Estamos asistiendo a un contexto político duro que está dando titulares a diario. Pero, en este momento, se está negociando el proyecto de ley más importante del año, los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2024 y, están pasando desapercibidos. En este proyecto de Ley nos jugamos lo más importante: el pan de nuestros niños, niñas y adolescentes, su futuro, su protección y su educación.
En un informe reciente de UNICEF (Report Card 18: Pobreza infantil en medio de la abundancia), España aparece como el segundo país de la UE con mayor pobreza infantil monetaria, ya que un 28% de nuestros niños y niñas la sufren. Además, nuestro país no ha aprovechado los años de bonanza y apenas ha reducido esta tasa de pobreza en el periodo reciente de crecimiento económico y reducción del desempleo.
Por eso, España se sitúa en el puesto 36 de 39 en la tabla de países con altos ingresos. Y, lo que es peor, uno de cada diez menores en España se enfrenta a privación material y social severa. Estos niños y niñas no pueden comer carne ni pescado una vez cada dos días —ni fruta ni verdura a diario—, no tienen ropa ni libros adecuados y pasan frío en sus casas.
También somos de los países líderes en la UE en persistencia de la pobreza infantil, es decir, que un niño o niña que vive en pobreza tiene más difícil salir de ella. Estos menores abandonan antes el colegio, tendrán empleos más precarios y peor salud en el futuro, y se enfrentan también a más problemas de salud mental. En 2021 se quitaron la vida 22 menores de 15 años; además, hay muchos niños que sufren violencia en su entorno o que no tienen los medios para acceder a una educación de calidad. Nos estamos jugando nuestro futuro.
Ante esta situación, desde UNICEF queremos llamar la atención sobre esta negociación tan relevante, la de los PGE 2024, donde realmente nos estamos jugando el pan de nuestros niños, niñas y adolescentes. Aquí se pone sobre la mesa el compromiso real con la infancia. Por eso, esperamos que los PGE 2024 pongan la infancia y la adolescencia en el centro y prioricen acabar con la lacra de la pobreza infantil en nuestro país, proteger a la infancia e invertir en garantizar su salud mental y su educación.
Tenemos un nuevo Ministerio de Juventud e Infancia, lo que supone una gran oportunidad, pero es imprescindible que cuente con los recursos necesarios para revertir la preocupante situación de la infancia en nuestro país, así como que tenga la capacidad de aprobar nuevas políticas e implementar las que ya existen, como la Garantía Infantil Europea o la Ley de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia Frente a la Violencia (LOPIVI).
Para ello, los PGE 2024 deben dotar de fondos suficientes para la implementación de la Garantía Infantil Europea y el desarrollo de su Plan Estatal de Acción, así como garantizar los recursos para promover y facilitar la formación de profesionales en la prevención, detección y la atención de la violencia contra la infancia. Además, no puede pasar de estos Presupuestos que se incluya una deducción fiscal reembolsable de 1.440 euros por hijo o hija por maternidad, más allá de los 0 a 3 años y eliminando las condiciones restrictivas actuales, para que comience una senda que acabe en una ayuda universal a la infancia.
Es imprescindible que las cuentas del Estado de 2024 aseguren que los niños, niñas y adolescentes acceden a servicios básicos que les garantice una salud y educación de calidad. Para ello es necesario contar con una asignación presupuestaria destinada a la implementación en 2024 del Plan de Acción de Salud Mental 2022-2024, mantener el incremento de la dotación para becas y ayudas al estudio de los años precedentes ampliando su alcance y los criterios de equidad en la concesión de las mismas, y convertir en universal la educación infantil de 0 a 3 años.
Pero la pobreza infantil es desigual, y hay niños y niñas que la sufren de manera desproporcionada, como son los hijos e hijas de personas migrantes, los menores institucionalizados y, los más vulnerables, los menores migrantes no acompañados. Es vital poner un foco especial en estos colectivos y, para ello, los PGE de 2024 deben incrementar los recursos para avanzar en el proceso de desinstitucionalización de niños y niñas en el sistema de protección y financiar el desarrollo compartido de un modelo de intervención urgente para los niños y niñas migrantes no acompañados.
Los presupuestos de 2024, que se están fraguando en este momento, no sólo deben responder a los niños, niñas y adolescentes de nuestro país, sino que también deben atender a las necesidades de la infancia fuera de nuestras fronteras. Navidades, Año Nuevo, Reyes... mientras compartíamos con nuestras familias y amigos, los niños y niñas en lugares como Gaza se enfrentaban —y siguen enfrentándose— a la muerte, la enfermedad y la hambruna.
España debe contribuir a paliar este sufrimiento en Gaza y en otras crisis humanitarias como Sudán o Myanmar, incrementando la financiación de los programas de cooperación al desarrollo al 0,4% para asegurar el incremento anual necesario que permita llegar al 0,7% en 2030, y asignando fondos para crear una unidad de derechos de infancia en la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo (AECID).
La negociación de los Presupuestos Generales del Estado 2024 no puede quedar en segundo plano ni pasar desapercibida. Debemos asegurarnos de que la infancia está en el centro y pedir cuentas para que garanticen el pan de nuestros niños, niñas y adolescentes, en España y en lugares como Gaza. Porque no se juega con las cosas del comer de las personitas que serán nuestro futuro.
***Lara Contreras es directora de Programas, Influencia y Alianzas de UNICEF España.