Hay una cuestión que despierta resquemor entre las distintas administraciones y entre partidos de distinto color político: hasta qué punto pueden los países llevar a cabo medidas más estrictas para mejorar la calidad del aire. Es lo que se está debatiendo estos meses en el seno de la Unión Europea. Unas conversaciones que cristalizarán en una nueva directiva para aproximarse a los límites máximos que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS) por ser menos dañinos para la salud y los ecosistemas.
Mientras hoy se reúne el Consejo de Medioambiente de la UE al respecto, se han podido conocer datos oficiales preocupantes de un informe anual sobre la calidad del aire en 2022 que elabora la organización Ecologistas en Acción. Las distintas administraciones -a excepción de la de Las Palmas y el Gobierno de Murcia- han facilitado información de hasta 777 estaciones de medición de España y las conclusiones no son muy halagüeñas: la contaminación ha vuelto a repuntar.
El estudio comprueba cómo, con respecto a 2020 y 2021, la calidad del aire en España ha empeorado en los principales contaminantes analizados. Entre ellos están las partículas respirables inferiores a 10 micras (PM10) e inferiores a 2,5 micras (PM2,5), así como el ozono y el dióxido de nitrógeno (NO2), aunque hay que precisar que en el caso de los dos últimos los niveles no han empeorado con respecto a los años anteriores de la pandemia.
Llama la atención la situación límite que se ha vivido en Canarias con respecto a las PM10 durante el último año, con los mayores niveles registrados. No obstante, no han sido los únicos, porque al menos una treintena de estaciones de todo el país presentaron hasta 2.500 superaciones del umbral de alerta establecido este año. Desde la organización comentan que estos excesos están relacionados con una mayor estabilidad atmosférica y una reducción de las precipitaciones que permiten una mayor presencia de polvo en suspensión y episodios de calima procedentes del norte de africano.
Las más pequeñas, las PM2,5, son las que, al respirarlas, pueden acumularse en los alveolos pulmonares y pueden causar problemas respiratorios, sobre todo en la población más vulnerable (niños, ancianos, enfermos crónicos o embarazadas). Pues bien, los datos también reflejan una importante superación de los límites legales hasta ahora en España en prácticamente la totalidad del territorio. Están relacionadas con cuestiones como la combustión de gasoil y el rozamiento de neumáticos y frenos.
Con el tráfico motorizado también está relacionado el NO2, que aunque se redujeron en torno a un 20% respecto al promedio entre 2012 y 2019, lo cierto es que se han ido cumpliendo nuevas superaciones. Es de resaltar el caso de Barcelona, que volvió a incumplir los niveles legales, y el de Madrid, que se situó al borde el incumplimiento.
Por último, el ozono también afectó a una mayor extensión y a una mayor población durante el último año. Los niveles han repuntado con respecto a los dos últimos años, aunque es cierto que si se compara con el promedio prepandemia, los datos cambian y se registra una reducción de en torno al 20%.
Hay que recordar que este contaminante está muy relacionado con los episodios de calor. La reacción entre una radiación solar intensa como la del pasado verano y otros contaminantes procedentes de la actividad humana –como el transporte o actividades industriales– le convierte en uno de los gases más peligrosos y de los que más atención reciben por las agencias de salud a nivel mundial.
En todo caso, el aumento de la contaminación por ozono malo puede generar graves daños irreversibles en el pulmón e incluso está relacionado con el aumento de la mortalidad diaria y la mortalidad por accidente cardiovascular. Según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), cada año se producen entre 1.500 y 1.800 muertes prematuras a causa de los altos niveles de contaminación.
Los límites 'seguros', a debate
La OMS volvió a endurecer los niveles de contaminantes recomendables en 2021. Unos nuevos estándares que planteaban mayores exigencias con respecto a la presencia de NO2, de las partículas en suspensión PM10, PM2,5 y el ozono. Para hacernos una idea de lo que esto supone, bajo esas nuevas recomendaciones -mucho más estrictas que las vigentes en España-, toda la población española habría respirado en 2022 niveles peligrosos.
Como resultado de los nuevos estándares de la OMS, la UE propuso revisar su directiva de calidad del aire y establecer nuevos valores límites. De momento, la Comisión Europea ha propuesto unos intermedios entre los de la OMS y los que ya existen. De aprobarse esos niveles, la población española que habría respirado aire contaminado por encima de lo permitido sería de en torno a un 80%. Es decir, al ritmo actual, no seríamos capaces de cumplir la directiva europea.
Desde Ecologistas denuncian, además, que los Planes de Mejora de Calidad del Aire para reducir la contaminación -obligatorios según la legislación vigente-, en muchos casos no existen y, en otros, apenas tienen efectividad. En total, apenas se cuentan 10 con estos planes. Y ello a pesar de que, como denuncian, ya se están recibiendo hasta 1.500 millones de euros de los fondos europeos Next Generation.
Como recuerda la organización, la única forma de mejorar la calidad del aire en las ciudades es disminuir el tráfico motorizado, potenciando la movilidad activa peatonal y ciclista y el transporte público limpio. Además, también es necesario promover otras acciones como el ahorro energético, cerrar las centrales térmicas de combustibles fósiles, penalizar el diésel o reducir el uso del avión, entre otras.
Asimismo, recuerdan que la crisis sanitaria de la Covid–19 ha demostrado que la reducción estructural del transporte y la descarbonización de la industria y los edificios son las mejores herramientas para mejorar la calidad del aire que respiramos, en las ciudades y en las zonas rurales. Por tanto, "el repunte en 2022 de la contaminación del aire es un indicio preocupante de que no hemos aprendido lo suficiente de la dramática experiencia vivida durante la pandemia".