El humo de los incendios que asolaron Australia desde diciembre de 2019 hasta enero del siguiente año llegó hasta la propia Sudamérica. Las imágenes satelitales mostraban un episodio negro de incendios, el peor de la historia del país. Las llamas devoraban todo lo que encontraban a su paso. 18 millones de hectáreas calcinadas que acabaron con la vida de 26 personas y casi 3.000 millones de animales.
Un estudio de Nature publicado ahora revela que eventos dramáticos como este no solo han creado una auténtica catástrofe en tierra. La composición del humo de importantes incendios forestales como estos de Australia promueven reacciones químicas que contribuyen a la destrucción del ozono estratosférico. Un hallazgo preocupante, porque estos sucesos naturales, cada vez más intensos y frecuentes por el cambio climático, pueden retrasar la recuperación del ozono a medida que el clima se calienta.
Según los datos satelitales analizados por los investigadores, la composición de enormes columnas de humo de importantes incendios forestales causaron cambios en la composición de la atmósfera superior, incluidos los niveles de ozono. Este es un gas que forma una capa protectora alrededor de la Tierra y protege la vida terrestre de la dañina radiación ultravioleta.
No obstante, como señalan los científicos que han publicado el estudio, el mecanismo de cómo el humo de los incendios forestales podría contribuir al agotamiento del ozono sigue siendo incierto. Según Solomon y sus colegas, la mezcla de químicos presente en el humo de estos fenómenos naturales mejora la activación de los radicales de cloro, moléculas que pueden destruir el ozono.
Los autores han probado su hipótesis comparando las observaciones atmosféricas con simulaciones de modelos que reproducen el agotamiento del ozono observado durante los incendios forestales de Australia. Así, sus hallazgos indican que la química de los aerosoles de estos eventos tiene el potencial de contribuir al agotamiento del ozono.
En total, tras los incendios australianos de 2019 y 2020, la capa de ozono se volvió a abrir un 10%. Si a estos eventos, se suman los acaecidos este año en gran parte del mundo, la información científica nos sugiere que la capa de ozono se estaría viendo cada vez más debilitada por estos fenómenos extremos cada vez más frecuentes y su reacción con otros gases como los emitidos por las fábricas en forma de clorofluorocarbonos (CFC).
Los datos revelados ahora por estos investigadores en la revista Nature vienen a poner entre comillas lo publicado recientemente por Naciones Unidas. Como contamos en EL ESPAÑOL, un grupo de asesores científicos aseguró que el agujero de la capa de ozono comenzaba a cerrarse. Y no solo eso, sino que ponía fecha para su recuperación total: el año 2066.
No obstante, estos mismos investigadores dieron cuenta de un importante mensaje: este gran avance sucedería sólo si se mantienen las políticas de protección de la capa de ozono y de restricciones de químicos que actualmente están en vigor. A esta alerta, tras los resultados publicados en Nature, habría que añadir la importancia de prevención y gestión de incendios forestales para evitar que sus enormes humaredas de humo interaccionen con el ozono que nos protege.
Hay que recordar que el Protocolo de Montreal de 1989 fue un acuerdo internacional que puso un límite al daño de la ozonosfera sobre el Antártico. Con él, se prohibieron los químicos más dañinos para la atmósfera terrestre, los que provocaron la aparición del archiconocido agujero de la capa de ozono. Ahora, tras aquel acuerdo, el 99% de las sustancias consideradas prohibidas han dejado de utilizarse.
Aún así, hay otro peligro acuciante, y es que la previsión es que el cambio climático cree las condiciones idóneas para que se produzcan incendios forestales cada vez más devastadores, incontrolables y frecuentes. Por este motivo, tomar las medidas necesarias para luchar contra el calentamiento global se vuelve una prioridad, y el reciente estudio publicado es una prueba más del nivel de peligro al que nos enfrentamos y la urgencia de hacerle frente.