Durante los últimos años, cuando me he sentado a reflexionar sobre el mañana, entendiéndolo como una frontera difusa, no he podido evitar configurar escenas prácticamente de terror. Muy lejos de hacerme una idea futurista del mundo, como muchas veces vemos en cine, he podido imaginar una vuelta atrás.
Hay quien pueda pensar que estoy loco, que el crecimiento está implícito en la evolución humana y del mundo. Pero lo que yo me pregunto, ¿es una evolución positiva? Si la respuesta es no, o incluso no sé, hay que moverse, aunque eso suponga salir de la zona de confort.
Y es que la idea de anteponer la preservación del Estado de bienestar a lo puramente económico no es cómoda. Requiere romper con esa visión cortoplacista del mundo que nos impide pararnos un momento a observar el futuro con perspectiva, requiere ser consciente de que cada pequeña decisión que tomamos en el día a día, incluso la cosa más simple, tiene un impacto en el futuro.
Podríamos asemejarlo en cierta medida al famoso efecto mariposa, un concepto vinculado a la teoría del caos según el cual el aleteo de un insecto en Hong Kong puede desatar una tempestad en Nueva York… En definitiva, que una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, puede generar un efecto considerable a medio y corto plazo.
Solo entonces, cuando abandonamos la velocidad, podemos darnos cuenta de la coherencia que se necesita a la hora de tomar decisiones en todos los ámbitos (personal, laboral, medioambiental, etc.) y todos los roles (consumidor, empresa, instituciones, etc.) de nuestra vida. Eso es la competitividad sostenible: parar, respirar, abrir los ojos y e intentar ver el horizonte, el legado que estamos dejando, en cada paso que damos.
Esto es importante para todos, para cada una de las personas que habitamos el mundo, pero en especial es importante para las empresas cuyas decisiones afectan no a una, sino a miles, incluso millones, de personas. Para ellas quedarse en la zona de confort y abandonar la idea de futuro no es una opción.
La competitividad sostenible pide modificar los criterios, filosofías y relaciones que se tienen con productos, proveedores, empleados. Pide transparencia para establecer los precios, para que el cliente pueda conocer con claridad cómo se configuran y si para esa configuración se han tenido en cuenta criterios sociales, medioambientales y de gobernanza.
Cada pequeña decisión que tomamos en el día a día, incluso la cosa más simple, tiene un impacto en el futuro
Pide precios competitivos, pero no a cualquier precio. Hay que apostar por la innovación tecnológica, por el talento, por la creatividad y la excelencia. Debemos dar a nuestros productos o servicios un valor añadido diferenciador y competitivo.
La competitividad sostenible exige que los diferentes reguladores, legisladores y poderes públicos establezcan las mismas reglas del juego a todos los agentes que compiten en el mercado. Pide poner la casa patas arriba desde dentro en una transición nada sencilla pero necesaria.
Para hacer entender este complejo concepto de vorágine que nos impide ver más allá, para entender que estamos sacrificando el futuro de nuestras generaciones venideras, no se nos ocurría nada más gráfico que una niña que se ahoga.
Bihar, esa niña de 10 años que se ahogaba hace unas semanas en la ría de Bilbao, es nuestra hija, nuestra nieta, nuestra bisnieta, es nuestra ciudad, nuestro país, es nuestro mundo.
Todos los que pasaban por allí y veían la escultura quedaban estupefactos, medios de comunicación de todo el mundo lo calificaron como angustioso.
Así de terrorífico puede ser lo que hagamos a nuestro futuro y confío en que esta iniciativa, que siento muy mía y de la que estoy muy orgulloso, nos sirva como punto de inflexión para mirarnos hacia dentro, reflexionar y poner de nuestra parte todo lo que está en nuestras manos para impulsar comportamientos sostenibles que nos ayuden a conseguir un futuro mucho mejor.
Tanto la colocación de la escultura como el cortometraje Elegir el mañana-Etorkizuna aukeratu son de los proyectos más importantes que hemos llevado a cabo en BBK con el fin de reflejar una filosofía, una forma de actuar, que en nuestra entidad llevamos practicando y defendiendo desde hace más de cien años.
Con ello queremos generar un debate en la sociedad sobre hasta qué punto cada decisión que adoptamos en nuestro día a día, determina el futuro que estamos construyendo y que dejaremos a las próximas generaciones.
La misión de Elegir el mañana-Etorkizuna aukeratu es la de centrar la atención en un problema que nos concierne a todas y todos. En nuestras manos está decidir si nos hundimos o nos mantenemos a flote.
*** Xabier Sagredo es presidente de BBK.