Imagen de un petirrojo marino.

Imagen de un petirrojo marino. Mike Jones

Historias

Los petirrojos marinos: así es el pez capaz de encontrar a presas enterradas gracias a sus curiosas patas

7 octubre, 2024 01:22

Las profundidades oscuras del océano han vuelto a sorprendernos y esta vez ha sido consecuencia de un cazador insospechado que parece desafiar las reglas de la naturaleza. Se trata del petirrojo marino, un pez que, a simple vista, parece un híbrido imposible: cuerpo alargado, aletas que evocan las alas de un ave y, lo más curioso, unas patas articuladas que lo asemejan a un cangrejo en plena marcha. 

Sin embargo, detrás de este aspecto extravagante se esconde una maquinaria biológica sofisticada, capaz de detectar presas invisibles para el resto de mortales. Y es que esas patas, lejos de ser simples extremidades de apoyo, son órganos sensoriales avanzados que han revolucionado la comprensión de la evolución animal subacuática. 

Nuevas investigaciones han revelado que estos peces poseen un sentido del gusto único en su especie, utilizando sus patas no solo para caminar, sino para localizar presas enterradas en el lecho marino. De hecho, lo hacen con tal precisión que otras especies los siguen confiando en su capacidad casi mágica para encontrar comida donde parece no haber nada. 

"Es un pez que desarrolló patas usando los mismos genes que contribuyen al desarrollo de nuestras extremidades y luego reutilizó esas patas para encontrar presas usando los mismos genes que nuestras lenguas usan para saborear la comida; algo bastante salvaje", señala Nicholas Bellono, investigador principal de la Universidad de Harvard y cuya fascinación por estos animales comenzó de manera casi accidental. 

Un hallazgo inesperado

La historia de este descubrimiento se inició con un golpe de suerte. Los investigadores Nicholas Bellono, de la Universidad de Harvard, y David Kingsley, de la Universidad de Stanford, no estaban buscando estudiar los petirrojos marinos, pero se toparon con estos peculiares peces durante un viaje de investigación al laboratorio de Biología Marina en Woods Hole, Massachusetts.

Fue precisamente al observar cómo otros peces seguían a estos petirrojos mientras cavaban en el fondo, cuando los biólogos, intrigados por ese comportamiento, decidieron llevarse algunos ejemplares al laboratorio para estudiarlos más de cerca. 

El primer descubrimiento fue sorprendente: los petirrojos marinos son capaces de detectar presas enterradas gracias a las papilas sensoriales ubicadas en sus patas, una característica que no se había documentado antes en peces. Según los estudios publicados en la revista Cell Press Current Biology, sus patas están densamente cubiertas de neuronas sensibles al tacto, lo que les permite rastrear presas con una precisión asombrosa. 

Patas sensoriales

Sin embargo, pese a que no son los únicos animales marinos que buscan comida bajo el sustrato del océano, su capacidad para detectar a las presas enterradas es, sin lugar a dudas, única. Gracias a sus patas sensoriales pueden detectar la textura de la arena o el barro y también las señales químicas que emiten las presas a su alrededor. 

De hecho, los estudios han demostrado que pueden percibir compuestos químicos emitidos por los mejillones y otros moluscos, lo que desencadena su comportamiento de excavación. El descubrimiento fue confirmado cuando los investigadores sometieron a los peces a una serie de pruebas en las que detectaron y excavaron con éxito extractos de mejillón molido y filtrado, e incluso aminoácidos individuales. 

"No sorprendió ver lo mucho que se diferencian los petirrojos marinos entre sí en las estructuras sensoriales que se encuentran en las patas. El sistema muestra, por tanto, múltiples niveles de innovación evolutiva, a partir de diferencias entre los petirrojos marinos y la mayoría de los demás peces, desde la estructura y los órganos sensoriales hasta el comportamiento", explica Kingsley. 

Evolución genética

En un segundo estudio complementario, los científicos decidieron analizar más a fondo la base genética que permite a los petirrojos desarrollar estas patas sensoriales. Mediante la secuenciación del genoma y el análisis de especies híbridas, identificaron un factor de transcripción llamado tbx3a, que desempeña un papel crucial en la formación de las patas y las papilas sensoriales. 

Descubrieron que, "aunque muchos rasgos parecen nuevos, por lo general se construyen a partir de genes y módulos que existen desde hace mucho tiempo", según Kingsley. "Así funciona la evolución: modificando piezas viejas para construir cosas nuevas"

Un hallazgo que permite ampliar la comprensión de cómo los rasgos complejos evolucionan en organismos salvajes. Hasta ahora, gran parte del conocimiento sobre la evolución proviene del estudio de organismos modelo, como la mosca de la fruta o el ratón. Sin embargo, los petirrojos marinos están ofreciendo una nueva ventana hacia la evolución del ecosistema oceánico.