Antonio Ortiz lleva escribiendo su blog Error500 desde hace más de 20 años, es decir, que pasó de cuando los blogs eran una excentricidad a su auge y luego a su olvido, reconvertidos ahora en subtracks. Ha pasado del avatar con Paint al de IA. En una de sus últimas entregas de su newsletter 'Causas y azares', en la que reflexiona sobre la actualidad de internet y las redes, hablaba del "momento reaccionario" de su generación, la X, la primera que se convirtió en usuaria habitual de internet tanto personal como laboralmente, y que ahora reniega del internet, de las redes y del uso que le dan los jóvenes. Siempre los jóvenes.
"Somos una generación que tuvo una juventud sin internet, y luego hemos vivido todas sus etapas, así que cada veo más ese análisis de decepción y frustración. Pero son dos sensaciones que dependen de las expectativas", explica Ortiz a ENCLAVE ODS. "Hay quien lo vio como un vehículo que rompería las viejas jerarquías, y al final hemos vuelto a la hegemonía de las grandes empresas y a la comercialización de casi cualquier elemento que pase por la red. Esa idea de igualdad de todas las voces en una gran ágora global nunca se ha hecho realidad".
Aunque sabe que es diferente para generaciones posteriores, sobre todo los nativos digitales, señala fenómenos que atañen a todos los usuarios y que tienen que ver con lo que llama "el repliegue". "El ciudadano común empieza a tener problemas de celebrity, en el sentido de que su presencia pública en redes puede ser utilizada por terceros para afirmaciones de carácter moralista y ejemplarizante", apunta.
"Así que hay una mayoría silenciosa que se aparta de la discusión pública por el carácter tan agresivo del discurso. Hay diferencias entre plataformas más que otras, pero ese contenido tan emocional y polarizante que promueven como modelo de negocio está llevando a que el usuario medio se retire a entornos con más privacidad".
Trols, bots, campañas orquestadas. ¿Son inventos de ahora, de X, antes Twitter? ¿Igual que la sobreexposición la trajeron Instagram o TikTok? La periodista Marta G. Franco acaba de publicar Las redes son nuestras. Una historia popular de internet y un mapa para volver a habitarla, un ensayo tan crítico como optimista con el futuro, y aclara ante nuestras preguntas que "siempre ha habido acoso y trols. Pero en la década de 2010 hubo un cambio: cuando las redes sociales comenzaron a ser un espacio central en el debate público y se utilizaron como herramienta de movilización política, esas prácticas se organizaron de manera sistemática y masiva".
Trolls a sueldo, bots programados para insultar al contrario, medios fundados con el único objetivo de esparcir fake news, influencers 'prefabricados' a base de inversión para difundir contenidos políticos concretos… "Esto ocurre mientras se va a afinando un modelo de negocio de las plataformas que se retroalimenta con las dinámicas tóxicas", añade Franco.
"Se especializan en extraer cada vez más datos personales de quienes las usamos, desarrollan algoritmos que dan más visibilidad a los contenidos más sensacionalistas y añaden funcionalidades que nos enganchan. Saben que el contenido divisivo aumenta nuestro uso (por tribalismo, morbo, miedo, instinto de protección o lo que sea), y por eso no solo no hacen nada para frenarlo, sino que incluso lo fomentan".
Para la periodista, "la historia de internet es una de innovaciones que se consiguen de manera cooperativa, entre iniciativa pública, sociedad civil y un tejido empresarial diverso, y que luego son cooptadas por unas pocas grandes empresas". Por eso "hay momentos en los que internet es un espacio más rico, más abierto a posibilidades múltiples de innovación, y otros en los que está más controlado y cercado por estas empresas. Y ahora, obviamente, estamos en lo segundo".
No les des casito
Antonio Ortiz valora también que esas reglas parecen inamovibles para los nativos digitales: "Para ellos la realidad del internet de hoy es el sentido común, es lo habitual… para lo bueno, pero también para lo malo. Es un internet muy jerarquizado, con muy pocos emisores, pero que al mismo tiempo da la oportunidad para que gente nueva de fuera del mundo de la comunicación pueda romper esos muros, incluso de clase".
