La segunda vida del poliéster empieza en Frankfurt: este es el proyecto piloto que aspira a revolucionar el textil
- Reju, la nueva marca de la energética francesa Technip Energies, descompone las moléculas del PET para darle una segunda vida.
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En un barrio residencial a las afueras de Frankfurt hay un edificio de cuatro plantas multicolor. Llama la atención al pasar a su lado, aunque probablemente nadie sea consciente de lo que 'se cuece' tras los rosas, azules, rojos, verdes y amarillos que decoran su fachada. En su interior descansa el secreto mejor guardado de Reju, la filial de la compañía energética gala Technip Energies.
Y es que, como explica su CEO, Patrik Frisk, quiere revolucionar la industria textil. Bueno, más bien, dice, busca "poner su granito de arena para que la revolución llegue de una vez por todas". Su objetivo no es otro que cambiar la manera en que se utiliza y, sobre todo, recicla el poliéster.
Asegura, además, estar tan obcecados en transformar la industria que en menos de un año ya han dado "pasos de gigantes": han creado el proyecto, montado el equipo y puesto en marcha su proyecto piloto. Frisk insiste en que todo ha sucedido "muy rápido", especialmente para una industria en la que "todo se demora, todo cambio lleva tiempo".
Así se lo comenta a un grupo de medios internacionales que se han reunido en sus instalaciones de Frankfurt, entre los que se encuentra ENCLAVE ODS. Tras las puertas de su colorido edificio se encuentra una revolucionaria planta de reciclaje químico de poliéster, esa fibra plástica derivada del petróleo que se halla en el 57% de la producción textil. O, lo que es lo mismo, se fabrican al menos 57 millones de toneladas de este material sintético altamente contaminante cada año.
Y lo que ha creado Reju en Frankfurt no es otra cosa que una planta piloto —una versión beta— que busca reciclar parte de ese poliéster y, en unos años, conseguir que su visión se extienda a lo largo y ancho del globo. "Que se abran plantas como setas", puntualiza Antoni Mairata, jefe científico de la marca y encargado de este proyecto de prueba que, insiste, "va a salir adelante con resultados positivos", pues "ya está funcionando".
Ahora, cuenta Mairata, toca "pulir" y "optimizar" el funcionamiento de la planta de reciclaje. Y eso, recuerda, solo se consigue a base de "prueba y error".
Frisk y Mairata estiman que en tres años este Regeneration Hub Zero, como lo han bautizado, llegue a producir 10.000 toneladas de su producto. Conocido como "poliéster Reju", se trata de un tipo de PET reciclado o, como explica el CEO de la empresa, "fruto de un proceso de upcycling".
Desde Frankfurt pretenden empezar a realizar envíos a sus marcas asociadas —que aún no han sido anunciadas— en todo el mundo. Ese, dicen, será el inicio de la revolución. Pero, como recuerda Frisk, no será suficiente si el resto de la industria "no va a una".
Para 2034, el PET virgen podría alcanzar, si sigue produciéndose en el mismo ratio que ahora, los 100.000 millones de toneladas. Por eso, indica el CEO de Reju, "el elefante en la sala es el hecho de que nosotros, solos, no podemos cambiar el sistema, necesitamos que la industria al completo se vuelque". Lo que ellos se han propuesto es, en definitiva, convertirse en el tractor que empuje al sector textil en su transformación.
Químicos (e IBM) al poder
El Regeneration Hub Zero de Reju se erige en cuatro plantas para optimizar al máximo el espacio del que disponen. Algo que, indica Mairata, permite que la fuerza de la gravedad haga su magia y logre que la mayoría de procesos no requieran de energía extra.
"Veréis que la planta está diseñada por químicos para que puedan trabajar químicos; es algo que teníamos claro desde el primer momento", cuenta justo antes de cruzar las puertas el jefe científico de Reju. Y al entrar en ella se entiende a lo que se refiere Mairata: es un espacio limpio, pulcro, como un laboratorio a escala gigante, lleno de tubos y tuberías plateadas que suben, bajan y se retuercen sobre las cabezas de quienes se encuentran dentro.
Todo muy aséptico. Excepcionalmente limpio y silencioso para tratarse de una planta de reciclaje. "Eso es porque no lo hacemos de manera mecánica; seguro que todos habéis ido a plantas en las que se machaca y separa el PET de manera manual, con máquinas, aquí no hacemos eso", puntualiza Mairata. Aquí, dice, "hacemos ciencia".
Y es que la clave de su 'pócima' para reciclar el poliéster está en la tabla periódica… y en la tecnología más avanzada. Es precisamente una innovación de IBM lo que les permite llegar al punto de sofisticación que se produce en Frankfurt. La tecnología en sí no se puede revelar, pues, como bromea ante los periodistas Frisk, "hay una cosa llamada secretos industriales". Sin embargo, está relacionado con el catalizador que utilizan para, literalmente, romper los polímeros del PET para separar unas moléculas de otras.
De poliéster a polvo blanco
El proceso que se da en la planta de reciclaje de Frankfurt se podría dividir en tres fases. Por el momento, solo tienen capacidad de realizar una de ellas "in situ" y "a escala", indica Frisk. Pero ya están poniendo en marcha un hub adicional, en el edificio de al lado de su planta actual, para completar el círculo.
De manera visual se podría decir que lo que hacen es separar los componentes que conforman el textil de poliéster: por un lado, el PET en sí; por otro, el algodón o el material que sea.
Ese material plástico obtenido, luego, se descompone a nivel molecular y se cristaliza para, después, molerse y transformarse en un polvo blanco que, una vez más, se depura de todas las moléculas ajenas que contenga. Por último, se crean pequeños pélets o bolitas de PET que ya pueden enviarse a las firmas para que, con ellas, creen filamentos e hilos que les permitan crear ropa o interiores de coches, por ejemplo.
Todas las impurezas, los impropios que se van depurando a lo largo del proceso —que puede durar entre 12 y 16 horas—, se "gestionan a través de alianzas con empresas especializadas en el reciclaje de ese tipo de residuo". "Nosotros no somos expertos en eso; nosotros sabemos de la química detrás del poliéster, y esa es la clave: tenemos que trabajar junto a otros y forjar alianzas", asegura Mairata.
Reciclaje 'in aeternum'
Pero no solo eso. El poliéster Reju, una vez en el mercado, también tiene que "usarse bien", dice. Y Frisk puntualiza sus palabras: "El PET que generamos tiene que acabar usándose bien, si no de nada sirven todos los esfuerzos".
Por eso, desde Reju hacen especial hincapié en el poder de las alianzas. "Aún no podemos anunciar las marcas con las que ya estamos trabajando, pero el próximo año empezaremos a dar nombres", indica.
Este nuevo poliéster, además, una vez que la vida útil del producto en el que se incorpore llegue a su fin, podrá "reciclarse indefinidamente", asegura Frisk. Y por eso la trazabilidad será clave en este proyecto.
"No podemos controlar lo que hagan otros, pero sí aliarnos para que haya un compromiso, para que no se mezcle nuestro producto con PET virgen o con otro reciclado de manera mecánica", insiste el CEO de Reju. Porque, como apunta Mairata, ese tipo de proceso de reciclaje de poliéster repercute en la calidad. Y algo en lo que este químico insiste mucho es en que el poliéster Reju ofrece una calidad similar a la que podría verse en un producto fabricado a partir de PET sin reciclar.