Raquel Nogueira Elena Pérez

La industria de la moda está en una encrucijada. Regulatoria, ambiental y, también social, ya que los cambios a los que se enfrenta hoy y en los próximos años darán forma al futuro de un sector que quiere ser sostenible, pero aún necesita impulso para conseguirlo. En este sentido, la Unión Europea se ha marcado metas, como que todas las prendas sean reciclables y producidas en condiciones que respeten el entorno; o la creación de un pasaporte digital que añada transparencia a la cadena de suministro. 

Todos estos fueron temas en torno a los que orbitaron las reflexiones de la 11ª Jornada de Moda Sostenible que acogió el Real Jardín Botánico del CSIC (Madrid) el 6 y 7 de junio. Organizada por Slow Fashion Next —organización que, desde 2011 y con Gema Gómez a los mandos, divulga y promueve proyectos eco en el textil— esta cita anual desgranó los desafíos que representa esta transición para la industria, con la participación de más de 40 ponentes, entre ellos, diseñadores, emprendedores y periodistas especializados en sostenibilidad.

"Sostenibilidad es sinónimo de oportunidad". Ese fue uno de los mensajes que abrieron el acto, donde se reivindicó la promoción de un IVA verde y de la compra pública ecológica a la luz de las recientes legislaciones que afectan al sector. Además, como defendieron los tres ponentes Bruno Ruiz, al frente de la Fundación Biodiversidad, Ana María Sanz, del gobierno de Aragón, o Isabel López Rivadulla, de Signus Ecovalor, pese a desarrollarse en mundos a priori distintos, coincidieron en la necesidad de promover un emprendimiento acompañado, donde la colaboración público-privada sirva como motor de empleo verde y transformación.

Un cambio de paradigma

Las pymes son esenciales para el textil español, pero la pulsión innovadora también tiene que verse en las administraciones. Hasta en las más pequeñas. Y eso tiene que reflejarse tanto en trámites burocráticos más fáciles de digerir como en la escucha a las necesidades e ideas ciudadanas. Por eso, la jornada también se enriqueció con las lecciones de Juan Jesús Nevares, que habló en representación de Husillos, un pueblo de 393 habitantes cuyos proyectos vinculados a la moda sostenible aspiran a ser punta de lanza y reactivar el negocio de la lana de Palencia junto a los emprendedores que quieran unirse a ellos.

"Creemos el entorno necesario para empezar a tejer redes", reivindicaban en la mesa, tras la que fue otra moderada por Charo Izquierdo, directora de esta misma sección en EL ESPAÑOL. La periodista se sentó a compartir reflexiones con Fernando Valladares, quien apostó por aumentar la implicación de los jóvenes: "Nos hemos cargado el 45% de la superficie terrestre, tenemos que dejarnos los sermones en casa y ser más flexibles a lo que ellos reclaman".

Al investigador del CSIC, que abogaba por someter la moda a un proceso de recivilización, se sumaban las voces de Papo King, emprendedor; Raúl González. fundador de ECODICTA; y Aecio Dantas, de SILBON, que coincidieron en la necesidad de "reducir nuestro impacto para dar tiempo" a que se desarrollen herramientas para mitigar el impacto del cambio climático. Porque, recordaron, "no sabemos cuánto van a aguantar los ecosistemas si seguimos tensionándolos sin darles capacidad de regeneración". 

¿Realmente existe algo tal como la moda sostenible? La pregunta que muchos formularon aún, quedó claro en la jornada, no tiene una respuesta que lo sea tanto. Eso sí, "lo que hoy es sostenible puede no serlo dentro de 10 años", también se escuchó decir a Ana de Santos, colaboradora de ENCLAVE ODS que insistió, como sus compañeras de mesa, en que lo que es bueno para nuestro cuerpo es bueno para el planeta.

En 2024, pese a que cada vez hay una mayor concienciación —pero también riesgo de greenwashing—, el sector tiene un problema de volumen que desciende, irremediablemente, al consumo. La misma moda que, como se defendió en la cita, debería ser reflejo personal de uno mismo y comenzó para suplir una necesidad de vestimenta, ha acabado alimentando uno de los sectores más contaminantes del mundo. Por eso, "esta se tiene que transformar motu proprio, aunque los legisladores lleven a cabo acciones al respecto". 

Esa transformación, se defendió en las jornadas, tiene que estar orientada a la reducción de la producción, y, por supuesto, a un cambio de mentalidad que devuelva el respeto por las prendas, a través de certificados como el FSC. Este, como explicó Gonzalo Anguita, garantiza que los tejidos de origen forestal —como el rayón, la viscosa, el modal o el lyocell— cada vez más presentes en la industria procedan de bosques gestionados desde el respeto al medio ambiente.

Cartel promocional de la 11ª jornada de Slow Fashion Next. Cedida

La digitalización es otro vértice fundamental en la transformación de la cadena de valor. En el mundo de la moda, la tecnología blockchain puede revolucionar la forma en que se rastrea la cadena de suministro y se asegura la trazabilidad de las prendas. Según Jesús Sánchez, CEO de Unknown Gravity, su potencial reside en que "la información es transparente y toda la que entra se queda para siempre", lo cual, como garantía de fiabilidad, ha hecho que gigantes del sector, sirva Adidas como ejemplo, hayan apostado mucho por esta herramienta en los últimos años.