El experto cree que no todo es malo en cómo usamos actualmente internet ni las redes. "Da muchas posibilidades a quien este fuera de los círculos habituales de los creadores para distribuir y hacer llegar su trabajo, y, por tanto, convertirlo en su profesión. En el internet primitivo era imposible, podías crear, pero el negocio era precario".
Por ser optimista, lo es hasta con la IA: "Aunque nos centramos en lo negativo, que es real, también permite posibilidades asombrosas, es que todavía no acabamos ver el potencial de la tecnología".
Marta G. Franco, por su parte, centra parte de su trabajo en La Intersección, un colectivo de comunicadoras, investigadoras y activistas centradas en las narrativas constructivas en internet. Una de sus herramientas es la conocida cuenta @nolesdescasito, muy activa en X (antes Twitter) y presente en otras redes, que suele dar consejos de cómo evitar o al menos no alimentar el contenido tóxico, polarizante o las fake news.
"Nos dimos cuenta de que el espacio digital está tan contaminado de dinámicas tóxicas que no vale con hacer nuestras propias campañas, tenemos que promover también maneras de protegernos de lo negativo", comenta. "En mi libro conecto con la necesidad de pensar internet de una manera a largo plazo: si queremos que siga siendo una herramienta para comunicar, aprender y relacionarnos, de manera justa y democrática, tenemos mucho que transformar".
No obstante, es consciente de que es difícil salirse de las lógicas actuales de la red. En la misma web de La Intersección dan instrucciones para usar mejor las redes personales y lograr visibilidad, "pero lo hacemos porque pensamos que también es beneficioso. Sabemos que estamos perdiendo privacidad y nos exponemos a contenido tóxico, pero también vamos a poder informarnos, aprender y conectar con personas con las que no podríamos de otra manera".
Ortiz, más prudente, cree que "la reversión es complicada. Ha habido un salto de un internet era muy social, de lo personal y lo cotidiano, a otro en el cual el protagonista es el creador de contenido. Pocos emisores que emiten a muchísimos consumidores. Los ciudadanos estamos experimentando ahora la parte negativa. En parte lo entiendo como un reajuste natural y veo pocos incentivos para que cambie, sobre todo porque los mismos usuarios no ven beneficio en ello".
Lo mejor de la red
Aun así, ambos expertos son optimistas respecto del futuro. Para Marta G. Franco "hay muchas cosas que están mal en internet, pero sigue siendo el mayor proyecto para compartir conocimiento de la historia de la humanidad, el más accesible, universal y descentralizado. Las plataformas sociales comerciales son su peor desarrollo, pero seguimos teniendo una arquitectura basada en protocolos libres, de manera que podemos conectar millones de ordenadores para transmitir datos".
Y sigue: "Podemos usar eso para construir otro tipo de espacios digitales. Y la pulsión de compartir, aprender y colaborar en línea sigue ahí. Además de trols y bots, en internet sigue habiendo miles de millones de personas interactuando de maneras fabulosas".
Añade que, además, en el plano institucional, "aunque todavía queda mucho por hacer porque los gobiernos están llegando muy tarde a las cuestiones digitales", está habiendo regulaciones que "ponen algo de cordura" y está empezando a existir "conciencia sobre la soberanía tecnológica y la necesidad de cierta infraestructura digital pública, sobre todo a nivel UE".
Por su parte, Antonio Ortiz aclara que él es optimista "porque no veo el presente tan negro. Es verdad que hay elementos muy discutibles y que me preocupan, sobre todo ese empuje algorítmico a cosas muy emocionales, que lleva a los extremos y quita visibilidad a los moderados". Pero ahora "somos más conscientes de esa naturaleza, vemos los trucos, y hay una búsqueda de encontrar cierta autenticidad y no caer en ser el juguete emocional de la aplicación", añade.
En debates como el de limitar el acceso al móvil de los adolescentes, ve "esa conciencia de los peligros que tiene. Confío en que en esta dialéctica entre el tecnooptismismo y el discurso reaccionario, vamos a asistir pronto a una síntesis en la que nos quedaremos con lo mejor de la red".