La barbarie que está sembrando la guerra de Ucrania en el corazón de Europa y la crisis energética por la que atraviesa buena parte del mundo vuelven a alejar la atención de la crisis climática. Pero sigue ahí y se está acelerando. Los científicos de Naciones Unidas advierten en su último informe que las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) han alcanzado niveles nunca vistos en los últimos 10 años.
En 2019, el último año analizado, los científicos del Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC) aseguran que los contaminantes atmosféricos han alcanzado las 59 gigatoneladas. Esto es un 154% más de emisiones con respecto a las del año 1990, lo que quiere decir que el mundo se ha calentado a un ritmo sin precedentes en sólo tres décadas.
Son las conclusiones que han extraído los más de 270 expertos tras revisar en torno a 34.000 artículos científicos a nivel mundial. En su última entrega, publicada hoy, alertan de que sin un fortalecimiento de las actuales políticas de reducción de emisiones en todos los sectores, limitar el aumento de la temperatura media global a 1,5 °C –respecto a niveles preindustriales– será difícil de alcanzar en esta década.
Los próximos cinco años son críticos. Las emisiones deberían alcanzar su pico máximo en 2025 y reducirse en un 43% para 2030. A su vez, el metano, uno de los gases de efecto invernadero más contaminantes (incluso más que el CO₂), debería reducirse en aproximadamente un tercio.
Aunque se lleven a cabo estas medidas de mitigación, reza el informe, es posible que se supere “temporalmente” el límite de temperatura marcado por el Acuerdo de París (1,5 °C). No obstante, el mundo podría volver a estar por debajo de él para finales de este siglo.
Como apunta el documento, la temperatura global se estabilizará cuando se alcancen las cero emisiones netas de dióxido de carbono. Si se consigue cumplir el límite de 1,5 °C por encima de la temperatura preindustrial, ese objetivo se lograría a principios de la década de 2050; con 2 °C, a principios de 2070.
Jim Skea, copresidente del tercer grupo de trabajo del IPCC, advierte de que es el momento de actuar: “Es ahora o nunca”, sentencia. De acuerdo a las conclusiones del informe, será “imposible” limitar el calentamiento global a un umbral seguro si no se toman medidas inmediatas.
Hay que recordar que, en un escenario de aumento de la temperatura media global por encima de 1,5 °C, advertía de consecuencias devastadoras en todo el mundo. Entre otras cosas, un aumento de los fenómenos meteorológicos extremos, un cambio radical en las temperaturas y un aumento del nivel del mar peligroso.
En España, por ejemplo, la ONU alertaba en su entrega del pasado mes de agosto que, de seguir al ritmo actual de emisiones, se prevén para 2050 hasta 20 días más al año con temperaturas por encima de los 35 °C y entre cinco y 10 días más con niveles superiores a los 41 °C. ¿Las consecuencias? Más sequías, más incendios e inundaciones que pueden acabar engullendo buena parte de nuestra costa.
Una transición energética inevitable
Las estrategias de mitigación que podrían alejarnos de los peores efectos del cambio climático pasan por una transición de los combustibles fósiles hacia fuentes de energía de muy bajo o, incluso, cero contenido en carbono.
Como refleja el informe, la reducción de las emisiones de GEI en todo el sector energético requiere transiciones importantes, incluida una reducción sustancial en el uso general de combustibles fósiles, el despliegue de fuentes de energía de bajas emisiones, el cambio a fuentes de energía alternativas (como el hidrógeno) y la eficiencia y conservación de la energía.
Según los expertos, desde 2010, ha habido disminuciones sostenidas de hasta un 85% en los costos de energía solar, eólica y baterías. Una gama cada vez mayor de políticas y leyes ha mejorado la eficiencia energética, reducido las tasas de deforestación y acelerado el despliegue de energía renovable.
La reducción de las emisiones de GEI en todo el sector energético requiere una reducción sustancial en el uso general de combustibles fósiles
Por tanto, ahora “nos encontramos en una encrucijada”, alerta Hoesung Lee, presidente del III Grupo de Trabajo del IPCC. El experto está convencido de que contamos con las herramientas y los conocimientos necesarios para limitar el calentamiento global y asegurarnos un futuro habitable.
Algo que, inevitablemente, va de la mano de la financiación de los gobiernos dedicada a la mitigación del cambio climático a nivel mundial. La actual es de tres a seis veces inferior a los niveles necesarios en 2030 para limitar el calentamiento a menos de 2 °C. Y, sin embargo, hay suficiente capital global y liquidez para cerrar estas brechas de inversión.
El III Grupo de Trabajo del IPCC señala además que contar con las políticas, la infraestructura y la tecnología adecuadas para permitir cambios en nuestro estilo de vida y comportamientos pueden resultar en una reducción del 40% al 70% de las emisiones para 2050. Esto, apuntan, “es un importante potencial sin explotar”.
Las ciudades y otras áreas urbanas, por ejemplo, también ofrecen importantes oportunidades para la reducción de emisiones. Hay que tener presente que algunas opciones de respuesta pueden ser absorber y almacenar carbono y, al mismo tiempo, ayudar a las comunidades a limitar los impactos asociados al cambio climático.
Por ejemplo, en las redes de parques y espacios abiertos de las ciudades, los humedales y la agricultura urbana pueden reducir el riesgo de inundación y reducir los efectos de isla de calor.
Al final, el cambio climático es el resultado de más de un siglo de estilos de vida y patrones de consumo y producción insostenibles. Esta tercera entrega del sexto informe del IPCC muestra así cómo el hecho de tomar medidas ahora puede llevarnos hacia un mundo más justo y sostenible.