El chef José Andrés es una de las figuras más queridas, respetadas y admiradas del mundo. Su persistencia a la hora de aterrizar en zonas de conflicto para alimentar a los más necesitados le han convertido en una figura que roza lo heroico. Para algunos se trata de un cocinero que ha aprovechado las circunstancias para hacerse famoso; otros, sin embargo, lo ven como una suerte de cruzado que se ha propuesto acabar con el hambre en países en crisis. En esta última línea, y como homenaje a su trayectoria solidaria, National Geographic Films le ha dedicado un documental que hoy llega a Disney+: Alimentando al mundo.
Esta obra de hora y media explora los inicios en la cocina del chef, desde que emigró desde su España natal hacia Estados Unidos con 26 años para ganarse la vida con un bar de tapas en Washington D.C.
Muchos pensaban que era un loco con ínfulas de grandeza o un excéntrico que buscaba fama. Ni lo uno ni lo otro: tras aquel chaval enérgico e impulsivo se escondía un chamán de los fogones con un corazón gigante. José Andrés se subió a la rueda mediática, triunfó con sus tapas españolas y aprovechó el tirón de su negocio para hacer cameos en numerosos programas de televisión y realities.
Con el tiempo su carrera se afianzó. José Andrés empezó a ser sinónimo de calidad. Hoy tiene una treintena de restaurantes que se encuentran entre los más lucrativos de América. No hay mejor embajador de la cultura gastronómica española en Estados Unidos.
Acabar con el hambre
Algo cambió cuando en 2010 un terremoto sacudió Haití, mató a más de 200.000 personas y dejó a millones sin suministro energético y alimentario. El popular chef cogió a su equipo, que por aquel entonces estaba formado por un grupo de voluntarios, y se trasladó a Puerto Príncipe para invertir toda su energía y dinero en cocinar para una población devastada por la catástrofe natural.
Bajo el lema "a todos nos une el plato de comida", el cocinero decidió fundar la World Central Kitchen, oenegé que desde 2010 ha participado en un buen puñado de actos solidarios en todo el mundo. Donde hay un lugar en conflicto, José Andrés está tras los fogones para ayudar a las personas más necesitadas. "Si hay una lucha para que gente hambrienta pueda comer, allí estaremos", exclama durante uno de los momentos cruciales del documental.
No obstante, su objetivo es realista. No es condescendiente ni quiere sentirse como un salvador o alguien a admirar. Al contrario: cada vez que pisa un país se da cuenta de que hay que tratar a la gente con dignidad; ayudar al necesitado a salir adelante por sí mismo. Siempre con humildad.
Porque José Andrés quiere cambiar el mundo, pero sabe que no puede regalar eternamente comida. "Lo que quiero conseguir es simple: ¿cómo puedo empoderar a los países? No podemos seguir pensando en que vamos a dar de comer gratis a las personas".
"Necesitamos crear sistemas en los que el pueblo se haga cargo de su propia situación [...] Cuando nos vamos, cuando el gran hombre blanco y sus organizaciones sin ánimo de lucro se marchan de esos países", dice con sorna el popular cocinero, "debemos cerciorarnos de que lo que dejamos atrás sigue adelante por su propia cuenta. Ese es mi sueño".
Tras todos estos años, el mundo ha visto al chef José Andrés rendir homenaje a los principios del ODS 2 (hambre cero) tras ayudar a los ciudadanos de Bucha durante la masacre rusa en Ucrania. También al alimentar a los tripulantes de los barcos varados en Oakland durante los primeros meses de la Covid-19.
Su figura brilló en los medios, igual que cuando apareció como un ángel guardián en Carolina del Norte durante las inundaciones de 2021. O en Guatemala, en 2018, tras la erupción del Volcán de Fuego. Hasta se trasladó a Puerto Rico después de que el huracán María cercenara la vida de casi 5.000 personas y dejase sin luz, agua y comida a otras decenas de miles en todo el país.
El lado íntimo de José Andrés
El popular director Ron Howard, autor de taquillazos como El código Da Vinci o Una mente maravillosa, reconstruye la trayectoria profesional del famoso cocinero desde que era un avezado veinteañero hasta el personaje de referencia internacional al que hoy le han aupado los medios.
Para confeccionar ese mosaico sobre la auténtica naturaleza de José Andrés, Howard entremezcla imágenes de archivo, entrevistas con algunos de sus seres queridos y colaboradores, entre ellos su esposa Patricia y sus tres hijas, Carlota, Inés y Lucía, con las declaraciones del propio chef, a quien entrevista a la par que sigue sus periplos solidarios por el mundo.
Es precisamente su familia, eterno apoyo del chef en cada uno de sus viajes, la que hace el retrato más íntimo de José Andrés, con sus luces y sombras. Sus hijas explican lo raro que es tener un padre tan impulsivo que se pone el chaleco para viajar a la otra punta del mundo para asistir a los demás. A veces, confiesan, no sabe si volverá. Cuando no contesta, esperan uno de sus tuis para comprobar que está bien.
Lamentablemente, los años y las tragedias en el mundo le pasan factura. "Llegó un punto en el que se rompió", confiesa su esposa. Fue durante su viaje a Puerto Rico, ante la falta de asistencia de oenegés internacionales, que no querían darle dinero. La impotencia le hizo caer rendido.
De hecho, durante uno de sus viajes más difíciles, el cocinero español compartió un vídeo en sus redes sociales en el que aparecía gritando a la cámara, mientras suplicaba ayuda para los hambrientos entre sollozos. Se hizo viral. Su persistencia y entrega al final consiguieron que World Central Kitchen recibiera fondos por parte de otras instituciones humanitarias sin ánimo de lucro.
Sombras y críticas
A pesar de los grandes logros cosechados por José Andrés en todo el mundo y la ayuda que ha proporcionado a las personas que más lo necesitan, su trabajo en países en crisis no ha estado exento de críticas. Tras su llegada a Puerto Rico en 2017, algunos medios de comunicación le acusaron de lucrarse con aquellos viajes solidarios. Decían que había más pose que solidaridad.
De hecho, durante una encerrona en una radio puertorriqueña, el presentador le soltó en directo: "He escuchado de usted que es un buscón, un pillo, que vino aquí a hacer dinero". ¿La acusación? Que se llevaba dinero para su bolsillo de las oenegés que le financiaban, algo que, según él, es completamente falso.
"Nunca he cobrado un duro de una organización", respondió tajante. Y añadió: "Cuando me tomo un ron sour en el hotel por la noche, me lo pago yo. Cuando me fumo un puro al final de la noche, me lo pago yo".
Minutos antes recordaba una frase que define a la perfección la auténtica personalidad de José Andrés: "Se me da bien ver oportunidades donde otros ven caos; identificar grandes problemas y entender que tienen soluciones simples".