"Cualquiera que sea la libertad por la que luchamos debe ser una libertad basada en la igualdad", dijo una vez Judith Butler, filósofa y feminista estadounidense. Abrir un texto sobre matrimonio igualitario con la cita de alguien que consideraba necesaria la subversión contra esta misma institución puede parecer arriesgado, pero lo cierto es que su frase aplica más que nunca en una semana como esta, en la que la comunidad LGTBIQ+ reivindica sus derechos mundialmente, aunque no en todos los países están aún garantizados al mismo nivel.
La cuestión del matrimonio entre personas del mismo sexo se convierte cada año en uno de los ejes centrales de estas manifestaciones. En ellas, siempre hay algo que reivindicar, pero también que celebrar: a mediados de junio, Tailandia se convirtió en el primer país del Sudeste Asiático en legalizarlo. El proceso legislativo, que ya ha pasado por el Senado y solamente requiere la firma del Rey para su ratificación, materializa un objetivo que su sociedad tiene pendiente desde hace más de 20 años.
Con esta noticia, el país con Srettha Thavisin como primer ministro se convierte en referente para el colectivo en la región, sumándose a los que actualmente reconocen este derecho y a otros en los que están permitidas otras formas de unión civil. EL ESPAÑOL desglosa el mapa del matrimonio igualitario en el mundo y analiza cómo ha sido el recorrido del mismo en España, donde puede celebrarse desde hace casi dos décadas.
Los países que han dado el 'sí, quiero'
En 1989, Dinamarca fue el primer país en reconocer a las parejas del mismo sexo, aunque con una ley de uniones civiles —tardó 23 años en adoptar una norma que reconociera el matrimonio tanto civil como religioso—. Así, el pionero fue Países Bajos, con una ley aprobada en septiembre de 2000 que entró en vigor el 1 de abril de 2001. Aquel año, el alcalde de Ámsterdam, Job Cohen, felicitó a las primeras cuatro parejas que se casaron en un día histórico. Ese momento marcó el comienzo de una lucha por la igualdad que llevó a una cascada de sí quieros en los países europeos.
También destacables son los avances en casa: en el año 2005, la ley española fue referente, la cuarta de todo el mundo, casi simultánea de Canadá, y dos años posterior a la impulsada por Bélgica, donde no se reconocería la adopción hasta 2006. El entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, alumbró la Ley 13/2005, de 1 de julio, por la que se modifica el Código Civil en materia de derecho a contraer matrimonio.
A medida que avanzaba el siglo XXI, más naciones comenzaron a seguir el ejemplo. Actualmente, 21 países europeos han aprobado leyes similares: Austria, Bélgica, Dinamarca, España, Estonia, Finlandia, Francia, Alemania, Islandia, Irlanda, Luxemburgo, Malta, Países Bajos, Noruega, Portugal, Reino Unido, Suecia, Eslovenia, Suiza, Andorra y Grecia.
No obstante, en una semana de reivindicaciones para la comunidad LGTBIQ+ como esta, también se mencionan aquellos que no han seguido este camino. Italia, por ejemplo, es el único país fundador de la UE que no reconoce todavía el matrimonio igualitario ni la adopción homoparental. Lo que sí posibilita desde 2016 es la unión civil con las mismas condiciones que tendría una pareja heterosexual, algo que también hacen otros 8 Estados en el Viejo Continente: Croacia, Chipre, Hungría, Liechtenstein, Mónaco, Montenegro, República Checa y San Marino.
¿Y qué pasa con los demás? Polonia acepta la convivencia privada y consentida con derechos limitados. Asimismo, aunque no permiten las uniones entre personas del mismo sexo, Bulgaria, Letonia, Lituania y Rumanía deben, por sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, reconocer los matrimonios entre personas del mismo sexo celebrados dentro de la UE y el derecho de residencia a los cónyuges de ciudadanos europeos. Sin embargo, esta sentencia no siempre se respeta, como ocurre en Rumanía, que nunca la ha implantado.
A pesar de estas reticencias todavía existentes en algunos países, las encuestas en los que han aprobado el matrimonio y la adopción homoparental revelan que al menos tres cuartas partes de la población aprueba estas uniones. En Países Bajos y en España, por ejemplo, los porcentajes de rechazo apenas llegan al 10%, pero buena parte de esa oposición es con relación al término "matrimonio", por sus vínculos con la religión, y no tanto por el hecho en sí mismo.
En América Latina, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) lleva años instando a los Estados a que reformen sus leyes para autorizar el matrimonio igualitario, rechazando precisamente los "argumentos religiosos" contra este tipo de uniones. El primer país en el que las parejas homosexuales pudieron oficializar su casamiento fue Argentina, con una ley que se hizo efectiva en 2010. Cuba fue el último en incorporarse a la lista en 2022. Junto a ellos, se encuentran Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Uruguay y Chile.
Asia y África se mantienen aún rezagadas en este aspecto. En el primer continente, solo Taiwán ha aprobado —en 2019 y por amplia mayoría- el matrimonio entre personas del mismo sexo— además de la recientemente celebrada incorporación de Tailandia. En Japón, aunque este no es legal, el gobernador de Tokio anunció en 2021 la intención de avanzar en una norma para garantizar estas uniones.
De los 54 Estados soberanos en los que se divide África, solamente Sudáfrica contempla el matrimonio igualitario, desde 2006 y gracias a la recomendación de la Corte Suprema de Justicia. En 2024, el continente continúa enfrentando intensos debates sociales, políticos y religiosos en torno a la homosexualidad, tanto en lo que respecta a su despenalización —es el continente con mayores leyes criminalizadoras de este tipo— como al reconocimiento de mayores derechos para la comunidad.
