Mujer con un ventilador en la cama.

Mujer con un ventilador en la cama. cyano66 Istock

Historias

Cómo sobrevivir a las noches de ola de calor en España: las claves para dormir a pierna suelta este verano

Con 10 comunidades autónomas en situación de riesgo importante por altas temperaturas, dormir se vuelve casi misión imposible. 

19 julio, 2024 12:40

Es oficial, la primera gran ola de calor del verano ya está en España y ha llegado con una intensidad de lo más abrumadora. Tanto es así que desde la Agencia Española de Meteorología (Aemet) se han emitido alertas para 13 comunidades autónomas, seis de ellas en situación de riesgo importante. 

Y es que, a medida que la semana ha avanzado, las temperaturas no han dejado de subir. Se espera que los momentos más críticos se den durante el día de hoy, viernes 19 de julio, cuando se ha elevado a diez las comunidades autónomas que estarán en riesgo importante. 

Recién iniciada la época más calurosa del año, que en España abarca desde el 15 de julio hasta el 15 de agosto, la canícula ha dejado claro que no se anda con medias tintas. Así lo ha demostrado dando comienzo a su temporada con un anticiclón situado en el norte de África que ha impulsado una masa de aire caliente sobre la Península Ibérica y las islas Baleares. 

Un periodo en el que, según Aemet, "las temperaturas alcanzarán valores muy elevados, más altos de lo habitual para estas fecha, salvo en el noroeste peninsular y sobre todo, en el área cantábrica, donde habrá un flujo atlántico más fresco". 

Las noches de ola de calor

En gran parte del territorio, las temperaturas tampoco dan tregua al caer el sol. Durante la noche hay lugares que rondan los 20 grados e, incluso, algunas zonas superan los 30. Un fenómeno que ha llevado a la repetición de términos como noches infernales, tórridas o tropicales. Pero, ¿qué diferencia a cada una de ellas?

Se consideran noches tropicales aquellas en las que la temperatura mínima no baja de los 20 grados. A pesar de que son comunes en climas cálidos, suponen un gran reto para quienes intentan descansar. 

Las noches tórridas o ecuatoriales son aún más extremas. Sus temperaturas mínimas no desciendes de los 25 grados y son frecuentes en zonas cercanas al ecuador —de ahí su nombre—. 

En último lugar, las noches infernales, un término que, aunque no es científico, se utiliza popularmente para describir noches con temperaturas extremadamente altas. Superan los 30 grados y hacen que el sueño se vuelva prácticamente una misión imposible. 

Claves para dormir a más de 21 grados

Ducha templada. Tomar una ducha con agua templada antes de acostarse ayuda a regular la temperatura corporal, facilitando un descanso más cómodo. Y es que, lejos de lo que muchos podrían imaginar, el agua fría puede ser contraproducente, ya que causa un efecto rebote y aumenta la temperatura del cuerpo posteriormente. 

Corrientes de aire. Puede ser la clave para refrescar la habitación. Si es posible, abrir ventanas opuestas para crear un flujo de aire cruzado puede ayudar a bajar la temperatura interna. 

Persianas y cortinas. Mantener las persianas bajadas y las ventanas cerradas durante el día evita que el calor entre en la casa. Por la noche, abrir las ventanas y ventilar hasta el amanecer ayuda a reducir la temperatura acumulada durante el día. 

Refréscate antes de dormir. Utilizar una toalla húmeda que haya estado en el congelador y aplicarla en puntos clave como la nuca, las muñecas, la parte trasera de las rodillas, el cuello y los tobillos puede ayudar a reducir la temperatura corporal antes de dormir. 

Sábanas de algodón. Son ideales para verano: transpiran mejor y ayudan a mantener el cuerpo fresco. 

Cubitos de hielo. Colocar cubitos de hielo frente al ventilador puede ayudar a enfriar el ambiente de manera rápida y efectiva. 

Por qué aumentan las temperaturas

Las temperaturas globales están alcanzando niveles sin precedentes, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Señalan como principales responsables del aumento al cambio climático y al fenómeno de El Niño, un evento climático que se genera cada cierto número de años por el calentamiento del océano Pacífico.

Por ese motivo, se pronostica que la temperatura media anual cerca de la superficie terrestre podría elevarse a más de 1,5 grados por encima de los niveles preindustriales entre 2023 y 2027. 

Un estudio del grupo World Weather Attribution (WWA) ha señalado que el cambio climático antropogénico es el responsable del aumento en la intensidad de las olas de calor. En los últimos años, estos fenómenos han aumentado entre 2,5 y 2 grados sus temperaturas en Europa y en América del Norte, respectivamente. 

"Las temperaturas europeas y norteamericanas habrían sido prácticamente imposibles sin los efectos del cambio climático", afirmó Izidine Pinto, del Real Instituto Meteorológico de los Países Bajos. 

Y es que, antes de la revolución industrial, las olas de calor en estas regiones eran prácticamente inexistentes. Además de su impacto en la salud humana, el calor extremo ha causado daños significativos en la agricultura y la ganadería, afectando a cultivos como el maíz y la soja en Estados Unidos, el ganado en México, las aceitunas en el sur de Europa y el algodón en China. 

El futuro de las olas de calor

La frecuencia e intensidad de las olas de calor continuarán aumentando en los próximos años. Un estudio publicado en Science Advances concluyó que los eventos de calor extremo se incrementarán en magnitud durante el próximo siglo. 

Sin embargo, parece que España no se encuentra en las zonas de mayor riesgo, donde sí podemos encontrar regiones como América Central, Afganistán y Europa Central. 

Mapa que muestra dónde es más probable que se produzcan olas de calor sin precedentes.

Mapa que muestra dónde es más probable que se produzcan olas de calor sin precedentes. Universidad de Bristol

Pero no solo eso. Las olas de calor suelen coincidir con otros eventos climáticos peligrosos, como sequías, tormentas de polvo, episodios de contaminación e incendios forestales.

"La aparición combinada de estos fenómenos responde a factores atmosféricos compartidos o retroalimentaciones tierra-atmósfera que exacerban mutuamente estos peligros", señalaron investigadores del CSIC en una entrevista para el medio EOS.