Los desafíos que enfrentan los recursos hídricos en España en los próximos años son innegables. Según los datos proporcionados por el Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco), aproximadamente el 74% del territorio nacional se encuentra en riesgo de desertificación debido a su carácter árido, semiárido y subhúmedo seco. Este alarmante indicador refleja una situación hidrológica que demanda nuestra atención y acción inmediata.
A pesar de las recientes lluvias intensas y los episodios de tormentas, nuestros embalses se hallan en su punto más bajo en lo que va del año, con una capacidad de tan solo el 36,8%. Esto representa un preocupante déficit de agua, casi 13 puntos porcentuales por debajo de la media de la última década (50,9%), como señala el último boletín hidrológico publicado por el Miteco.
En este contexto, los expertos en recursos hídricos coincidimos en que uno de los principales focos de acción debe centrarse en la agricultura, un sector que consume aproximadamente el 80% del agua disponible en España. Con más de 4 millones de hectáreas de regadío en nuestro país, esta actividad es responsable del 78% del consumo de agua, en contraposición al 17% destinado al abastecimiento urbano. Es evidente que se requiere una transformación urgente para hacer que la agricultura sea más eficiente en el uso del agua.
En este sentido, la biotecnología y la digitalización emergen como herramientas fundamentales para lograr una agricultura sostenible y menos dependiente del agua. La incorporación de soluciones basadas en consorcios microbianos, por ejemplo, puede revolucionar la forma en que gestionamos y tratamos el agua en la agricultura.
En un contexto de cambio climático y sequías prolongadas, la necesidad de maximizar los recursos hídricos se torna cada vez más crucial. Las balsas de riego, que suministran agua para el riego agrícola, a menudo enfrentan problemas de calidad debido al crecimiento de algas, lo que afecta negativamente tanto a la producción como al desperdicio de agua.
El reto: tratar el agua de riego de forma sostenible
Es imperativo abordar este problema mediante enfoques sostenibles y rentables. Los productos químicos, como el permanganato potásico, se utilizan actualmente para tratar el agua de riego, pero su aplicación conlleva retrasos y efectos negativos en el crecimiento de las plantas.
Una alternativa prometedora es la utilización de consorcios microbianos, conjuntos de bacterias que proporcionan nutrientes a las plantas sin requerir energía adicional. Estos microorganismos promueven el crecimiento vegetal y, cuando se aplican como bio alguicidas, compiten de manera natural con las algas, sin destruirlas, para mejorar la calidad del agua en las balsas de riego.
Lo que distingue a los microorganismos es su capacidad natural y biodegradable, que permite que el agua tratada se aplique prácticamente de inmediato en los cultivos sin afectar su crecimiento ni la germinación. Esta solución innovadora puede ser la clave para una gestión sostenible del agua en la agricultura.
En este sentido, ARQUIMEA ha desarrollado recientemente un algiestático llamado BIO100, elaborado a partir de compuestos 100% naturales, que elimina y previene el crecimiento de algas en las balsas de riego de manera sostenible, sin dañar los cultivos ni los suelos agrícolas.
El desafío que enfrentamos en la gestión del agua en la agricultura es real y apremiante. La innovación tecnológica, como la aplicación de consorcios microbianos, puede desempeñar un papel fundamental en la búsqueda de soluciones sostenibles para preservar nuestros recursos hídricos y garantizar la seguridad alimentaria de España en el futuro.
Es responsabilidad de todos nosotros, desde el sector académico hasta la industria y el gobierno, colaborar en la implementación de estas soluciones para garantizar un futuro próspero y sostenible para nuestra agricultura y nuestro país.
***Noelia de la Cruz es investigadora de biosoluciones en el área agroalimentario de ARQUIMEA.