¿Dónde se criminaliza la homosexualidad?
Esta sigue siendo objeto de persecución en 67 países del mundo, 62 de ellos miembros de Naciones Unidas (ONU), con sentencias que van desde la prisión hasta la pena de muerte. Sin embargo, la cifra va reduciéndose poco a poco. "Existe una progresión en cuanto a la penalización, la situación va mejorando, y esta es una tendencia que hemos visto en los últimos años, incluso décadas", explicó recientemente Julia Erth, directora ejecutiva de ILGA (Asociación Internacional de Gays, Lesbianas, Bisexuales, Trans e Intersexuales) en declaraciones a BBC.
A lo largo de la última década, 17 países han dejado de perseguir la homosexualidad, entre ellos Antigua y Barbuda, San Cristóbal y Nieves, Angola, Mozambique, Singapur y el más reciente, Barbados. No obstante, todavía queda camino por recorrer, y es que, pese a los avances, aún hay otros que siguen endureciendo sus políticas contra el colectivo. El año pasado, Uganda, que antes ya castigaba con penas de cárcel las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo, aprobó una ley para llevar a prisión a todo aquel que se identifique como homosexual, entre otras limitaciones.
Como respuesta, el pasado diciembre, varias entidades promotoras de la igualdad presentaron un recurso de inconstitucionalidad contra la ley ante el Tribunal Constitucional, en el que alegaban que esta viola los derechos garantizados por la Constitución ugandesa, incluidos los derechos a no sufrir discriminación y a la intimidad, así como la libertad de pensamiento, conciencia y creencias. Aunque se logró que algunas partes del texto fueran revocadas, se trata de una de las leyes más severas contra los derechos LGTBIQ+.
"Es alarmante que se haya desaprovechado la oportunidad de derogar una ley que menoscaba los derechos de las personas LGBTI, de quienes las apoyan, de los defensores y defensoras de los derechos humanos y del activismo, puesto que criminaliza los actos sexuales consentidos entre personas del mismo sexo y la ‘promoción’ de la homosexualidad, con toda su ambigüedad, y prevé la pena de muerte para el delito de ‘homosexualidad agravada’", expresó a la luz de la noticia Tigere Chagutah, director regional de Amnistía Internacional para África Oriental y Austral.
En Oceanía, Nueva Zelanda dio la luz verde al matrimonio igualitario en 2013, mientras que Australia lo hizo en 2017.
El caso de España
Quienes hayan visto Elisa y Marcela, la película en blanco y negro que puso tanta atención sobre Isabel Coixet en 2019, recordarán el caso de las protagonistas, las primeras en desafiar las convenciones sociales de principios del siglo XX al intentar formalizar su relación. En 1901, en una pequeña iglesia de A Coruña, estas dos mujeres contrajeron matrimonio, haciéndose pasar una de ellas por un hombre llamado Mario Sánchez. Gracias a esta identidad, que Elisa adoptó inspirándose en un primo suyo fallecido en un naufragio, se convirtieron en las primeras lesbianas españolas en casarse por la Iglesia.
Sin embargo, su persecución y señalamiento posteriores obligaron a la pareja a emigrar a Portugal, donde cambiaron sus nombres. En Oporto fueron detenidas y encarceladas, acusadas de falsedad documental y travestismo. Con la ayuda de otras mujeres, acabaron consiguiendo la libertad y viajaron hasta Argentina. Su historia tuvo un impacto significativo en la comunidad LGTBIQ+ española, que logró el reconocimiento de su derecho al matrimonio en 2005.
La ley española fue especialmente relevante al darse en un país con una larga tradición católica en el que el divorcio no fue legalizado hasta 1981. El texto, recogido en el Boletín Oficial del Estado, reza: "La sociedad evoluciona en el modo de conformar y reconocer los diversos modelos de convivencia, y, por ello, el legislador puede, incluso debe, actuar en consecuencia, y evitar toda quiebra entre el Derecho y los valores de la sociedad cuyas relaciones ha de regular. En este sentido, no cabe duda de que la realidad social española de nuestro tiempo deviene mucho más rica, plural y dinámica que la sociedad en que surge el Código Civil de 1889".
Y establece, sobre la convivencia como pareja entre personas del mismo sexo basada en la afectividad, que esta "ha sido objeto de reconocimiento y aceptación social creciente, y ha superado arraigados prejuicios y estigmatizaciones. Se admite hoy sin dificultad que esta convivencia en pareja es un medio a través del cual se desarrolla la personalidad de un amplio número de personas, convivencia mediante la cual se prestan entre sí apoyo emocional y económico, sin más trascendencia que la que tiene lugar en una estricta relación privada, dada su, hasta ahora, falta de reconocimiento formal por el Derecho".
Un asturiano y un neoyorquino residente en España fueron las primeras personas en ver esta ley reflejada en sus vidas. A finales del pasado abril, Emilio Menéndez se despidió de su esposo, el estadounidense Carlos Baturín, después de que este falleciera tras una larga enfermedad. Estuvieron juntos toda una vida, y se casaron el 11 de julio de 2005, en el Ayuntamiento de Tres Cantos (Madrid), celebrando una ceremonia civil emotiva y llena de reivindicación en compañía de 20 allegados y 30 de periodistas que informaron sobre este histórico acontecimiento.