Las ciudades, en general, son espacios poco inclusivos y accesibles, porque, la realidad, es que no fueron concebidas para ello. El crecimiento acelerado y no planificado de los núcleos urbanos ha acrecentado esta tendencia.
Según el Índice de Accesibilidad e Inclusión, una ciudad puede considerarse accesible e inclusiva cuando, mediante sus procesos, infraestructura y servicios, garantiza la autonomía y el desarrollo personal de todas las personas, mejorando la calidad de vida y la igualdad de oportunidades.
Este mismo índice considera que, si bien las ciudades españolas tienen una tasa de accesibilidad “aceptable”, aún queda mucho por hacer, especialmente en términos de gobierno, empleabilidad y calidad del empleo y movilidad.
En España, en 2020, había 4,3 millones de personas con algún tipo de discapacidad. Sin embargo, el número de afectados no se reduce a ellos. Las personas mayores son uno de los grupos de población más olvidados en lo referente a las ciudades. Un grupo del que todos acabaremos formando parte y que no para de crecer debido al envejecimiento de la población.
De hecho, se estima que un 31% de la población española sea mayor de 65 años en 2030. Por último, tampoco podemos obviar a todas aquellas personas que no se considera que tengan una discapacidad, pero sí tienen alguna patología o necesidad puntual.
La accesibilidad e inclusividad no son solo las barreras arquitectónicas. Para que una ciudad se considere accesible son numerosos los elementos a contemplar: políticas públicas, datos de empleabilidad, calidad de los espacios de recreo, movilidad… Sin duda, es una cuestión transversal que tiene que abordarse como tal.
En este punto, me gustaría hablar del que, para mí, es uno de los grandes aliados para resolver este reto: la tecnología. En un momento en el que se cuestiona su papel y sus desventajas, quiero romper una lanza a su favor y hablar de la capacidad de la tecnología para impactar positivamente en la accesibilidad de las ciudades.
El impacto de las nuevas tecnologías en la vida de las personas con discapacidad es indiscutible. El 91,8% de los encuestados para el Informe de Tecnología y Discapacidad de Adecco así lo corroboran, afirmando que la revolución tecnológica ha mejorado su calidad de vida global. Esto va desde utilizar adaptaciones tecnológicas para sortear barreras físicas y/o audiovisuales hasta cosas tan sencillas como poder disfrutar de una película gracias a la opción de audiodescriptor o pedir cita médica sin necesidad de desplazarse.
Más allá de trabajar como ingeniero especializado en accesibilidad, permítanme que también les hable como persona con discapacidad visual desde los 15 años y cuya vida ha mejorado en parte gracias a los avances tecnológicos. Progresos que hoy me permiten algo tan sencillo como coger un taxi sin necesidad de ayuda externa, algo que hace años era impensable.
Y es que, especialmente en el campo de la movilidad, la tecnología ha supuesto un gran cambio. Estos avances han permitido mejorar un elemento clave para el funcionamiento de las ciudades y uno de los aspectos que más influye en la autonomía de las personas y, por tanto, en la igualdad de oportunidades que tanto ansiamos.
Gracias a códigos situados en las paradas de autobús, una persona con discapacidad visual puede saber con su móvil cuánto le queda al autobús, cuándo está llegando o si es en el que se tiene que montar o no. O, por ejemplo, permite saber si nuestro conductor está llegando y que al mismo tiempo él esté informado de que va a recoger a una persona con una discapacidad visual que necesita ayuda para subir a bordo.
Este tipo de soluciones nos demuestran cómo la tecnología es una aliada clave para construir las ciudades que las personas necesitamos. Dicho todo esto, y habiendo evidencias suficientes, me parece fundamental abogar por un trabajo proactivo por parte de las empresas e instituciones.
Tenemos las herramientas, pero ahora hay que emplearlas y ponerlas al servicio de las personas que lo necesitan. Trabajar con perspectiva humana, abogando por individualizar cada vez más los servicios y con filosofías de codiseño para trabajar la accesibilidad de forma inclusiva y huyendo de estereotipos.
Esta es la mejor forma que tenemos de avanzar y hacer de las ciudades espacios mejores en los que vivir más y mejor.
*** Jonathan Chacón es senior accesible software engineer en Cabify.