"La gestión de residuos no va a solucionar el problema del plástico". Así de contundente se muestra Matthew MacLeod, profesor de Ciencias Medioambientales en la Universidad de Estocolmo. Esa es su lectura del último estudio publicado en la revista Nature, en la tarde del 4 de septiembre, en la que se hace todo un inventario de la contaminación por macroplásticos —que no micro— en el mundo.
La investigación, que pone el foco en lo local para reflexionar sobre el plano global, se presenta en el marco de las negociaciones internacionales para conseguir un tratado sobre la contaminación por plástico. La idea de su autor principal, Costas Velis, profesor de la Universidad de Leeds, y su equipo —Joshua Cottom y Ed Cook— no ha sido otra que comprender cómo se produce, gestiona y, en su caso, recicla este material en todo el mundo.
Para ello, han recabado datos de más de 50.000 ciudades diferentes y, con ellos, han detectado los principales "puntos calientes" de la contaminación mundial. Su objetivo, explican los investigadores, es ofrecer una suerte de hoja de ruta para que, tanto a nivel nacional como subnacional, se puedan desarrollar "estrategias para eliminar el plástico del medio natural".
"Un inventario global de la contaminación por plástico es útil para hacernos una idea de la magnitud del problema y recopilar intervenciones efectivas para atajarlo", cuentan los autores del estudio. Desde la revista científica Nature destacan, además, que la visión novedosa de esta investigación es su foco: "Los modelos tradicionales normalmente se alimentan de datos a escala nacional, pero el análisis a escala urbana es limitado".
El estudio, en un vistazo
Ahí es donde el equipo de Velis se centra. Su modelo bebe de la información aportada por diferentes sistemas de gestión de residuos, pero también de la tecnología —en concreto el machine learning— y del análisis del flujo de materiales. Todo para trazar el mapa que siguen los residuos plásticos y ver cómo llegan hasta su destino final —en este caso, acuíferos, océanos e inmediaciones de las ciudades—.
Tras monitorizar y cuantificar la contaminación plástica en 50.702 ciudades, Velis y su equipo llegaron a la conclusión de que, al año, se vierten al medio ambiente en todo el planeta 52,1 millones de toneladas de macroplásticos. También estiman que cerca del 57% de estos residuos se quema.
El principal reto que detecta este estudio es la gestión de la basura, pues de ahí es de donde procede la mayor parte de la contaminación por plástico en el norte global, es decir, en los países más ricos del mundo. Por su parte, en el sur global (o los países empobrecidos o en desarrollo) la fuente principal de polución está en que, directamente, los residuos no se recogen.
Los resultados de la investigación, además, son claros respecto a los mayores de emisores de contaminación por plástico: el sur de Asia, el África subsahariana y el Sudeste Asiático registran las emisiones más altas. Eso sí, la India sería el mayor emisor de residuos plásticos del mundo, pues es responsable de casi una quinta parte de las emisiones globales.
Cuestión de macroplásticos
Cuando se habla de residuos plásticos, lo primero que se dibuja en la mente del lector es, probablemente, esos granulitos diminutos sobre los que se alerta una y otra vez en los medios de comunicación. Los microplásticos —también conocidos como 'lágrimas de sirena'— suelen llamar la atención y llegar a los titulares, pero no son los únicos responsables de la contaminación que compete a este artículo.
Sin embargo, el estudio de Velis, Cottom y Cook señala a un tipo de residuo un tanto diferente, pues no es el producto de la degradación, como sucede con las 'lágrimas de sirena'. Se trata de los macroplásticos; esos mismos que, explican, "comprenden cualquier material [plástico] que se ha liberado al medio ambiente sin ningún tipo de control" y que, eso sí, mide más de 5 milímetros.
Los desechos analizados, además, provienen de cinco fuentes clave: residuos no recogidos, basura que acaba en el suelo, residuos que se eliminan sin control y aquellos que han sido rechazados en los procesos de clasificación y reelaboración de productos.
Propuestas
Con esta información de partida, los autores del informe brindan una serie de propuestas (casi) personalizadas para las ciudades y su población. Por ejemplo, como la principal fuente de contaminación plástica en los países con ingresos altos de Europa y Norte América es la basura que se tira en la calle, los investigadores aconsejan que la ciudadanía y los actores locales lleven a cabo "esfuerzos individuales para reducir sustancialmente el daño que provoca esta práctica".
Por su parte, en los países con menos recursos, donde el problema está en la falta de gestión de residuos, los autores apuntan a la necesidad de inversión y de que los Gobiernos municipales y nacionales 'se pongan las pilas'.
Pero la gestión de residuos, aseguran los investigadores, no puede solucionar por sí sola el problema. Los vertederos que escapan al control de las autoridades y la quema de plásticos son una práctica que, según cuentan, es habitual a lo largo y ancho del planeta.
Por eso, apuntan a un cambio radical en el modelo de producir como pieza clave para darle la vuelta a la situación. Fabricar menos productos plásticos y cambiar los hábitos de consumo, concluyen los autores, son esenciales para evitar que en 2050 la presencia de este material en el mar se multiplique por cuatro.