En 2023, España vivió 24 días de ola de calor. En 2022, la cifra ascendió a 41. Según Aemet, el verano de 2024 no espera ser mejor. Según eltiempo.es, además, las anomalías térmicas en los próximos meses podrían llegar a los 2 °C por encima de los valores habituales, especialmente en el interior del país.
Las danas y las precipitaciones extremas, además, también golpearon España el pasado año. Y, previsiblemente, vuelvan a hacerlo este. Las inundaciones y las olas de calor suceden cada vez con más frecuencia en un planeta cada vez más cálido. Y nuestro país, además, se encuentra en una encrucijada: cada vez se espera que el clima sea más árido, seco y caluroso.
A pesar de ello, parece que aún no hemos aprendido a enfrentarnos a estas situaciones. O, al menos, así lo indican las primeras conclusiones del proyecto Resiliencia comunitaria ante riesgos climatológicos, llevado a cabo por Cruz Roja España y la Z Zurich Foundation. “En España no sabríamos afrontar un desastre climático en las ciudades”, asegura el informe que han realizado ambas entidades. Y probablemente, usted tampoco supiese. ¿O sí?
Porque, asegura María del Mar Pageo, presidenta de Cruz Roja española, no se puede olvidar que los desastres naturales propiciados por el calentamiento global “nos afectan, en mayor o menor medida, a todos y todas”. Y es que, recuerda, la crisis climática es la mayor niveladora, pues los fenómenos extremos son “de las pocas cosas” que diluyen “la línea que separa a los más y a los menos vulnerables”.
De ahí que la Z Zurich Foundation se uniese a Cruz Roja para poner en marcha un proyecto de tres años para, en dos ciudades piloto (Madrid y Valencia), evaluar qué es necesario para que la sociedad, las personas, pero también las Administraciones, estén más concienciadas y comprendan el riesgo que suponen las olas de calor y las inundaciones.
Un proyecto pionero
La idea detrás del proyecto, explica Vicente Cancio, CEO del Grupo Zurich en España, es que se ponga sobre la mesa el cambio climático y “cómo nos preparamos para afrontarlo” desde “lo colaborativo”, “la comunidad”. Especialmente, matiza, ahora que parece que el rumbo del mundo va “a la contra”, con cada vez más guerras y negacionismo climático.
Al final, indica Pageo, esta colaboración surge para que se visibilice la “urgencia” del “trabajo en gestión de riesgos de desastres”. Porque, indica la presidenta de Cruz Roja, “no importa cuán desarrollados estén los sistemas de protección civil, la formación de la población es imprescindible para su gestión y solo podrá tener éxito con una acción colectiva”.
El programa de resiliencia climática urbana, bajo cuyo paraguas se encuentra el estudio Resiliencia comunitaria ante riesgos climatológicos, tiene, dicen desde Cruz Roja, un objetivo claro: “Formar a la población española para que pueda gestionar los riesgos, en concreto inundaciones y olas de calor”, indica Pageo. Y no solo en España, sino también en ciudades de Australia, Malasia, Italia, Turquía y Reino Unido.
Pero ¿en qué consiste esa gestión de riesgos? De una manera sencilla, asegura Pageo, no es otra cosa que “lograr que cuando haya una emergencia por inundaciones u olas de calor las personas sepan qué hacer”. Porque si algo hay claro es que “no podemos evitar la próxima ola de calor o la próxima inundación, pero sí podemos minimizar el riesgo que suponga para nosotros”.
Cómo sobrevivir a un desastre
Si usted tuviera una emergencia financiera repentina, ¿tendría suficientes ahorros para cubrir un coste equivalente a los gastos de una semana? ¿Podría asumir la factura de la luz si tuviese que tener el ventilador (o el aire acondicionado) encendido buena parte del día? ¿Está su hogar bien aislado del frío y del calor?
¿Sabría cuándo los miembros de su hogar y usted deberían evacuarse de forma segura en una inundación? ¿Conoce las acciones correctas para protegerse a usted y a su hogar del agua insegura después de una inundación?
Si recibiera una alerta temprana de ola de calor, ¿podría utilizarla para tomar medidas de protección o prevención? ¿Podría acudir a un vecino si necesitase ayuda para protegerse de una inundación o una ola de calor?
Todas estas preguntas, y muchas más, son las que la Fundación Zurich y Cruz Roja le han hecho a más de 28.000 beneficiarios de 7 barrios de Madrid y Valencia que han servido de una suerte de muestra poblacional. Los vecinos de San Cristóbal y Vistalegre, en Madrid, y Marxalenes, Ciudad jardín, L’amistat, Ayora y La Punta, en Valencia, han sido los encargados de tomarle la temperatura a la gestión de riesgos en nuestro país.
