Hace aproximadamente 10.000 años que el ser humano comenzó a cultivar, produciendo en aquel momento la revolución agrícola o la revolución del Neolítico. Por aquel entonces, pasamos de ser nómadas cazadores y recolectores, a domesticar animales para nuestra alimentación, gestionar campos de cultivo y generar los primeros asentamientos humanos.
Este proceso revolucionario fue lento y sólo podía producirse a través de la generación de conocimiento compartido. Este periodo termina con la aparición de la escritura en el 900 a.C., lo cual ya permite que el conocimiento compartido vaya más allá de las personas que tienen relaciones y pueda compartirse con otras que ni siquiera se conocen.
Hoy estamos en el final del 2021, y como especie tenemos una gran capacidad de comunicación, es más, estamos en la denominada era de la información o de la comunicación.
Gracias a vivir en esta era, nuestra información puede recorrer el mundo y llegar a un receptor en pocos segundos. Esta gran capacidad es, sin duda, la que nos llevará a nuestra próxima evolución como especie.
Esta nueva evolución como especie se basa en establecer un equilibrio entre los miembros de la misma. En los últimos siglos, hemos generado una serie de desequilibrios basados principalmente en 3 bloques: desequilibrio económico, desequilibrio social, desequilibrio medioambiental.
Estos bloques son las principales causas de que a nivel planetario, nuestra especie pueda realmente generar problemáticas que pongan en peligro su existencia futura.
Sin duda, como especie hemos trabajado juntos para poder solventar retos globales, por ejemplo, hemos pasado en 10.000 años a vivir en cuevas cazando y recolectando a poder explorar el espacio e incluso vivir en él a través de la Estación Espacial Internacional (EEI).
Pero estas evoluciones, no habrían podido darse sin nuestra capacidad innata de trabajar en equipo y por un propósito común. Algunas especies trabajan en equipo, pero sólo con los miembros de su manada. El ser humano tiene la capacidad de trabajar en equipo incluso con miembros de otras culturas, de otros países, siempre y cuando se tenga ese propósito común.
Pues bien, hoy tenemos un propósito común, y me atrevería a decir que uno de los más fuertes que nunca hemos tenido: nuestra supervivencia como especie en este planeta. Suena drástico admitir esto, pero sin duda es algo muy real.
Nuestro desequilibrio como especie nunca antes había sido tan claro y alarmante
A nivel económico hemos podido observar cómo las crisis que antes afectaban a una única economía, hoy afectan a todo el planeta en cuestión de segundos, algo que puede sin duda generar alteraciones en nuestra forma de vida actual.
A nivel social, vemos cómo una pandemia puede generar una alteración en nuestra vida de manera repentina y global, haciendo que millones de personas sufran una enfermedad o incluso la muerte en cuestión de semanas.
Si hablamos de medio ambiente, ya comenzamos a ver los primeros síntomas de nuestro desequilibrio, sobre todo, en lo referente al calentamiento global de nuestro planeta y todas las consecuencias que este proceso está provocando, como sequías, incendios, inundaciones, temporales…
Nuestro desequilibrio como especie nunca había sido tan claro y alarmante. Pero gracias a la era en la que vivimos, cientos de políticos pueden unirse para plantear sus retos locales a una comunidad global y miles de científicos de todo el mundo pueden comunicarse entre ellos para generar mejoras ante estos retos.
Asimismo, millones de personas alrededor del mundo pueden ponerse en marcha para activar las soluciones y acciones que transforman nuestros hábitos de vida que nos han llevado a este desequilibrio.
Hoy nuestro objetivo no tiene que ser el beneficio individual, sino es el beneficio conjunto, como especie humana para seguir en la existencia
Sin duda estamos en el mejor de los momentos para que se produzca nuestra nueva evolución como especie. Y esta evolución tiene una hoja de ruta clara y enmarcada en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Hoy lo tenemos tan fácil, como sentarnos a analizar los 17 ODS y ver desde nuestra actividad del día a día, qué acciones podemos ir integrando para construir una transformación global. Pero quiero hacer énfasis en uno de los objetivos, y es en el número 17 (alianzas para conseguir los objetivos).
Si bien, son varias las transformaciones que tendremos que realizar en nuestra forma de actuar diariamente, relacionadas con los hábitos como el consumo sostenible, la producción responsable o la movilidad cero emisiones. Cabe destacar que la verdadera transformación será la que tendremos que asumir en materia de trabajo como equipo humano.
Tendremos que dejar de ver a una organización, país, compañero o compañera de trabajo como competidores, y empezar a verlos como coopetidores. La coopetencia por delante de la competencia, este será uno de los mayores retos que tendremos que solventar.
La coopetencia se define como la acción en cooperación entre 2 o más competidores. Es decir, empresas, países u organizaciones que son competidoras entre sí, trabajando juntas por un propósito común y enfocando sus esfuerzos a ser más eficaces.
El proceso llamado descentralización está comenzando y las organizaciones que antes lo divisen serán quienes más frutos recojan
Hacer ver este reto a esas organizaciones y que comiencen el proceso, sin duda, será lo que nos haga crecer exponencialmente en nuestra evolución, tan necesaria para nuestra continuidad en este planeta.
No será una transformación altruista, al contrario, permitirá a su vez que estas organizaciones que se adecuen a la nueva demanda global vivirán más tiempo. El proceso llamado descentralización está comenzando y las organizaciones que antes lo divisen, serán quienes más frutos recojan.
Nuestra humanidad gira hacia esa dirección y cuánto antes demos ese paso, antes evolucionaremos. Una gran forma de descentralizar procesos es poder apoyarse en otras organizaciones que ya lleven un recorrido en el mismo.
Sin duda hoy para las empresas de un país, apoyarse en el tejido emprendedor local les puede permitir generar una tracción más rápida en Innovación Sostenible, este es uno de los fundamentos de SustainableStartup&Co, una comunidad de emprendedores y emprendedoras sostenibles, la cual se canaliza a empresas que quieran innovar.
Del mismo modo, dos organizaciones que son competidoras directas entre sí, pueden unir sus equipos de investigación para desarrollar un proyecto conjunto que permita una transformación en procesos productivos más sostenibles.
Tenemos uno de los más fuertes que nunca hemos tenido: nuestra supervivencia como especie en este planeta
También varias ciudades con los mismos problemas sociales, pueden unirse para buscar entre sus equipos técnicos una mejora conjunta a dicho problema.
Asociaciones y oenegés que tengan los mismos fines, pueden trabajar juntas para aumentar el impacto positivo de sus acciones. Hoy nuestro objetivo no tiene que ser el beneficio individual, hoy nuestro objetivo es el beneficio conjunto, el beneficio como especie humana para seguir en la existencia. Trabajemos juntos por una evolución humana que sin duda pasará a la historia.
***Jose Correa es cofundador SustainableStartup&Co.