías de aves petrificadas.
[Cómo es la vida en la ciudad más alta del mundo: un lugar sin ley a más de 5.100 metros de altura]
"Nadie sabe a ciencia cierta cómo mueren exactamente, pero... el agua tiene un altísimo contenido en sosa y sal, tan alto que arrancaría la tinta de mis cajas de película Kodak en pocos segundos", asevera el profesional de la imagen. Una posible explicación está en la apariencia del lago: el reflejo de su superficie podría desorientar a las aves que terminan chocando con las aguas.
"La sosa y la sal hacen que las criaturas se calcifiquen, perfectamente conservadas, ya que se secan. Tomé estas criaturas como las encontré en la costa, y luego las coloqué en posiciones ‘vivas’, trayéndolas de vuelta a la ‘vida’, por así decirlo. Reanimadas, vivas de nuevo en la muerte”, explica en su obra.
Más rojo que la sangre
Lo que más llama la atención de esta masa de agua es que en ocasiones se tinta de un distintivo color rojizo. Pero ¿qué explicación tiene esto? Pues se debe a las algas y microorganismos que se encuentran en sus profundidades. Estas especies le otorgan un color rojo (o naranja intenso) gracias al contacto con las aguas alcalinas del lago. Todo apunta a un culpable: un alga verde azulada, la espirulina, con pigmentos rojos.
Esta coloración también afecta a la biodiversidad terrestre del entorno. Y más particularmente a los flamencos enanos (Phoeniconaias minor), que a menudo se visten de rosa. Estas aves neognatas se alimentan de espirulinas que acaban transmitiendo sus pigmentos.
[Cómo viven en el lugar habitado más remoto de la Tierra: se tarda hasta un mes en llegar desde España]
Durante la época de cría, más de 2 millones de flamencos utilizan este lago como refugio. Además, en las épocas más secas, colocan sus nidos en los pequeños islotes que se forman a lo largo y ancho del lago. Así, estas aves merodean en las inmediaciones de un edén, que por sus características disuade a los depredadores de acercarse.
La sal sí mata
Otra característica que lo hace especial es su alto grado de salinidad. El lago Natron es uno de los dos lagos de aguas alcalinas de la región —el otro es el Lago Bahi—. En el caso de Natron, sus aguas son tan erosivas que pueden quemar la piel y los ojos de algunos seres vivos. Los puede hasta convertir en piedra.
Cuando sucede esto, se produce un fenómeno muy similar a la momificación egipcia. El alto contenido salino se erosiona, y se endurecen los cuerpos de los pájaros, haciendo que parezcan estatuas de piedra.
Las aguas alcalinas del lago Natron contienen una alta cantidad de sodio procedente de las colinas que lo rodean: las aguas tienen un pH medio de 10.5. En términos comparativos, hay que tener en cuenta que la piel humana tiene un pH 5,5, y el agua de mar un pH 8. Pero esto no lo convierte en la masa de agua más salada del mundo, ese récord lo tiene el estanque Gaet'ale (Etiopía).
Caliente como el infierno
Los flamencos enanos tienen una piel adaptada a las aguas salinas. Pero para los humanos es otra historia: tenemos la piel muy delicada y blanda. Si metiéramos el brazo, nos ardería. Pero no solamente por la sal. Las aguas del lago alcanzan una temperatura de 60 grados centígrados.
Es un lago sereno que impresiona por su belleza y por la presencia de los flamencos, pero su existencia ha estado amenazada por un proyecto de planta hidroeléctrica que lleva suspendido desde 2013.
No existen mecanismos para la protección de este remoto lago (que no fue descubierto por los europeos hasta 1954) ni para la abundante población de flamencos enanos, que son muy sensibles a las condiciones medioambientales.