El pasado 10 de abril entró en vigor una de las grandes apuestas en materia legislativa de este año: la Ley de Residuos y Suelos Contaminados para una Economía Circular. Poco después, a principios de mayo, el Ejecutivo mandó el proyecto de Real Decreto de Envases y Residuos de Envases a la Comisión europea para notificación TRIS. Una siguiendo a la otra, ambas normativas establecen objetivos concretos y ambiciosos que marcarán el camino de nuestro país en materia de economía circular en la próxima década.
Resulta una obviedad: la crisis de la covid-19 y el delicado marco geopolítico han sacudido nuestras sociedades de una forma profunda. Sin embargo, en este contexto excepcional y volátil, no podemos rehuir nuestra responsabilidad colectiva por preservar la biodiversidad, los ecosistemas y su equilibrio precario.
En definitiva, afrontar una urgencia climática, vinculada al calentamiento global, que nunca dejó de estar ahí.
Fomentar modelos de crecimiento sostenibles es una labor que nos incumbe a todos, tanto a organismos públicos como privados. Y somos muchas las empresas las que queremos acompañar a las instituciones en esta transición.
En Ball Corporation, la sostenibilidad es el claro hilo conductor de todas nuestras unidades de negocio, particularmente en la fabricación de envases de bebida. En este marco, durante los últimos meses hemos empezado a trabajar con proveedores, clientes y otros actores de la cadena de valor para conseguir que nuestras botellas, vasos y latas de aluminio –el envase más reciclado del mundo– alcancen una tasa de reciclado del 90% a nivel global en 2030, así como una tasa media de contenido reciclado del 85%.
Ambos objetivos son elementos clave de nuestra visión Hacia un Círculo Perfecto (Vision for a Perfect Circle, presentada en junio de 2021): palancas ineludibles para conseguir una reducción drástica de nuestras emisiones dentro de ocho años.
Ahora que España trabaja en el desarrollo reglamentario de la Ley de Residuos, y en paralelo al proceso de revisión de la Directiva de Envases y Residuos de Envases, estamos ante una oportunidad única de acabar de completar el marco regulatorio en estos ámbitos de una forma justa y eficaz, promoviendo una circularidad real de nuestros envases, entendida como la recuperación y reutilización continua de los materiales.
Es, pues, un momento particularmente interesante para ir rompiendo con el llamado downcycling: trabajar para que los envases efectivamente separados tengan un ciclo de vida más prolongado, sin prácticamente pérdidas, transformándose con su reciclado o reutilización en productos para usos muy similares.
Volviendo a nuestra industria y en el ámbito de la reducción de emisiones, no podemos perder de vista un dato: cuando el aluminio –infinitamente reciclable, con un valor sostenido en el tiempo– es reciclado, se utiliza un 95% menos de la energía usada para la producción de aluminio a partir de materiales vírgenes.
Así pues, resulta estratégico (y sensato) focalizar los esfuerzos de los próximos tiempos en mejorar el sistema de gestión de residuos en España, reforzando la inversión en selección pero, sobre todo, priorizando una mejora radical de la recogida selectiva de envases.
Sólo así garantizaremos que cada vez más volúmenes de aluminio de alta calidad se queden en nuestra economía. Y ese ya sería un pequeño gran paso en nuestra particular estrategia para responder a la urgencia climática.
*** Lluís Pitarch es director de Asuntos Públicos y Sostenibilidad para el Sur de Europa Ball Corporation.