Según el Banco Mundial, "la pobreza de aprendizaje", es decir, el porcentaje de niños de 10 años incapaces de leer y comprender un relato simple, "podría haber crecido de 51% a 62,5%" en América Latina y el Caribe debido a la pandemia de coronavirus. Los cierres masivos de las escuelas en una región que ya partía de una situación deficitaria en materia de educación podrían provocar, como ya dijo el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, una "catástrofe generacional".
Precisamente para evitarlo, la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) intenta impulsar planes de educación híbrida en la que, a través de la digitalización, se recupere el tiempo perdido por culpa de la covid-19. El secretario general de este organismo de cooperación multilateral entre países de habla española y portuguesa, Mariano Jabonero (San Martín de Valdeiglesias, 1953), hace balance de lo que la pandemia ha significado para la región.
¿Cómo valora estos dos años de covid en la educación en Iberoamérica?
El impacto de la covid en la educación ha sido muy importante no solamente en Iberoamérica. Hay un dato de UNESCO que es muy llamativo: se han perdido 1,8 billlones de horas lectivas, lo cual es una cifra espectacular y triste. Y en la región de América Latina el impacto ha sido muy fuerte. El día que empezó la pandemia se confinaron en sus hogares a 180 millones de niños, niñas y jóvenes. Se pensaba que una parte de ellos tendrían acceso a educación virtual, pero no ha sido posible porque no hay conectividad.
"A la educación no ha llegado ni el 1% de los fondos para combatir la pandemia"
Ese es un primer balance negativo de una realidad muy imperfecta que ha puesto de manifiesto que la educación en la región, a pesar de haberse alcanzado cifras cuantitativas positivas –como es una cobertura completa en educación primaria y básica– adolecía de una grave falta de calidad, equidad e inclusión. La pandemia ha transparentado la precariedad y las carencias que, aparentemente, se pensaba que se habían superado. Nos ha mostrado la dura realidad.
Se dice que la pandemia iba –o está– impulsando la digitalización de la educación. ¿Ha sido así? Porque no tendrán nada que ver en países como España, Portugal con otros como Nicaragua, Brasil o México…
La pandemia ha venido a confirmar una tendencia, y te voy a dar un dato muy llamativo: durante el decenio anterior a , el acceso a educación superior en la región de América Latina había crecido muchísimo que en ninguna otra del mundo. Habíamos llegado a 30 millones de estudiantes. De ese crecimiento, el 20% era de educación superior presencial, es decir, universidades de toda la vida. Y la educación a distancia había crecido un 83%. Había ya un crecimiento muy grande de una educación a distancia que se apoya en sistemas básicamente virtuales. La pandemia lo ha estandarizado, pero de una forma muy desigual.
¿Por ejemplo?
Hay países en los cuales se han hecho medidas urgentes para digitalizar escuelas de forma rápida para conseguir que todos los niños y niñas tengan acceso por igual a una educación presencial y a distancia. Ha habido esfuerzos llamativos en países como El Salvador o España, por ejemplo. También en Portugal, que el primer ministro Costa dijo que había que conseguir que todos los estudiantes tuvieran acceso a educación virtual en dos años. Igual ha ocurrido en otros países como Uruguay, que tiene un sistema de educación a distancia virtual muy desarrollado, o en Colombia… En general, en todos ellos se ha hecho un esfuerzo muy significativo que va a dar lugar, de cara al futuro, que se puedan instaurar sistemas híbridos. Es decir, que todos y todas tengan acceso a educación presencial, que es imprescindible, y también a educación a distancia.
"La pandemia ha sido una mala noche con efectos devastadores para la educación"
Pero hay un problema: en la región se partía de una proporción de estudiantes importante que no tenían acceso por falta de conectividad o de equipos, que estaría por encima del 40%. Es decir, casi la mitad de los estudiantes de la región han estado desconectados.
Precisamente un reto que plantea la digitalización es la falta de conectividad de algunas zonas, especialmente las rurales.
Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), hay 77 millones de personas en zonas rurales de América Latina que no tienen acceso a internet. Digamos que hay una zona de población que está sombreada completamente. El proceso a seguir en este momento tiene tres fases. La primera es conseguir que se vuelva a la educación presencial, que es imprescindible. La segunda es intentar recuperar lo perdido con motivo del confinamiento. Esa recuperación de los aprendizajes perdidos que se ha producido como consecuencia de este apagón educativo puede llevar entre 8 y 10 años. Pero si se hace con sistemas de educación digital o en línea, el tiempo se puede reducir de forma significativa y eficiente, es decir, con menos recursos. Y la tercera parte es organizar ya y disponer de sistemas híbridos que combinen educación presencial con educación a distancia para todos. E insisto para todos porque ha habido más de un 40% que no ha tenido esa alternativa.
