Finalmente, la Eurocámara aprobó el pasado mes de marzo una ley que apoya la descarbonización del sector de la construcción. Esta ley impulsa una serie de acciones para conseguir el objetivo en 2030, algo primordial para la supervivencia de un sector tan necesario como contaminante.

Numerosas universidades e instituciones gubernamentales han demostrado, a través de estudios e informes, que el sector de la construcción es responsable del 40% del consumo total de energía de la UE y del 36% de las emisiones globales de gas de efecto invernadero. Ante una situación que, de persistir, sabemos que nos llevaría a una debacle social, política y económica, las autoridades han decidido actuar estableciendo el marco de un cambio impostergable que debería haber empezado mucho antes.

Cuando hablamos de la descarbonización del sector de la construcción, hay que tener en cuenta que se trata de una de las industrias más importantes del tejido empresarial en España. Este sector llegó a generar más de 70.000 millones de euros en 2023, por lo que hay que ser consciente de que, ante esta nueva regulación tan necesaria, el cambio debe de ser gradual y sostenible, a la vez que debe de considerar la innovación como un pilar clave para su transformación.

Esta es la única manera de lograr un cambio sostenido en el tiempo. Habrá que encontrar un equilibrio entre lo más eficaz para la máxima reducción de la huella medioambiental; lo que es viable, teniendo en cuenta toda la cadena de valor que rodea al sector de la construcción y los diferentes sectores que lo sustentan; y la innovación, que, a veces, implica reutilizar lo que ya existe y darle una segunda vida.

El coste del cambio

Si el cambio es sostenible para el planeta, pero los costes son muy elevados, tendrá un impacto directo sobre la economía de los países europeos, y serán los propios consumidores los que tendrán que asumir las consecuencias. Cuanto mayor sea el coste para que la empresa pueda desarrollar su actividad, mayor será también el precio al que el futuro comprador deberá de enfrentarse. En este caso, o bien será el consumidor quién no podrá tener acceso a una vivienda digna, porque las propias constructoras no podrán hacerse cargo de la situación y no podrán construir, o bien el consumidor deberá de asumir precios totalmente desorbitados, teniendo únicamente opciones de compra que estarán totalmente fuera de su abasto.

En ese momento, y para poder encontrar este equilibrio al que nos referimos, los expertos en materia debemos de emplear la innovación y la tecnología para fomentar la reutilización de materiales y darles una segunda vida, permitiendo así la reducción de los costes y haciendo frente a una situación mucho más viable económicamente para todos: empresas y consumidores.

Además, cuando hablamos de equilibrio, también nos referimos a encontrar un punto medio entre la construcción de obra nueva y el aprovechamiento de espacio muerto o en desuso. Según un estudio realizado por EY en 2023, más de 2,5 millones de metros cuadrados han quedado en desuso en España y pasan mucho tiempo tapiados sin que nadie les dé ningún tipo de vida. En este sentido, en primer lugar es clave garantizar la seguridad jurídica al inversor y evitar problemas como la ocupación, la subida descontrolada del precio del alquiler, etc.

De este modo, hay que buscar la forma de tener respeto por la propiedad privada, aunque no tenga vida, para atraer una mayor inversión y, consecuentemente, fomentar la vivienda de calidad. Y, en segundo lugar, rehabilitar y optimizar estos espacios también es fundamental para reducir de forma considerable tanto el coste como el impacto de lo que supone la construcción de un inmueble de nueva creación. Hay que tener en cuenta que son locales ya construidos a los que podemos atribuirles una segunda vida, como es el caso de una vivienda.

La adaptación de los inmuebles es la mayor descarbonización que hay y, además, contribuye al crecimiento del parque de la vivienda, ergo, a suplir la demanda de vivienda que existe en España. Además, gracias al uso de tecnología, podremos averiguar cuáles son las mejores zonas de inversión, y podremos centrar todos los esfuerzos en aquellas áreas que ofrezcan una mejor oferta para el comprador.

Para conseguir estos objetivos establecidos por la Eurocámara, que ponen el foco en la reducción del consumo de energía y la emisión de gases invernadero para hacer de esta industria una mejor, la colaboración público-privada y el apoyo de las instituciones gubernamentales a este sector juega un papel fundamental en este cambio. Sin ello, es prácticamente imposible que la transformación sostenible de una de las industrias más importantes a nivel global sea factible. En la actualidad, hay mucho espacio en España que ya está construido pero no tiene vida. La optimización de estos lugares, combinado con la construcción de nuevos inmuebles climáticamente neutros, es lo que realmente permitirá la descarbonización del sector.

Con todo, el cambio demandado por la Unión Europea es imprescindible, y debe de ser inminente para poder revertir los efectos generados por la industria. Aun así, también deben de analizarse las consecuencias que esta transformación tendrá, a medio y largo plazo, sobre la economía de los países que la implementen y sobre la ciudadanía, buscando establecer un cambio real y consciente tanto para el medio ambiente como para los habitantes y facilitando que las personas puedan tener un acceso a una vivienda digna.

*** Pablo Gil es cofundador y co-CEO de PropHero.