Caracterizada por su plumaje mayormente pardo oscuro, excepto en la parte superior de las alas donde las plumas son blancas, el ave del que vamos a hablarte es una de las más emblemáticas de la Península Ibérica y de España. Una especie, que ha pasado de ser la más amenazada a finalmente poder salir de la lista de aves en peligro de extinción dentro de nuestro país, todo gracias a las medidas de conservación en el marco del plan de recuperación que han sido llevadas a cabo en los últimos años para aumentar el número de ejemplares.
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En el transcurso de este plan, se han implementado acciones de conservación en 38 territorios de nidificación de estas aves. Unas medidas diseñadas para minimizar el impacto de las molestias y las diversas incidencias causadas por la actividad humana que afectan a esta especie. Y es que, a diferencia de sus parientes cercanos de las zonas de Eurasia y África, esta especie no realiza migraciones.
Su principal amenaza proviene de la elevada mortalidad juvenil causada por la intervención humana. Las causas incluyen el uso ilegal de venenos, las electrocuciones en estructuras eléctricas, la escasez de conejos (su principal fuente de alimentación), la degradación y fragmentación de su hábitat, y la contaminación ambiental. ¿Aún no sabes de qué ave te hablamos?
El ave imperial y endémica en España que ha dejado de estar en peligro
Aunque en la década de 1960, esta ave imperial estuvo al borde de la extinción, con apenas unas pocas decenas de parejas en todo el país, los esfuerzos llevados a cabo en los últimos años están teniendo resultados positivos. Hablamos de la población de águila imperial en España, la cual ha experimentado un crecimiento de aproximadamente el 30% desde 2019, alcanzando las 130 parejas censadas en 2022, según datos proporcionados por la Junta de Castilla y León.
Después de la aprobación de su Plan de Recuperación en 2003, esta especie ha experimentado un notable aumento, pasando de una población mínima histórica de 16 parejas entre 1997 y 1999 a superar el centenar a partir de 2019, llegando a las 130 parejas en 2022. Un aumento en el número de ejemplares que ha estado directamente relacionada con las acciones llevadas a cabo en los últimos años con las que se han corregido tendidos eléctricos y se ha puesto el esfuerzo en una gestión forestal sostenible.
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Sin embargo y a pesar de estos logros conseguidos para que esta especie deje de estar en peligro de extinción, la especie aún enfrenta presiones significativas en la región, principalmente relacionadas con la muerte de ejemplares debido a colisiones y electrocuciones en tendidos eléctricos, así como otras causas asociadas a actividades humanas, como el uso de venenos y molestias durante la época de cría. Entre 2000 y 2022, se registraron 197 incidentes, de los cuales 161 fueron causados por motivos no naturales, siendo la electrocución en tendidos eléctricos la principal causa de mortalidad identificada, representando el 55.4% de los siniestros conocidos.
Características del águila imperial ibérica
El águila imperial ibérica presenta un plumaje predominantemente de tono pardo oscuro, excepto en la parte superior de las alas, donde cuenta con plumas blancas. La nuca muestra un matiz más claro, mientras que la cola tiende a ser más oscura. En sus primeros años de vida, las águilas jóvenes presentan un color que oscila entre el pardo y el rojizo, transformándose en un tono amarillo pajizo durante su segundo año. Con el tiempo, esta tonalidad se oscurece gradualmente hasta alcanzar la coloración adulta alrededor de los 5 años, coincidiendo con la madurez.
En estado salvaje, esta majestuosa ave tiene una esperanza de vida promedio de unos 20 años, aunque en condiciones de cautiverio ha llegado a vivir hasta los 41 años. Sus hábitats abarcan una amplia variedad de entornos, desde pinares en regiones montañosas hasta áreas de dunas y marismas en zonas costeras. Suelen preferir terrenos llanos o con relieve moderado, especialmente aquellos con una abundancia de conejos, aunque en momentos de amenaza han regresado a lugares más inaccesibles.
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Dentro de su territorio, se pueden identificar tres zonas distintas: la de nidificación, la de caza exclusiva y la de caza compartida, esta última ubicada a una mayor distancia. A diferencia de algunas aves migratorias, el águila no emigra; en cambio, cada pareja defiende su territorio de caza y reproducción, que abarca alrededor de 2.000 hectáreas.
Esta especie, que además sigue un comportamiento monógamo y que experimenta su época de reproducción entre marzo y julio. Durante este período, establecen sus nidos en las copas de árboles como alcornoques, pinos e incluso eucaliptos.
Una emblemática ave única, que a pesar del optimismo de los últimos datos y las cifras actuales, sigue necesitada de atención.