Como él, los ponentes Bárbara Julián, técnico comercial del software APEXFizMateu Iglesias, director de Marketing en Penélope —creadores de potentes programas para el diseño, producción y simulación de tejidos que "ahorran tiempo y recursos"— y Carmina Ferri, fundadora de Care Applications aseguraron que el futuro de la industria se verá muy marcado por la tecnología, que no deja de evolucionar incluso en las últimas etapas en el ciclo de vida de los productos.

El Real Jardín Botánico también sirvió como escaparate de los proyectos de Moda Re-Signus EcovalorIscatex Chile Back to Eco e Infinit Denim. En su mesa, se lanzaron ideas como la de que "lo que para una industria es un residuo, para otra es un recurso", así como insistieron en la necesidad de apostar por el ecodiseño, porque "de nada nos sirve tener montado un sistema de recogida y tratamiento si después los productos no se pueden reciclar". Monomateriales, tejidos fácilmente reciclables y, de nuevo, reducción de la producción fueron sus tres apuestas en la transición hacia el net zero en la industria. 

Lana para el alma

La lana, tal vez, no sea solo el pasado del textil, sino el futuro. Así, al menos, se pudo leer el segundo día de la 11ª Jornada de Moda Sostenible. Este material natural supone el 1% de la producción de fibras mundial; sin embargo, podría decirse que es la fibra mejor ecodiseñada. En España somos líderes en su producción de la UE desde que el brexit británico.

“En País Vasco tenemos más de 700 toneladas de lana con las que no se hace nada, y eso que es parte fundamental de la cultura vasca. Dejó de utilizarse hasta tal punto que no la quiere nadie, ni siquiera los pastores”, explicó María Clé Leal, creadora de Latxa: Basque Wool.

Y es que la lana, una fibra que en nuestro país se produce anualmente en la ganadería, se considera en muchas ocasiones como un residuo y acaba en la basura. Ahora, el reto es revalorizarla, según Yurre Peñagarikano, de Ukrome; algo que, dice, se ha empezado a conseguir en Gipuzkoa con proyectos como el que ella lidera, pues toda la cadena de valor se ha puesto manos a la obra para ello.

Pero la lana, a fin de cuentas, es solo un ejemplo de una de esas fibras que pueden tener mil vidas, que duran y que forma parte de esa economía circular que, como se mencionó en las jornadas, aún es escasa en su forma más pura. Porque para que ese concepto —economía circular— sea completamente real el círculo, valga la redundancia, tiene que cerrarse.

Por eso, dijo la consultora Pilar Prior, “no hay que estar orgulloso de reciclar, sino de no generar residuo”. El “sobreconsumo y la sobreproducción generan residuo”, y eso, “hay que empezar a verlo de otra manera”, explicó Ramón Cobo, pastor y creador de Wooldreamers.

De ahí que reivindicase que “se cambien las fibras sintéticas por la lana”, porque “no tiene sentido que produzcamos y reciclemos fibras sintéticas cuando en nuestro país al año se tiran toneladas de fibras naturales, como es la lana”.

Y lino para la tierra

Parecido con lo que ocurre con la lana, sucede con el lino. Así lo explicó Gema Gómez, de Slow Fashion Next, organizadora de la jornada. Ella fue la que introdujo esta fibra natural en la conversación y recordó que “antes, en el norte de España se producía mucho lino” y “podemos hacer una realidad que eso vuelva a ocurrir”. Sería un nicho de mercado sostenible que podría marcar el futuro de la moda en nuestro país.

Una industria que, a nivel mundial, se recordó durante la jornada, es responsable de del 20% del agua contaminada del mundo, según la ONU. Por eso, se explicó durante la mesa sobre cómo tener éxito sin morir en el intento, la labor de las marcas va más allá de que los consumidores “se enamoren” de sus piezas. “Tenemos que cuidar todo lo que implica crear una prenda”, matizó Maia Curutchet, directora creativa en SKFK.

Cuestión de regulación

Algo que se repitió una y otra vez durante ambas jornadas de debate fue la urgente necesidad de una regulación clara en materia medioambiental, pero también que ponga más énfasis en el aspecto social y de los derechos humanos del sector textil. Y es que, indicaron los expertos reunidos en varias mesas, queda mucho por hacer.

“Apoyándose en el ruido que ha habido en toda Europa, la Ley de Restauración de la Naturaleza se paralizó, por ejemplo. Me sorprendió la desinformación que hubo”, dijo Amanda del Río, de Global Nature, quien fue asesora del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco) durante la transposición de dicha norma.

Esta ley, matizó, “hablaba de la renaturalización de las ciudades, y de mejorar la agricultura y la pesca”. En ningún caso, indicó, de “empobrecer al campo” como se sugirieron algunos grupos negacionistas durante las protestas de principios de año.

Lo que quedó claro durante estas jornadas de moda sostenible es que ya no se puede hablar “solo” de conservación. Es imperativo hablar de regeneración.

E Isabel Fernández, de Mighty Earth, puso un ejemplo claro de cómo la desprotección de algunas zonas del planeta afectan a todos: “La Amazonía ahora es el espacio mimado y las industrias se están moviendo a otros ecosistemas” brasileños que son los que están sufriendo y de donde viene prácticamente todo el algodón, por ejemplo, que consumimos en Europa.

La conclusión final de la 11ª Jornada de Moda Sostenible de Slow Fashion Next es clara: la industria textil está evolucionando y transformándose. Cada vez son más los actores que buscan ser más respetuosos con la naturaleza. Pero no sin olvidar, como se recordó durante sendos días, que la sostenibilidad también va de personas y economía. Una marca o un proveedor no podrá desarrollar su labor de manera sostenible si no aporta, además, a la sociedad en la que se encaja.