Ahora que la sostenibilidad se ha convertido en una prioridad indiscutible y que cada vez más empresas definen sus estrategias para gestionarla, con más frecuencia, oímos hablar de la materialidad. Pero ¿cuál es su vínculo con las estrategias de sostenibilidad? ¿Por qué se habla tanto de ella?
Cuando hablamos de materialidad nos referimos a todos los aspectos ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) que tienen un impacto sustancial –positivo o negativo– en la rentabilidad de la empresa y en sus grupos de interés.
La materialidad debería ser el fundamento de toda estrategia de sostenibilidad rigurosa y, por lo tanto, los temas materiales son aquellos que merecen ser adecuadamente gestionados y, en los casos en los que aplique, reportados.
Aunque dependiendo de su alcance, el análisis en sí tiene cierto nivel de complejidad, no debemos ver la materialidad como un ejercicio para pocos, relevante sólo para las multinacionales, para un sector determinado o para las empresas que tienen la obligación de publicar el estado de información no financiera.
La materialidad es una herramienta estratégica que facilita la toma de decisiones. Por tanto, toda empresa que quiera preservar su competitividad y que esté interesada en crear valor para la sociedad, independientemente de su tamaño o del sector en el que opere, debería llevar a cabo un análisis de materialidad con cierta regularidad.
Beneficios del análisis de materialidad
La materialidad es un concepto clave, tanto para el reporting como para la gestión de la sostenibilidad, pero ¿cuáles son los beneficios de llevar a cabo un análisis de este tipo?
Priorizar y enfocar la estrategia. La materialidad proporciona información valiosa que permite identificar cuestiones que requieren seguimiento, minimizar riesgos y reorientar la estrategia, priorizando los temas de mayor impacto en el negocio y que sean más relevantes para las partes interesadas. Todo ello, contribuye a maximizar la asignación de los recursos y a minimizar esfuerzos.
Anticipar tendencias y mejorar la competitividad. A través del análisis, la empresa puede detectar las tendencias emergentes y las mejores prácticas del sector, por lo que la materialidad constituye un recurso crítico para la mejora de la competitividad.
Los temas materiales, adecuadamente gestionados, constituyen las palancas para crear valor de largo plazo para la sociedad, por lo que deberían influenciar las decisiones acerca de la oferta de productos y servicios. Pero, además, servir de guía en la definición de una propuesta de valor diferencial respecto a la competencia.
Impulsar la transparencia y el diálogo con los grupos de interés. El análisis de materialidad ofrece la oportunidad de establecer un diálogo con los principales grupos de interés, de identificar los temas que más les preocupan y sobre los que la empresa deberá rendir cuentas. Por ende, la materialidad contribuye a mejorar la relación con las partes interesadas y la transparencia de la compañía.
Implicación al más alto nivel
El aspecto más crítico del análisis es, sin lugar a duda, la definición de su alcance. La materialidad es un concepto relativo que depende mucho del contexto, por lo que, en el caso de las grandes empresas y de las multinacionales, los temas materiales pueden variar significativamente de un país a otro. Incluso puede que sea difícil identificar una matriz de materialidad única, aunque haya muchos aspectos comunes entre las distintas filiales.
En segundo lugar, la participación de los grupos de interés requiere de tiempo y recursos. Involucrar a los grupos de interés –sobre todo los externos– puede parecer una tarea titánica, así que muchas empresas caen en la tentación de dejarles a un lado y crear una matriz de materialidad con el mero objetivo de cumplir con las obligaciones de reporting.
La riqueza que añade la participación de los principales grupos de interés a la calidad del análisis compensa, con creces, el esfuerzo.
Además, la gerencia de la empresa debe de estar involucrada. Una vez reconocida la naturaleza estratégica y transversal de la materialidad, la responsabilidad del análisis no puede recaer sólo en el Departamento de Sostenibilidad, sino que requiere de la involucración de todas las áreas de la compañía y debe estar embebida del compromiso, visión y validación de la gerencia.
Las empresas que hayan realizado varias evaluaciones de materialidad saben que los temas materiales crecen a medida que surgen nuevas prioridades, normativas o tendencias. Tanto para la gestión como para que el reporting sobre el impacto generado sea de fácil comprensión, y por ende añada valor a las partes interesadas, la priorización de los asuntos materiales juega un papel clave.
Por último, la materialidad es un concepto variable en el tiempo, por lo que si bien no existe una norma comúnmente aceptada sobre la frecuencia con la que se debería realizar el análisis, merece la pena llevarlo a cabo con cierta regularidad.
***Francesca Mondello es Social Impact Strategist en Transcendent.