Tirar la comida es uno de los gestos más feos, y hasta los niños lo saben. Es un símbolo de la opulencia de occidente y la falta de valor que se le da a un producto que conlleva un coste económico, humano y ambiental. Cada vez existen más iniciativas para volver a usar esos desperdicios en forma de biocombustible o compostaje, pero la realidad es que en general, tirar la comida está mal y hasta los niños lo saben.
Con esta idea, la Federación Española de Bancos de Alimentos (FESBAL) creó conjuntamente con la Universidad Politécnica de Madrid la Cátedra Bancos de Alimentos (CBA-UPM) que dirige el programa CORAL para concienciar a la sociedad sobre recuperar los excedentes alimenticios y redistribuirlos entre las personas más necesitadas. Dentro de este programa, organizan un concurso de dibujo para niños donde pueden plasmar cómo ven esta problemática. Esto también es un espejo para entender cómo las familias abordan el problema.
"Dibujar 'el consumo responsable', pintar 'el hambre' o escribir sobre 'el despilfarro de alimentos' no genera por sí mismo hábitos deseables o comportamientos responsables", dice Koldo Sebastián del Cerro, miembro del jurado del concurso. Y añade: "Estoy convencido de que hacerlo dentro de un marco educativo y estimulante, aumenta las posibilidades de que crezcan actitudes que sin duda es necesario potenciar para intentar revertir la insostenibilidad y la insolidaridad hacia la que nos estamos dirigiendo".
Según la FAO, alrededor de un tercio de la totalidad de los alimentos que se producen en el mundo se pierde o se desperdicia en algún punto de la cadena agroalimentaria. En los países industrializados, como España, el 40% de la comida se pierde cuando llega al paso del comercio minorista y del consumidor final. Cada año en la UE alrededor de 59 millones de toneladas de alimentos se pierden y desperdician. Esto es aproximadamente 131 kg por persona, más de la mitad se genera en hogares (el 53%).
Con datos concretos, en España, según el informe sobre desperdicio de alimentario de los hogares 2022 de MITECO, Los hogares españoles desperdiciaron durante el año 2022 un total de 1.170,45 millones de kilos, lo que supone un 6,1 % menos que el año anterior, y un 13,5 % menos respecto del año 2019, antes de la pandemia. La tendencia va hacia abajo y cada vez la gente está más concienciada.
Durante aquel tiempo, en casa se redujo todo tipo de desperdicios, los ya cocinados o desde la nevera. Al volver a la normalidad, los niveles repuntaron otra vez. Por eso es necesario que los hogares sean capaces de encontrar el equilibrio entre las comidas dentro y fuera del hogar, y evitar el desperdicio por mala planificación
En el caso de los niños, esponjas que se empapan de la conducta de sus adultos, demuestran una capacidad de observación de esta problemática. Sebastián del Cerro dice: "Dibujar, pintar o redactar un cuento supone activar una conexión con realidades que, como ocurre con lo relativo a la alimentación, entronca con una necesidad básica sobre la que es imprescindible crear conciencia".
Y añade: "Al ser estas transformadas en una realidad simbólica, generan una amplificación de la visión que un niño o niña tiene de lo acostumbrado, aumentando las posibilidades de que repare en aspectos que pueden pasarle desapercibidos o simplemente desconoce".
Este concurso se celebra desde 2015. En 2023, la ganadora, Natalia Gutiérrez, 12 años, escribía su motivación: "Mi dibujo trata sobre la comida que la gente desperdicia sin pensar en que podría ser la comida de otra persona".
Banco de alimentos
El sistema alimentario es complicado; desde el agricultor hasta el tenedor. Antes de que llegue al consumidor final hay muchas oportunidades para que se pierda comida que está en perfecto estado. Y antes de que se desperdicie, que se done. Según la FESBAL, el 57% que distribuyeron venía de excedentes en 2023, que de otro modo hubieran acabado en la basura.
El objetivo de los bancos de alimentos es recuperar excedentes en perfectas condiciones de consumo y redistribuirlos gratuitamente a través de entidades benéficas a las personas desfavorecidas.
La pérdida de alimentos hace referencia al deterioro de los alimentos hasta el punto de no ser aconsejable su consumo, es desperdicio cuando los alimentos que se descartan están en condiciones óptimas.
Consejos para evitar el desperdicio
1. Compre sólo lo que necesite y planifique sus comidas.
2. Elija frutas y verduras feas que aún tienen el mismo sabor y las mismas propiedades.
3. Almacene con lógica, lo nuevo atrás y lo viejo delante.
4. Cuide la cadena de frío para que no se rompa.
5. Valore las sobras como ingrediente en el siguiente plato
Ignacio de los Ríos, director del Grupo de Investigación GESPLAN UPM y de la Cátedra Bancos de Alimentos, colaboradores de FESBAL explica que esos desperdicios se pueden dar por métodos inadecuados de producción, impropios espacios de almacenamiento, rotura de la cadena de frío o cálculo erróneo de las necesidades. Y recuerda: "Estas pérdidas, además de mermar la cantidad de alimentos producidos e incrementar el coste de estos, llevan asociados unos costes de recursos que se han utilizado en su producción, como pueden ser tierra, agua, energía, etc".
Los bancos de alimentos tienen la función social de ayudar a las familias más desfavorecidas con algo tan básico como la comida. Aunque estamos en años de abundancia generalizada si la comparamos con 100 años atrás, todavía hay mucha gente que necesita estos servicios para garantizar una alimentación. Cosas tan básicas como leche, legumbres o latas en conservas son suficientes para que una familia coma.