¿Cómo hacerle llegar a toda esa población este modelo híbrido del que habla?
Nosotros hemos puesto en marcha un programa de transformación digital de la educación, que es el eje de cooperación más fuerte de la región. Hace falta, por una parte, conectividad en las zonas rurales y en las empobrecidas. Y además que haya contenidos educativos digitales organizados, con una metodología propia, de forma que la educación a distancia no sea mirar a una pantalla con un busto parlante: hay que producir contenidos que puedan ser utilizados de forma sistemática y que tengan efectos de aprendizaje claros. Además, es necesario formar a los docentes y que estos tengan un mayor compromiso con el sistema de educación virtual.
Y después hay otro factor básico: gestionar la innovación. Todo esto pasa por procesos educativos, transformadores e innovadores, y hay que gestionar unos nuevos sistemas educativos que no son los de siempre de un aula, un maestro, una escuela, 20 alumnos, sino que es algo mucho más complejo. Hablamos de la gestión de innovación, y hay que hacer un esfuerzo importante en ese sentido.
Desde la OEI también hablan de gobernanza digital.
Ya estamos trabajando con la Banca de Desarrollo de América Latina, concretamente con CAF, en gobernanza digital. Porque el modelo de gobernanza que tenemos que implantar en el ámbito de educación, de cultura y ciencia no es uno tradicional, que viene de administración napoleónica. Eso ya se acabó por completo. Son gobernanzas de sistemas digitales en un contexto digital completo.
"Casi la mitad de los estudiantes de Latinoamérica han estado desconectados durante la covid-19"
¿Cuáles son los mayores retos a los que se enfrenta la región a la hora de implantar la digitalización de la educación y la gobernanza?
El principal reto es conseguir una inversión notable y continuada en educación. Antes de la pandemia, América Latina era la región que, de media, más invertía en educación: el 5,2% del PIB. Pero teniendo en cuenta esta cifra, los resultados educativos no eran buenos. Por lo tanto, hay que seguir invirtiendo, invertir más y, sobre todo, invertir mejor y en aquello que realmente puede transformar la educación en la región, que es una oferta digitalizada que sea capaz de llegar a todos y que la situación del aprendizaje no esté reducida exclusivamente a 4 paredes en una escuela.
La inversión en educación es, por tanto, prioritario ahora mismo. Además, los fondos para contrarrestar los efectos de la pandemia se han dedicado fundamentalmente a salud; lógico: salvar vidas y garantizar una buena salud para la mayoría. En segundo lugar, para las rentas familiares, es decir, asegurar que las familias puedan sobrevivir. En tercer lugar, en cuanto a prioridad estaría la educación, a la que no ha llegado ni el 1% de los fondos para combatir la pandemia. Ni el 1%. Creo que es un mal camino.
¿Qué estrategia tienen para incrementar esos fondos?
Estamos trabajando en ello de la mano del Banco Interamericano de Desarrollo y del CAF, y estamos avanzando en compromisos. Por otra parte, tenemos que recuperar lo perdido. La pandemia no debe ser vivida como una mala noche que pasamos. Ha sido una mala noche que ha dejado consecuencias con efectos devastadores. El secretario general de Naciones Unidas dijo, al principio de la pandemia en relación con la pérdida de escolaridad, que se estaba produciendo "una catástrofe generacional" con efectos en la desigualdad y en el desarrollo de los países.
"Ya antes de la covid, la educación en la región adolecía de una grave falta de calidad, equidad e inclusión"
¿Cuál es la gran asignatura pendiente, por tanto, de la región?
La productividad y la competitividad de Iberoamérica es una gran asignatura pendiente. No ha mejorado en los últimos años. Y en la OEI somos conscientes de que la mejora de la competitividad y la productividad para competir en un mercado global se hace básicamente a través de una más y mejor educación para todos. La apuesta por la educación es una apuesta por la mejora de la productividad y el bienestar de la región.
¿Qué papel juega la cooperación al desarrollo en todo esto?
Es un tema que todo el mundo tiene asumido como una realidad. La cooperación al desarrollo sufrió una grave crisis con motivo de la recesión económica de 2007-2008, fue una duro golpe para los fondos de cooperación. Desde entonces ha estado bajo mínimos. Creo que todos los actores son conscientes de ello; la banca multilateral también lo es, y también somos conscientes de que un desarrollo continuado y sostenido en todo el mundo no se hace construyendo riqueza por parte de unos pocos y viviendo la mayoría en la pobreza. Ese modelo de crecimiento está demostrado que no funciona. Iberoamérica es la región con mayor riqueza natural del mundo, pero con mayor desigualdad. Eso es algo intolerable. Y provoca que la competitividad y productividad no mejor, la región está estancada desde hace tiempo y sus niveles educativos no han mejorado. Todo está asociado.