Es indiscutible que las empresas han dejado de ser percibidas y valoradas exclusivamente por su desempeño económico y por su rentabilidad y que han adquirido gran importancia tanto el impacto que generan en su entorno como su aportación a la sociedad.
Según datos del VIII Informe del Impacto Social de las Empresas SERES-Deloitte, en torno al 90% de las compañías contempla los ODS en su estrategia y el 92% fomenta el trabajo decente y el crecimiento económico, mejorando la calidad de vida de sus trabajadores y de su entorno (ODS 8). Los organismos públicos, la sociedad civil e incluso los inversores se han convertido en mecanismos de control frente a posibles vulneraciones de derechos humanos por parte de las empresas en contextos de excesos provocados por la globalización o la falta de regulación en países en vías de desarrollo.
Situaciones que pueden llevar casos de trabajo forzoso, discriminación de la mujer o falta de libertad de expresión y asociación. Aquellas percibidas como responsables e impulsoras del bienestar son reconocidas, mientras que se penaliza a aquellas con un impacto social negativo. Las empresas son percibidas como agentes de cambio y transformación, con capacidad para generar impacto positivo en problemas que enfrentamos como humanidad, y las grandes compañías han aceptado ese papel y la necesidad de integrar el respeto y el desarrollo de los derechos humanos en su estrategia de negocio.
Por otro lado, en muchos países de Europa se ultiman normativas en materia de DDHH que contemplen la implicación de las empresas en proteger a los trabajadores y a la sociedad. Este año se aprobará la Directiva Europea de Debida Diligencia en DDHH y Medioambiente que afectará a empresas europeas y a aquellas con relaciones comerciales con Europa.
El objetivo es exigir a las empresas que realicen procesos de debida diligencia con la participación de sus stakeholders más relevantes, y que abarquen toda la cadena de valor, desde las operaciones directas hasta el uso que los consumidores finales hacen de los productos o servicios proporcionados. Las empresas deberán identificar sus riesgos materiales, mitigarlos y tener definidos procesos de remedio cuando haya vulneraciones, así como canales accesibles y eficaces para recibir denuncias.
Otra palanca impulsora del trabajo de las empresas en Derechos Humanos es la inversión sostenible. La consideración de aspectos ESG (ambientales, sociales y de gobierno corporativo) en la toma de decisiones de inversión y financiación nunca había sido tan relevante como hoy. Durante la última edición del Spain Investors Day, desde SERES volvimos a analizar por cuarto año consecutivo la necesidad de profundizar en los criterios ESG para atender a los requerimientos de unos inversores cada vez más exigentes con su incorporación en la estrategia de las compañías.
"La taxonomía europea será otro gran impulsor de los DDHH"
Los criterios sociales están directamente relacionados con los DDHH, y tienen cada vez más relevancia. La actualización en 2021 de las metodologías del Dow Jones Sustainability Index (S&P) y del Global Reporting Initiative, haciéndolas mucho más exigentes en materia de Derechos Humanos, y alineadas a los Principios Rectores de Empresas y DDHH de la ONU, son prueba de ello.
Además, la taxonomía europea será otro gran impulsor de los DDHH. Exige que para que un proyecto o actividad sea considerada ambientalmente sostenible ha de realizarse de conformidad con los Principios Rectores de la ONU. Por otro lado, el primer pilar de la taxonomía social es el respeto de los DDHH.
En definitiva, los cambios normativos, iniciativas como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la COP, los Principios Rectores de Empresa y DDHH, impulsados por Naciones Unidas, y los criterios de inversión Ambientales, Sociales y de Gobierno, entre otros, suponen un impulso para que las empresas avancen hacia una transformación que no tiene marcha atrás y que, además de regirse por la rentabilidad económica, empiecen a integrar entre la rentabilidad social.
En este contexto, desde SERES trabajamos con el tejido empresarial para avanzar hacia la oportunidad que supone una integración en la estrategia de los criterios ESG y apoyamos la transformación de los negocios integrando los Derechos Humanos y consiguiendo crear valor compartido. Aceptamos el compromiso de transformar los retos en oportunidades para crear valor al negocio a la vez que se abordan los problemas sociales.
"Las empresas líderes actúan como espejo y motor del resto del sector empresarial"
Afrontar esta transformación requiere una labor de comprensión profunda de los retos sociales, medioambientales y de buen gobierno donde los DDHH tienen una relevancia esencial. Es fundamental traducir su lenguaje al corporativo para acercarlos a la realidad del entorno empresarial. Una aproximación que permita identificar aquellos en los que la empresa pueda tener mayor impacto y que estén alineados con el propósito y la estrategia de negocio.
No se reduce a no vulnerar los derechos humanos de los demás, sino que se deben abordar las repercusiones negativas que sus actividades puedan ejercer sobre esos derechos, e incorporar el respeto y la promoción de los mismos a la cadena de valor y a toda la cadena de suministro. La implicación de la alta dirección en su gestión es imprescindible, entendiendo el impacto que genera sobre su negocio más allá de su cadena de valor, y conociendo el que tiene sobre las personas.
Para llevar a cabo el proceso de forma exitosa, las empresas deben expresar su compromiso con esta responsabilidad mediante una declaración política, que se difunda interna y externamente. Además de asegurarse de que no sea sólo una declaración pública, sino que se pueda materializar en decisiones concretas relacionadas con los DDHH. Se deben definir “cuestiones destacadas” en las que se pueda tener impacto social relacionado con las operaciones o actividades comerciales, integrar las conclusiones de sus evaluaciones de impacto e identificar los indicadores cualitativos y cuantitativos adecuados para evaluar la evolución de las cuestiones gestionadas.
Y, por supuesto, comunicar el progreso y el compromiso de la empresa con los Derechos Humanos de forma periódica. Las empresas líderes actúan como espejo y motor del resto del sector empresarial, ya que ponen a disposición de las compañías menos avanzadas las mejoras prácticas, metodologías y lecciones aprendidas, para que puedan servir de ejemplo en el camino ya recorrido por ellas. En foros como RADARSERES compartimos los conocimientos adquiridos en un campo específico de impacto social, y ponemos en valor el trabajo realizado para lograr una sociedad más justa e inclusiva y fomentar la colaboración.
*** Ana Sainz es Directora General en Fundación SERES