A principios de siglo, Japón adoptó a uno de sus pandas más queridos; 24 años después, llora su muerte. Tan Tan, la abuela osa más famosa del país, ha fallecido en la ciudad de Kobe —al oeste—. Con su partida, a una edad récord que en un ser humano equivaldría a 80 años, los nipones están de luto. También lo está China, de donde proviene: su esperanza por recuperar a uno de los animales que marcaron el lado más entrañable de la diplomacia asiática ha terminado este 1 de abril.
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Tan Tan nació en un centro de cría en la provincia de Sichuan en 1995; al tiempo, esta fue trasladada al archipiélago japonés como parte de un programa de reproducción compartido por ambas naciones para proteger a esta especie, una de las más vulnerables del reino animal.
El panda gigante enfrenta grandes dificultades a la hora de reproducirse, como consecuencia de la pérdida de hábitat, la endogamia y el hecho de que las hembras tienen un período fértil que apenas supera las 36 horas al año. El zoológico de Kobe la inseminó dos veces de Kou Kou, el macho con el que solía convivir en las instalaciones, pero ninguna de las dos crías sobrevivió.
Después de que su compañero muriera en 2010, Tan Tan se convirtió en el único miembro de su especie en habitar en las instalaciones niponas. Su estancia en ellas mostró durante años el lado más amable de las relaciones que la República Popular China ha tratado de mantener con Japón como parte de su llamativa estrategia de 'diplomacia panda'.
¿El fin de la 'diplomacia panda'?
Desde mediados del siglo XX, los pandas gigantes han sido utilizados como obsequio para fortalecer los lazos políticos de Pekín con otras naciones, mejorar su imagen internacional y proteger, de paso, a uno de sus animales más queridos. Los comienzos de esta práctica remontan a 1950, cuando la dirigencia china comenzó a regalar pandas a los países aliados.
En 1972, la extendió a otros estados occidentales, principalmente Estados Unidos. Además, hasta 1998, los pandas eran entregados a modo de préstamo, es decir, se alquilaban a países considerados de interés para su política exterior con la condición de que, si en el momento en que los animales residían en los zoológicos de acogida tenían una cría, esta pasaría a ser también propiedad de China.
"La diplomacia panda se utilizó de manera muy eficaz para hacer que China pareciera no solo más amigable, sino también más familiar para la gente. Para, en cierto modo, permitir que China reingresara a la sociedad global", cuenta la experta en política china Mary Gallagher, profesora de la Universidad de Michigan, a la BBC.
Hoy, asegura la investigadora María Cristina Rosas en un estudio, los tiempos han cambiado: "El mundo quiere acceder al mercado chino. La 'diplomacia panda' ve un escenario inmejorable en el que el país primeramente externa a sus socios lo que desea de ellos, ofreciendo, a continuación, el préstamo de los icónicos mamíferos. Esta es una de las aristas del poder suave".
Una de sus últimas protagonistas
Tal como se preveía en el programa de reproducción, Tan Tan debía regresar a China en enero de 2020. Sin embargo, su marcha fue pospuesta por el estallido de la pandemia de covid-19. En 2021, la osa comenzó a recibir tratamiento por una enfermedad cardíaca y se optó porque permaneciera en Japón debido a los riesgos que entrañaría el traslado. También fue retirada de la vista pública un año más tarde para que pudiera recuperarse con tranquilidad.
Mientras tanto, la población local, que cariñosamente acogió al animal con apodos como 'kobe no ojousama' —'la querida de Kobe', si se traduce al castellano—, esperaba una recuperación que nunca llegó a producirse. Su estado de salud fue empeorando con el tiempo, hasta que falleció el pasado domingo tras un paro cardiopulmonar, según recogió el diario local de Kobe.
El adiós a Tan Tan se produce en un momento en el que la 'diplomacia panda' también parece estar de despedida. Como ya informó ENCLAVE ODS el pasado noviembre, los contratos que el país firmó con otros países como muestra de amistad y cooperación están expirando sin renovación. Recientemente, Japón, Estados Unidos y Países Bajos han tenido que devolverle algunos de sus animales nacionales. Otros, como Reino Unido y Australia, pronto tendrán que sumarse a esta lista.
El fin de estas asociaciones se produce al mismo tiempo que hay un deterioro en las relaciones entre China y los países occidentales, que refleja cambios en la política exterior china. La lista de puntos de tensión es larga e incluye disputas comerciales e imposición de aranceles, rivalidades en el sector tecnológico, conflictos territoriales en el mar de China Meridional y acusaciones de espionaje, entre otros.