Rusia sufrió en 2010 la peor sequía en décadas. La falta de agua secó un terreno equivalente a Portugal y redujo las cosechas de trigo de ese año de una manera drástica. Hoy sabemos que aquella fue una sequía repentina que condujo a una rápida y severa desecación de la superficie terrestre en un momento especialmente sensible: el del crecimiento de los cultivos de trigo y primavera que, a consecuencia de este evento, redujo su rendimiento en un 70%.
Ahora, los nuevos hallazgos, publicados hoy en la revista científica Communications Earth & Environment, han modelado los riesgos de sequías repentinas futuras bajo los distintos escenarios de emisiones de gases de efecto invernadero –los que atrapan el calor del sol–. Y, especialmente, han estudiado sus impactos sobre los campos de cultivos.
Estas proyecciones identifican algunos “puntos críticos” como es el caso de la Península Ibérica, el este de la Amazonía o Indochina, donde las sequías repentinas –también conocidas como flash– tendrán un riesgo de aumento mucho más significativo que en otras zonas. No obstante, en clave de regiones, Europa y América del Norte es donde se prevé un aumento mayor.
En el caso de las condiciones más extremas de emisiones de gases, es decir, en el que siguen aumentando y no logramos controlarlas, el estudio encuentra un aumento del 32 % en 2015 al 49 % en América del Norte y del 53 % en Europa para 2100. Estos datos reflejan así un mayor riesgo proyectado para las tierras de cultivo puede ejercer una mayor presión sobre los sistemas alimentarios.
Como explica el estudio, las sequías repentinas ocurren cuando se produce una falta de lluvia junto con altas tasas de evaporación, lo que provoca un rápido secado de la superficie de la tierra. La velocidad del desarrollo de las sequías repentinas en comparación con las sequías convencionales significa que a menudo no hay suficientes advertencias para implementar estrategias de mitigación, lo que puede poner en riesgo las tierras de cultivo.
Recientemente, otro estudio publicado en la revista Science, analizaba los datos disponibles desde 1951 para conocer el avance de estas sequías flash. Sus conclusiones arrojaron que, cada vez más, se estaban desarrollando también en regiones húmedas y que, en general, habían aumentado su frecuencia en el 74% de la superficie del planeta, sin contar con los polos.
Lo encontrado ahora por Jordan Christian y sus colegas evaluaron cómo podría cambiar la ocurrencia de estas sequías repentinas y estimaron el riesgo global de sequías repentinas bajo diferentes simulaciones de modelos climáticos globales.
Para ello, los autores analizaron simulaciones históricas de sequías repentinas (entre 1850 y 2014), y proyectaron ocurrencias futuras de sequías repentinas desde 2015 hasta 2100 bajo tres escenarios diferentes de 'Rutas socioeconómicas compartidas' (SSP).
Estas vías, denominadas SSP126, SSP245 y SSP585, exploran cómo podría cambiar el mundo bajo diferentes conjuntos de políticas climáticas y van desde un escenario sostenible hasta un escenario de altas emisiones. No obstante, en los tres escenarios, se proyectó que las sequías repentinas aumentarían entre un 6% y un 9,5% hacia finales de siglo.
Los autores también encontraron que se prevé que el riesgo de sequía repentina aumente para las tierras de cultivo mundiales entre 2015 y 2100 en comparación con el período histórico. En el escenario de emisiones más altas, el riesgo anual de sequías repentinas en tierras de cultivo en Europa aumentó del 32 % en 2015 al 53 % en 2100, mientras que en América del Norte aumentó del 32 % al 49 %. África, Asia y América del Sur también experimentaron aumentos sustanciales en los riesgos de sequías repentinas. El escenario de altas emisiones proyecta peores resultados que los dos escenarios menos extremos.
Los autores sugieren que a medida que aumenta la población mundial, la demanda de alimentos y los cambios en las sequías repentinas pueden ejercer presión sobre la seguridad alimentaria.