“Debemos transformar nuestro modelo económico para que, en vez de causar problemas, genere soluciones. Es mucho lo que está en juego y la vida de miles de millones de personas depende del éxito de la revolución de impacto”. Las declaraciones de sir Ronald Cohen, reconocido como el pionero de la inversión de impacto en Reino Unido, marcan el nacimiento de una nueva corriente de pensamiento.

Surgida a principios de los años 2000 en pleno marco del G8, presente en más de 33 países, incluido España. Basada en la optimización no ya del binomio riesgo-rentabilidad, sino del trinomio riesgo-rentabilidad e impacto, donde la inversión de impacto nace de la búsqueda de respuestas rentables a problemas sociales y medioambientales. Como toda inversión, puede ser pública o privada, en forma de empresas sociales cotizadas o no cotizadas, de inversión directa o, bien, a través de un bono, de un fondo private equity o de fondos de inversión convencionales.

La primera inversión de impacto, surgida en el país británico como decíamos, nació mediante un instrumento que sigue siendo un éxito en diversas naciones europeas, así como en EEUU, Brasil, Argentina, Corea y Japón. Este mecanismo es conocido como “el bono de impacto social”. Un vehículo financiero cuya rentabilidad económica está ligada directamente al logro de los objetivos sociales propuestos.

Al cumplir sus objetivos y alcanzar una alta tasa de éxito, este instrumento propicia un ahorro al Estado al disminuir las tasas del problema social, como la reincidencia delictiva de exreclusos. Así, cuanto más efectiva sea la intervención social financiada por el bono, mayores serán los ahorros estatales y, por ende, mayor la rentabilidad para los inversores.

En España, no ha sido un bono de impacto social, sino una empresa social, la que ha marcado un hito revolucionario en forma de socimi (sociedad anónima cotizada de inversión en el mercado inmobiliario). Al cotizar en bolsa, se convierte en una inversión fácil y accesible.  En apenas dos años, tuTECHÔ, la inversión de impacto social más pionera en nuestro país, ha atraído a una diversidad de inversores privados, desde institucionales y family offices, hasta pequeños ahorradores; permitiendo que cada uno contribuya a su manera.

Así, tuTECHÔ es una empresa social cotizada que persigue abordar el problema del sinhogarismo en España, proporcionando una solución empresarial e inmobiliaria sostenible y con alto impacto social. Con una cartera de 30 millones de euros, cuenta con un inversor de impacto dedicado a fomentar un cambio positivo en la sociedad a través de su capital. Este inversor prioriza el beneficio social por encima del rendimiento financiero, aceptando niveles inferiores de rentabilidad, ajustados al riesgo, para maximizar el retorno social. El propósito final es proporcionar una vivienda digna a quienes se benefician de sus servicios.

La compañía se dedica a la adquisición y rehabilitación de viviendas con el fin de facilitárselas a las entidades sociales, que alojan y prestan un acompañamiento especializado a personas en situación de extrema vulnerabilidad, como aquellos que escapan de la violencia doméstica, residen en viviendas superpobladas, en asentamientos precarios, o bien, no tienen hogar. Su propósito esencial es promover la integración social y económica de estas personas, contribuyendo así a la mejora de su salud y bienestar general.

tuTECHÔ se alza como un lugar de encuentro, como el claro ejemplo que la suma de alianzas es necesaria para afrontar los grandes retos sociales. Aquí inversores de impacto, entidades sociales y empresas con propósito (que prestan sus servicios profesionales desde su responsabilidad social corporativa) avanzan juntos con un doble objetivo: la recuperación de viviendas al mercado inmobiliario social y la recuperación de las personas que más sufren.

Al examinar las cifras de inversión a escala mundial, queda claro que la inversión socialmente responsable no es una moda ni un mercado marginal. Este tipo de inversión canaliza más de 35 billones de euros y, específicamente, la inversión de impacto en capital riesgo (pública y privada) ha superado el billón de dólares, llegando a movilizar 1.164 billones de dólares globales en 2022 —según datos de GIIN (Global Impact Investment Network)—.

En el caso del mercado español, durante el 2021, la inversión en fondos de impacto de capital riesgo alcanzó los 435,8 millones de euros. Si sumamos a esto la contribución de la banca ética y social, que asciende a 1.638 millones de euros, y los 230 millones de euros gestionados por fundaciones, el total en España asciende a 2.398,6 millones de euros. Esta es la nueva corriente de pensamiento de impacto. Una corriente que promueve un nuevo modelo económico más justo y sostenible, fusionando los beneficios financieros con efectos positivos y sociales tangibles.

Como lo expresa el pionero de la inversión de impacto: “En todo el mundo, el capitalismo y la democracia están siendo desafiados con gran fuerza. Nos enfrentamos a enormes problemas sociales y medioambientales. El mundo debe cambiar, pero no podemos hacerlo arrojando dinero a viejas ideas que ya no funcionan. Debemos ajustar nuestro enfoque. Para cambiar el mundo, debemos cambiar nuestra forma de hacer negocios, empezando por dónde y cómo invertimos nuestro dinero”. 

Sin duda, tuTECHÔ da respuesta a la pregunta de cómo podemos invertir de manera que contribuyamos positivamente al mundo: una inversión que no solo aborda un problema social grave —la dura realidad de más de 30.000 personas en situación de sinhogarismo en nuestro país—, sino que también ofrece un retorno financiero.

*** Blanca Hernández es fundadora y presidenta de tuTECHÔ y Rocío del Mar es directora general de tuTECHÔ.