El jueves 1 de febrero de 2024 pasará a la historia como el día en que Cataluña declaró la emergencia por sequía en 200 municipios. Las regiones de Girona y Barcelona han entrado ya en esta fase que vaticina unas intensas restricciones de agua en las localidades que las conforman, incluida la Ciudad Condal.
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Un total de seis millones de personas vivirán, a partir del viernes 2 de febrero, en este estado de emergencia por sequía. Empieza, así, el verano más largo para los catalanes. En la estampa que dejarán las restricciones del uso del agua destacan las piscinas vacías, los campos de fútbol sin regar y, sobre todo, los grifos con una presión reducida, nunca vista para algunos.
La quiebra hídrica que vive parte de la comunidad autónoma es, cuando menos, paradójica. Por un lado, las zonas de Lleida y Tarragona viven nutridas por el caudal del Ebro, el que más agua lleva de España, a pesar de que haya visto tiempos mejores. Los pantanos que abastecen a esta Cataluña, los de la Confederación Hidrográfica del Ebro, por el momento, siguen teniendo capacidad para que el agua fluya: están al 41,58% de su capacidad.
Por otro lado, la Cataluña de la quiebra hídrica, la tierra de la sed y el barro que se convierte en polvo, se encuentra en las cuencas interiores. El sistema Ter-Llobregat y los embalses que abastecen a las regiones de Girona y Barcelona se encuentran, según datos de la Generalitat y el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco), en riesgo crítico.
Desde el verano de 2022, el nivel de agua del Ter y Llobregat se encuentra en caída libre, casi ininterrumpida. Las precipitaciones han sido escasas en la zona en el último año, y a finales de enero de 2024 la situación se ha vuelto crítica: su capacidad hídrica se encuentra en el 16,3%. En concreto, se sitúa en los 99,89 hectómetros cúbicos (hm3), cuando la frontera del riesgo se sitúa en los 100 hm3.
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¿Qué es la quiebra hídrica?
La quiebra hídrica, explican los expertos consultados, no sería otra cosa que el desajuste entre la demanda y la oferta de agua. La falta de precipitaciones y la sequía han llevado a Barcelona y Girona a consumir más de este recurso del que sus embalses son capaces de almacenar.
Otros lugares de España, como las cuencas del Guadiana, del Guadalquivir, las mediterráneas andaluzas, la del Segura y la de Guadalete-Barbate, se encuentran también acercándose peligrosamente a esta quiebra hídrica. Específicamente, sus cuencas se encuentran a una capacidad del 32,8%, 21,3%, 18,3%, 18,1% y 14,6% respectivamente.
¿Qué implica la emergencia por sequía?
La emergencia por sequía declarada en Cataluña llega tras meses luchando por intentar evitar esta situación. Según ha asegurado el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, durante la declaración de la misma, el "esfuerzo ha valido la pena". De lo contrario, ha insistido, "estaríamos mucho peor".
El decreto que establece la emergencia incluye medidas de urgencia a corto y medio plazo. Y, en definitiva, establece una nueva realidad climática para las regiones de Girona y Barcelona. En los próximos meses, la vida de los catalanes cambiará sobremanera. Y esto podría vaticinar el futuro de otras zonas del país que podrían ver como sus precipitaciones varían por culpa del calentamiento global.