Cielos naranjas que parecen sacados de una película de Denis Villeneuve, parajes montañosos marcianos y coches sepultados bajo una capa de tierra. La borrasca Celia ha azotado la península ibérica con fuerza y convertido la calidad del aire de España en una de las peores del mundo. La irrupción de la calima ha provocado lo que se conoce como 'lluvia de barro' o 'lluvia de sangre'. La situación ha hecho saltar las alarmas a algunos científicos, que ven una correlación entre el cambio climático y este tipo de fenómenos meteorológicos adversos, atípicos en estas fechas.
Las previsiones, por el momento, indican que la calima irá a peor a lo largo de la tarde del martes y del miércoles 16. El jueves 17, previsiblemente, amainará, y la borrasca subsahariana se irá desplazando hasta territorio francés, alemán y holandés, e incluso podría rozar el sur de los países escandinavos.
Sin embargo, a pesar de las mejores previsiones para el fin de semana, los científicos señalan que este tipo de climatologías extremas podrían convertirse en algo recurrente debido a las consecuencias del cambio global y la crisis climática.
Así lo cree Adrián Escudero, catedrático de Ecología de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC). Él considera que fenómenos como la 'lluvia de sangre' son normales y "ayudan a la fertilización sistemática" de algunos ecosistemas, como el de la cuenca Amazónica. No obstante, señala que es muy raro y preocupante verlos con tanta fuerza en países como España, y más en estas fechas.
Escudero aduce dos razones que podrían explicar la correlación entre la calima y el cambio climático: la primera tiene que ver con "la pérdida de costras biológicas como consecuencia de la degradación antrópica de las zonas áridas y semiáridas". Si el ser humano daña este tipo de ecosistemas, puede provocar perturbaciones en el clima.
Un ejemplo de ello lo vivió el centro de Estados Unidos a finales de los años 20, con la mítica Dust Bowl que cubrió de arena algunos estados, como Oklahoma. "Tuvo que ver, básicamente, con la degradación, la roturación y la sobreexplotación de los campos", sostiene el científico.
Disminución de la superficie glaciar
"La destrucción de las costras biológicas hace que este fenómeno sea mucho más frecuente", añade Escudero. "En segundo lugar, se puede relacionar el cambio del clima [con la calima] porque el régimen de las dinámicas atmosféricas se ha transformado, y ello implica la pérdida de fuerza de la corriente en chorro y los desplazamientos de las celdas anticiclónicas. Todo esto hace que los procesos de movilización del polvo normales cambien de ubicación, se produzcan cambios espaciales y haya modificaciones en la temporalidad. A eso se le llama cambio climático".
"Pintar de rojo los glaciares de zonas de montaña hace que aumente el deshielo", apunta el ecólogo de la URJC Adrián Escudero
Más allá de los efectos adversos que el polvo pueda generar en la salud humana, la lluvia de sangre puede provocar un ciclo de degradación climática si se da en zonas que no están acostumbradas a este tipo de fenómenos meteorológicos, como son las zonas montañosas.
"En algunos casos [este tipo de lluvias de tierra] son importantes para mantener la fertilidad primaria de muchos sistemas, pero también genera depósitos de polvo en zonas de montaña donde hay glaciares", explica Escudero. "¿Qué pasa cuando ocurre eso? Que disminuye el albedo y, en consecuencia, con la misma irradiación solar, se produce un aumento del deshielo. Pintar de rojo los glaciares de zonas de montaña hace que aumente el deshielo. Funciona de forma sinérgica con el resto de motores de cambio global. Al final está todo conectado".
Una de las peores calimas de España
Rubén del Campo, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), considera que no hay suficientes estudios científicos que demuestren una correlación entre el cambio climático y el aumento de este tipo de fenómenos, pero sí que lo considera una premisa válida y justificable. "No se acaba de observar una tendencia clara, aunque sí que es cierto que en los últimos 100 años la superficie fuente del polvo, el Sáhara, ha aumentado su extensión un 10%", señala en declaraciones recogidas por EL ESPAÑOL.
"Está claro que se trata de una entrada muy intensa", señala Rubén del Campo, portavoz de la AEMET
"Terrenos más áridos son una mayor fuente de partículas de polvo, y el aumento de las temperaturas aumenta la aridez. También influye la frecuencia e intensidad de los patrones meteorológicos: es decir, la profundidad de las borrascas y su ubicación, que son las que originan los vientos necesarios para que llegue el polvo". No obstante, Rubén del Campo señala que aún hay "muchas incertidumbres sobre cómo está afectando el cambio climático" a la modificación de los patrones de frecuencia e intensidad de las borrascas que favorecen la entrada de polvo.
Sobre si esta es la peor calima que ha vivido España, todo apunta a que sí, aunque indica que los registros no son cien por cien fiables, así que muestra cautela. "Es difícil determinarlo", sostiene el portavoz de la AEMET.
"Lo cierto es que ha habido otras entradas intensas. En un estudio realizado por la delegación de la AEMET en Murcia, se constata que en los episodios que dieron lugar a lluvias de barro entre 2003 y 2017, el máximo espesor óptico fue de 1,9 unidades. La previsión del martes en Murcia podría superar las 3 unidades. Está claro que se trata de una entrada muy intensa, aunque no contamos con datos demasiado extendidos en el tiempo a muy largo plazo para poder sacar conclusiones más significativas".