La inmortalidad o vida eterna, en los ámbitos religioso y filosófico, es el concepto que supone la existencia indefinida o infinita que consigue superar la muerte. En el mundo actual todo ser vivo nace, se desarrolla y muere: no existe nadie que realmente sea inmortal; sin embargo, si hablamos de algo que se acerque a ello, posiblemente hablaríamos de los tardígrados.

Aunque su propio nombre e, incluso, su aspecto suenen a ficción, los tardígrados son animales microscópicos que habitan fundamentalmente en los musgos, líquenes o helechos, aunque también pueden llegar a vivir en aguas oceánicas o dulces. Incluso, podrían estar vivos en la luna.

No hay rincón en el que no habiten los tardígrados; aunque nunca vamos a poder verlos debido a su pequeño tamaño. Se dice que es el animal más cercano a la inmortalidad que conocemos hasta ahora, un motivo por el que es una de las mayores incógnitas de las investigaciones desde 1773, cuando se realizó la primera descripción de estos organismos gracias a las observaciones de Johann August Ephraim Goeze, un zoólogo alemán.

El animal que 'desafía a la muerte'

Los tardígrados, también conocidos como osos de agua o lechones de musgo, son unos invertebrados con ocho patas de menos de un milímetro que sobreviven a las condiciones más extremas jamás conocidas. Cuentan con un hocico tubular que, añadido a su aspecto 'esponjoso' y sus 'superpoderes', resulta difícil entender cómo puede existir.

Sin embargo, tan solo su existencia podría ayudar a los investigadores a mejorar el funcionamiento de los suelos, afrontar cuestiones evolutivas, desarrollar aplicaciones en biomedicina y entender los procesos de envejecimiento

Los tardígrados se reproducen a través de la reproducción sexual y asexual, dependiendo de la especie, además, existen tanto hembras como machos. Existen dos formas de fertilizar a la hembra: puede ser que el macho libere el esperma dentro de la cloaca de la hembra o que lo inyecten por el tejido externo.

Son animales ovíparos y ponen desde uno a 30 huevos a la vez. Cuando nacen, son un poco más grandes que un grano de polen (0,005 mm) y los adultos de las especies de mayor tamaño pueden alcanzar 1,2 mm de largo, pero en general la mayoría no supera el medio milímetro.

Sin embargo, aunque sean más pequeños cuando nacen, lo cierto es que no tienen infancia. No tienen fase de crecimiento como proceso a la vida adulta y eclosionan de sus huevos completamente formados, son exactamente iguales que los adultos, pero con un tamaño inferior.

Aunque su aspecto, reproducción y papel en la tierra haya llamado la atención a los investigadores, la característica más sorprendente es que estos animales son capaces de entrar en un estado de latencia, que llamamos criptobiosis, cuando las condiciones del entorno no les son favorables, y durante el cual pueden soportar condiciones ambientales extremas.

Gracias a ello, estos animales diminutos son capaces de sobrevivir a la congelación, agua hirviendo, y la falta de alimento y agua durante años mediante diferentes mecanismos de protección. En respuesta a la deshidratación extrema, se enrollan en pelotas apretadas llamadas tun, y de esta forma pueden sobrevivir durante décadas.

Esta aptitud les ha permitido habitar la Tierra por lo menos desde hace 600 millones de años, y superar con éxito los cinco eventos de extinción masiva del planeta. Además, se han llegado a encontrar tardígrados en respiraderos volcánicos del fondo del océano y en climas gélidos del Antártida. De hecho, se está estudiando usar su resistencia a las radiaciones para aplicar al campo de la medicina.

El motivo de su 'inmortalidad'

Este mecanismo de protección fue una incógnita durante muchos años, hasta que un estudio reciente halló que el origen de esta inmortalidad se halla en una proteína que solo ellos producen, y que están completamente involucradas en su supervivencia. Los expertos con

Gracias a esta proteína, los tardígrados pueden tolerar la deshidratación casi completa al entrar en un estado ametabólico llamado anhidrobiosis y reanudar su propia animación tras la rehidratación. Incluso, son capaces de reproducirse acto seguido.

Esta proteína ha conseguido que los tardígrados a sobrevivir a condiciones extremas en la Tierra y al vacío en el espacio; sin embargo, los expertos explicaron que aún quedan muchas proteínas por estudiar, ya que contienen más de 300 en su interior.

La fama de los tardígrados volvió a la carga en 2015, cuando los investigadores también descubrieron que contaban con una gran cantidad de material genético ajeno, concretamente un 17,5% que proviene de otras especies: unos 6.000 genes provenían de otros organismos como hongos, bacterias o plantas.