Hace dos siglos, unos ratones fueron introducidos de forma accidental en la Isla Marión, un paraíso natural cercano a la Antártida. Lo que en un primer momento pareció una circunstancia natural y habitual que ha ocurrido un sinfín de veces a lo largo de la historia, en la actualidad es una problemática insólita que está generando grandes estragos en el ecosistema del lugar.
Esos mismos ratones introducidos hace 200 años están ahora reproduciéndose sin control debido al cambio climático. Lejos de ser un problema de espacio, lo cierto es que estos pequeños roedores, que llegaron a la isla probablemente como polizones en barcos, se han convertido en una amenaza para la frágil fauna local.
Los roedores, en busca de alimento, han comenzado a atacar a los albatros, especialmente a los polluelos y a las aves adultas mientras incuban sus huevos. El daño es tan grave que ha llevado a un declive significativo en las poblaciones del ave, una especie ya vulnerable y emblemática de la isla que está catalogada como vulnerable en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN.
La isla Marion alberga una cuarta parte de todos los albatros errantes del mundo y es un lugar de cría fundamental para esta especie. Sin embargo, no ha sido hasta este mismo año que un equipo de investigadores que trabajaban en la isla descubrieron una serie de ataques brutales a la especie por parte de los roedores.
Ante la imposibilidad de controlar a los ratones mediante métodos convencionales, como trampas o venenos, las autoridades sudafricanas han decidido que un bombardeo aéreo es la medida más efectiva para erradicarlos de la isla. Este plan, aunque extremo, ha sido considerado como la única opción viable para salvar a los albatros de la extinción local.
Un proyecto 'extremo'
El proyecto Mouse Free Marion (MFM) tiene como objetivo poner fin a este sufrimiento y revertir el daño ecológico causado por los ratones mediante la realización de uno de los proyectos de erradicación más grandes del mundo.
Este ambicioso proyecto es una asociación de conservación entre el Departamento de Silvicultura, Pesca y Medio Ambiente del gobierno sudafricano (DFFE) y BirdLife South Africa (BLSA). La recaudación de fondos está en marcha para apoyar esta intervención, pero se necesita más ayuda con urgencia.
Las bombas que se utilizarán no son explosivas en el sentido tradicional, sino que contienen rodenticidas diseñados específicamente para eliminar a los ratones sin dañar a otras especies, es decir, lo que se conoce coloquialmente como matarratas.
El director del proyecto Marion sin ratones, el Dr. Anton Wolfaardt, ha confirmado que necesitan "limpiar 30.000 hectáreas (el equivalente a más de 42.000 campos de fútbol) de ratones", con el fin de terminar con todo el daño que están provocando a aves marinas indefensas que, además, tienen una reproducción muy limitada: suelen reproducirse una vez cada dos años y crían un solo polluelo.
Los ratones domésticos que controlan la isla se introdujeron de forma desprevenida por los cazadores de focas en la isla Marion a principios del siglo XIX. Estos pequeños roedores atacan tanto a crías como a adultos de aves marinas, además, su reproducción se ha visto gratificada por el cambio climático.
Debido al calentamiento global, la isla se ha vuelto más cálida y seca, por lo que la temporada de reproducción de los ratones se alarga y sus poblaciones de verano aumentan. No solo en islas remotas como Marion, sino que grandes y pequeñas ciudades también sufren estas consecuencias.
Sudáfrica, al optar por esta drástica solución, espera no solo salvar a los albatros, sino también restaurar el equilibrio en la Isla Marion, una joya natural cuyo futuro depende de la eliminación de estos ratones invasores.