Botijo en mano, emblema de las cosas sencillas, una docena de oenegés presentaron ayer en el Jardín Botánico de Madrid el manual de supervivencia Consumo ConCIENCIA. Una guía práctica pensada para hacer más fácil la vida de la ciudadanía y de los consumidores responsables que quieren, con sus elecciones de comprar, tener un impacto positivo en el planeta.
Porque, como dijo durante la presentación la vicepresidenta del Senado, Cristina Narbona, "gota a gota se hace un río, y acción a acción se cambian los hábitos de consumo de la sociedad". Describía así el esfuerzo colectivo que requiere la transformación sostenible de nuestro modelo productivo y de consumo.
La suma de las pequeñas acciones de muchos es, a largo plazo, la única manera de llenar ese cauce que desemboca en el cambio. Este río, como apuntó ayer el ministro de Consumo, Alberto Garzón, nos obliga a vivir dentro de los límites planetarios, algo que "crea conflicto porque, a fin de cuentas, significa romper el statu quo".
Y una de las maneras de hacerlo, como se repitió una y otra vez a lo largo de la jornada, es uniendo economía y ecología. Porque, como aseguró Narbona, "no hay una sin la otra, pues ambas vienen de la misma palabra griega: oikos (casa)". Sin embargo, el ser humano ha venido perdiendo esa relación sine qua non.
En algún momento de la historia economía y ecología dejaron de ser un binomio inseparable, y olvidamos los recursos finitos del planeta al configurar nuestro modelo de consumo. Pero, como recordó el ministro, si viramos el rumbo "nos estamos jugando la propia democracia".
De ahí la importancia de empezar a transitar hacia una producción y consumo responsables. Pero también informados. Y eso es precisamente lo que quieren conseguir WWF, Fundación Global Nature, Justicia Alimentaria, Ongawa, FSC (Forest Stewardship Council), Fundación COPADE, GBCe (Green Building Council España), Plataforma por un Nuevo Modelo Energético, Amigos de la Tierra, Carro de Combate, Ecooo y la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU) con su manual de supervivencia.
Gota a gota se hace un río, y acción a acción se cambian los hábitos de consumo
Cambiar de hábitos no es tarea baladí. Una persona sola, en su casa, no puede transformar el mundo. Pero toda la sociedad sí tiene tal capacidad. Por eso las organizaciones que han creado esta guía apelan a la educación como medio para concienciar a niños, jóvenes y adultos de ese necesario cambio de modelo de consumo.
El Consumo ConCIENCIA, aseguran, está "basado en la evidencia científica y la conciencia". Es decir, en escuchar a los científicos y seguir su consejo de dejar atrás el modelo extractivo de usar y tirar, y empezar a entender la naturaleza humana dentro del "espacio finito que compartimos con millones de especies".
Un manual lleno de propuestas
Conservación y restauración de la biodiversidad, agricultura y ganadería sostenibles, justicia alimentaria, acceso al agua, bosques y recursos forestales, comercio justo, arquitectura verde, energía limpia, transporte público de calidad, el fin de la obsolescencia programada o slow fashion.
El manual de supervivencia no solo pone sobre la mesa datos de cómo todos estos aspectos del consumo dañan la salud planetaria y la humana. También ofrece soluciones tanto a nivel político como individual para hacer de este un mundo más justo y construir un futuro sostenible.
En esta guía práctica, además, las oenegés ponen de relieve el enfoque holístico de la Agenda 2030 y la necesidad de trabajar los ODS de manera transversal para "inventar un nuevo modelo y construir políticas, economías y culturas sostenibles" que proporcionen "vidas dignas para todos los seres vivos".
El reto, para los creadores del manual de supervivencia, están en "coordinar salud y economía, planeta y economía, cuidados y economía, aprendizaje y economía, justicia y economía". En definitiva, en diseñar esa nueva manera de producir y consumir de manera sostenible y responsable.
Porque, como escribe el doctor en Genética e ingeniero agrónomo José Esquinas en el prólogo de Consumo ConCIENCIA, "en un mundo en el que, querámoslo o no, el consumo es el motor de lo que llamamos desarrollo, consumir no es un acto inocuo, sino un acto político". Por eso es responsabilidad de todos convertirnos en consumidores conscientes e informados.