La clave, explican desde Cruz Roja, para sobrevivir a un desastre climático está en la preparación. Saber qué hacer es vital. Y, sobre todo, asegura Íñigo Vila, director de la Unidad de Emergencias de Cruz Roja Española, es fundamental “tener memoria histórica”. Es decir, recordar las inundaciones, las danas, las olas de calor y otros fenómenos extremos que nos han venido golpeando año tras años y a los que nos hemos tenido que adaptar.
Es esencial, explica Vila, que la población deje de interiorizar ese mensaje de “aquí no va a pasar”. Porque sí puede ocurrir, y de una manera más frecuente de la que estamos acostumbrados.
Y para sobrevivir a ese desastre climático que es una ola de calor o una inundación, y que tanto amenazan a España, la clave está en las alertas tempranas. Este es el primer paso que Cruz Roja propone para mantenernos seguros.
Para estar preparado, aconsejan desde la oenegé, lo mejor es suscribirse a los sistemas de alerta de su área para recibir notificaciones instantáneas. El segundo paso, explican desde Cruz Roja, está en crear un plan familiar de emergencia, para que todos los miembros del hogar sepan qué hacer en caso de, por ejemplo, una inundación.
Desde la entidad, además, insisten en que este plan incluya puntos de reunión y contactos de emergencia. Por último, explican, es vital contar con un kit de emergencia con suministros esenciales como agua, alimentos no perecederos, linternas y un botiquín. Además, recomiendan saber a qué vecino acudir en caso de una emergencia, algo especialmente importante para los más pequeños y mayores del hogar.
Las conclusiones del estudio
Tras un año sentándose y charlando con las familias que forman parte de la muestra poblacional del estudio, Cruz Roja y la Z Zurich Foundation han recopilado las principales conclusiones sobre las que trabajarán durante los próximos dos años que dura este proyecto.
En general, son poco halagüeñas y demuestran que queda mucho camino por recorrer. Porque, como explica Vila, “las mentalidades no se cambian de la noche a la mañana” y, por tanto, requiere tiempo concienciar a la población de la urgencia de la resiliencia y, por ende, de la respuesta ante emergencias.
Por el momento, lo que queda claro es que “los hogares no tienen salud financiera”. Según el estudio, el 52% de las personas encuestadas no disponen de ahorros que les permitan afrontar imprevistos de ningún tipo. Y, especialmente, no tendrían suficiente dinero ahorrado como para cubrir un coste equivalente a los gastos de una semana.
“El acceso a fondos discrecionales es un indicador clave de la salud financiera de los hogares. Estos fondos representan la cantidad de dinero que queda después de cubrir los gastos necesarios, como vivienda, alimentación, transporte, y otros gastos esenciales. La capacidad de disponer de ellos permite a los hogares enfrentar imprevistos, invertir en educación, ocio, ahorro y otros objetivos financieros a largo plazo”, explica Vila.
La pobreza energética, además, es alarmante. Vila hace hincapié en que “la falta de energía asequible es un desafío plural que requiere un enfoque integral para abordarlo”. Y propone una combinación de inversiones en energías renovables, una mejora de la eficiencia energética, la creación de políticas de subsidios y educación y concienciación para “mejorar la calidad de vida y promover el desarrollo sostenible”.
El estudio plantea una serie de recomendaciones o soluciones a corto plazo al respecto centradas en la educación y concienciación. “Talleres de ahorro energético y campañas de sensibilización, mejorar la eficiencia energética con la adecuación de los hogares y la asistencia financiera con la revisión de facturas energéticas” serán los próximos pasos de la entidad en materia de pobreza energética.
El texto, además, alerta de la falta de información sobre recursos para la gestión de desastres. Y también pone el foco en que la ciudadanía ve necesarios más recursos para ello.
De la misma manera, las personas piden más participación en la toma de decisiones y gestión de crisis. Y Vila aclara: “¿Quiénes se consideran partes interesadas en la gestión del riesgo de olas de calor? Numerosos actores, que van desde agencias gubernamentales, proveedores de salud pública y atención médica, organizaciones comunitarias, proveedores de servicios sociales (por ejemplo, atención a personas mayores, apoyo a personas sin hogar o a migrantes), grupos industriales, organizaciones religiosas, medios de comunicación, servicios de emergencia y escuelas, entre otros”.
Todos ellos pueden participar, asegura el experto, “en la comprensión, planificación y sensibilización sobre los riesgos de las olas de calor e inundaciones, y en el desarrollo de estrategias de gestión este tipo de catástrofes (por ejemplo, campañas educativas específicas, equipos de respuesta comunitaria, comités de acción)”.
Además, el estudio revela la importancia de velar por los intereses de toda la comunidad y la necesidad de brindarles un mayor apoyo a los profesionales de emergencias.
Por otro lado, asegura que el 50% de las personas no sabrían cuándo evacuarse de forma segura ante una inundación. La mitad de los encuestados tampoco sabrían cómo protegerse del agua después de una inundación. De ahí que se demande, también, una mayor inversión en refugios e infraestructuras resilientes a las que poder acudir ante un calor o precipitaciones extremas.