La crisis climática se ha convertido en una conversación común, donde los problemas son ampliamente reconocidos, pero las soluciones siguen siendo un enigma y, normalmente más caras, para muchos consumidores.

A pesar de su deseo de contribuir, no son conscientes de que existen opciones que no requieren sacrificios económicos y además son una alternativa sostenible a productos tan medioambientalmente dañinos y tan popularizados como los dispositivos electrónicos. Pues, a diferencia de la mayoría de opciones más sostenibles, la tecnología renovada es un caso único en el que la opción más económica es la más sostenible.

La industria tecnológica es responsable del 4% de las emisiones de CO₂ del mundo, por delante de, por ejemplo, el tráfico aéreo, que supone el 3% de acuerdo con los datos del estudio elaborado por The Shift Project en 2022.

El consumo excesivo, la sobreproducción de nuevos dispositivos y la obsolescencia programada provocan un flujo incesante de basura electrónica. Según datos de la ONU, en 2022 este tipo de residuos ya superó los 62 millones de toneladas, cantidad equivalente a más de 4 años de desechos generados en una ciudad como Nueva York.

Hasta ahora, siempre se ha hablado de la regla de las tres erres: reducir el número de productos tecnológicos que compramos, reutilizar los dispositivos para nuevos propósitos en vez de deshacernos de ellos tan rápidamente (un viejo teléfono como cámara de seguridad, o una tablet antigua como ebook…) y reciclar los componentes de dispositivos electrónicos que han finalizado su vida útil para reintroducir todos estos productos al mercado.

Sin embargo, la erre de reacondicionar es la que falta para cerrar el círculo del consumo responsable de tecnología y la que permite verdaderamente generar una economía circular en el sector

El 78% de la huella de carbono de un móvil nuevo se debe únicamente a su producción, convirtiéndose en la fase más contaminante en la vida de un dispositivo. Mientras un teléfono nuevo necesita 276 kg de materias primas y 89.000 litros de agua para su fabricación, un teléfono reacondicionado ahorra un 86% de agua y un 91% de materias primas. Y consigue reducir en un 89% la basura electrónica. Pero, ¿por qué si es una opción más sostenible e igual de efectiva no es la primera opción?

La industria del reacondicionado aparece como una solución real para reducir el impacto de la tecnología y dar respuesta a las necesidades de los consumidores sin esperar sacrificios económicos. Según el estudio de ADEME, un smartphone nuevo tiene una vida útil de tres años antes de ser reacondicionado y de dos años después de serlo.

No obstante, pese a duplicar su cuota de mercado, en regiones como Europa, donde ha pasado de un 5,5% en 2019 a un 11% en 2024, la adquisición de dispositivos reacondicionados sigue siendo una tarea pendiente a nivel global. Hay que tener en cuenta que solo el 1,9% de los dispositivos adquiridos durante 2022 fueron reacondicionados, según ICD Worldwide Quarterly Mobile Phone.

Es cierto que España, con un 14%, es uno de los países europeos con una mayor tasa de penetración de industria de tecnología reacondicionada frente a la industria del nuevo. Sin embargo, aún queda mucho por hacer, ya que según el informe elaborado por IPSOS para Back Market, el 22% de los españoles consideraría comprar un dispositivo reacondicionado.

La mejor solución para disminuir el impacto medioambiental de los productos tecnológicos es prolongar su vida útil y promover una economía circular. Bajo esta perspectiva, programas como el renove, que Back Market ya ha implementado en varios países, fomentan la circularidad en los dispositivos electrónicos.

De este modo, el renove permite reducir los residuos, obtener suministro local para los restauradores al volver a poner el producto en circulación, y que los consumidores ganen dinero.

Este es un ejemplo de cómo las empresas pueden capacitar a los ciudadanos para hacer que la tecnología dure gracias a la circularidad y el reacondicionamiento en línea con los avances en la ley del derecho a reparar, que tiene por objetivo hacer de la industria tecnológica un ciclo a favor de apostar por la mano de obra e industria europea, el consumidor y el medioambiente.

Además, al contrario de lo que ocurre con muchas opciones climáticamente beneficiosas, como los vehículos eléctricos o los productos veganos, los dispositivos reacondicionados son económicamente más rentables.

Un teléfono móvil reacondicionado puede ser hasta un 70% más barato que un dispositivo nuevo, ofreciendo las mismas ventajas, funcionamiento y garantía. En otras palabras, un win-win para el consumidor y para el medio ambiente.

El sector del reacondicionado presenta una oportunidad única capaz de reducir las emisiones de CO₂ generadas a la atmósfera, así como la cantidad de residuos electrónicos, dos de los grandes impactos negativos de la industria tecnológica actual.

Así que quizá sea hora de ampliar el espectro de los hábitos que, como ciudadanos, podemos contribuir al medio ambiente y apostar por los dispositivos reacondicionados como la primera opción tecnológica.

***Marta Castillo es portavoz de Back Market para España.