Hace cinco años, mi socio cofundador de SeaLegacy, Paul Nicklen, y yo grabamos y fotografiamos a un oso polar demacrado mientras explorábamos la gran Kuuganajuk, también conocida como isla de Somerset, una zona extensa deshabitada en el territorio septentrional canadiense de Nunavut. Quienes también trabajan estrechamente con la fauna salvaje podrán confirmar que hay pocas imágenes más angustiosas que presenciar la hambruna de un animal, en este caso, del depredador terrestre más grande del planeta.
Los osos polares son una especie emblemática, símbolo del cambio climático. Conocido como el rey del Ártico, es un depredador especializado, perfectamente adaptado al entorno más duro del planeta, puede pesar hasta 800 kg y crecer hasta 3 metros de altura. Sin embargo, a pesar de su impresionante tamaño y fuerza, no son ni invencibles ni invulnerables a los efectos del calentamiento global.
El oso que aparece en nuestro vídeo estaba débil, alarmantemente delgado, desorientado, hambriento y a punto de morir. Sus costillas sobresalían de su pecho; sus costados, normalmente moldeados por unos músculos lisos y brillantes, estaban demacrados. Un símbolo de fuerza y poder, tambaleándose incluso para mantenerse a cuatro patas.
Paul calificó la experiencia como "desgarradora", pero fue más que eso: una pesadilla que supone la inanición para un gran depredador. Fue una visión aleccionadora del futuro, que ahora es una realidad a medida que el Ártico experimenta el calentamiento más rápido.
Los científicos calculan que el hielo desaparecerá en el océano Ártico durante el verano en los próximos 30 años, probablemente antes, implicando un grave efecto en todo el planeta y no sólo en los osos polares.
Las comunidades costeras de todo el mundo ya están sufriendo los efectos por la subida del nivel del mar; el tiempo es más inestable; las tormentas son más frecuentes e intensas; las sequías prolongadas y las temperaturas extremas se están convirtiendo en la norma; las tormentas de invierno son más violentas, más destructivas y más mortíferas. Todas las regiones del mundo están notando los efectos del deshielo.
Cuando Paul y yo cofundamos SeaLegacy, queríamos que nuestra organización fuese un instrumento de descripción visual para concienciar sobre las amenazas reales a las que se enfrenta el mayor ecosistema del planeta: el océano. En 2018, cuando grabamos el vídeo del oso moribundo, no estábamos pensando en el futuro de los osos polares.
Pero, en los años siguientes, hemos entendido que su destino como especie está totalmente ligado con la salud ambiental, ecológica y biológica del Polo Norte. Con más de 2.500 millones de visitas en sus primeras semanas, el vídeo tuvo un gran efecto de concienciación, ya que reveló la dura realidad de los osos polares que mueren de hambre en su hábitat natural.
A pesar de ello, hubo quien negó la evidencia, acusándonos de que nos dejamos llevar por las emociones y no por los hechos. Los críticos argumentaron que el invierno de ese año fue bueno para el hielo marino, pero los años posteriores no han sido tan afortunados. La extensión media del hielo ártico en febrero de 2023 fue de 14,18 millones de kilómetros cuadrados, el tercer febrero más bajo registrado por satélite desde que existen registros.
A veces, la imagen de un oso hambriento es sólo eso, una imagen de un oso hambriento. Pero una imagen vale más que mil palabras y esas mil palabras no siempre cuentan la historia completa. Yo lo sé mejor que nadie. A lo largo de este trayecto, a menudo entramos en contacto con científicos de varias disciplinas que han hecho de la climatología y la conservación la vocación de su vida.
Hoy se enfrentan a una campaña de desinformación, diseñada para confundir y dividir a la opinión pública. Según los negacionistas, la población de osos polares no está disminuyendo. Por el contrario, afirman que está aumentando. La verdad es otra: el aumento de las temperaturas en el Ártico, el deshielo de su mar y la disminución de las poblaciones de focas están acelerando la extinción de los osos polares.
El cambio climático es como un tsunami que avanza despacio, haciendo difícil ver sus efectos con claridad. Mata lentamente y con gran eficacia: sequía, frío, incendios, inundaciones y hambre. "La verdad es complicada", dicen los detractores de este fenómeno. En realidad, no lo es.
Debido al aumento de las temperaturas en el Polo Norte, el hielo marino se derrite antes en primavera y tarda más en volver a formarse en otoño, afectando directamente a los osos polares, que dependen del hielo para cazar focas y sobrevivir a los duros inviernos árticos. Este factor los ha llevado a la necesidad de moverse por los asentamientos humanos en busca de alimento, recurriendo a medidas desesperadas para sobrevivir, como comer espuma quemada de una moto de nieve, una visión desgarradora.
En un intercambio de correos electrónicos con SeaLegacy, el Dr. Andrew Derocher, una de las principales autoridades en osos polares, alega que no existe una única solución para salvar las 19 poblaciones de osos polares restantes en el mundo. El factor común entre ellas es que el cambio climático está provocando la pérdida de su hábitat a medida que disminuye la superficie, la duración, el grosor y la distribución del hielo marino.
La pérdida de este equivale a la del hábitat para los osos polares y es el principal riesgo al que se enfrentan las especies amenazadas en todo el mundo: "Los osos polares evolucionaron para convertirse en una especie dependiente del hielo marino. Si no hay hielo, no hay oso polar", afirmó Derocher.
El declive y la posible extinción de los osos polares debería servirnos de llamada de atención sobre el hecho de que nuestro propio destino está entrelazado con el de la fauna salvaje del planeta. Por lo tanto, es crucial confiar en la investigación científica creíble, con metodología sólida y revisión por pares, en lugar de información falsa impulsada por agendas ocultas en plataformas de medios sociales como Facebook.
El día que esta gran especie desaparezca, –y, dadas las circunstancias actuales, desaparecerá– será una tragedia.
*** Cristina Mittermeier es bióloga marina, fotógrafa, fundadora de la Liga Internacional de Fotógrafos Conservacionistas, cofundadora de SeaLegacy y embajadora de la Fundación Ocean Born.
*** Carolina Manhusen Schwab es presidenta de la Fundación Ocean Born.