"Siempre he querido escribir un libro. De hecho, por las situaciones que he vivido a lo largo de mi vida sabía que acabaría escribiendo un libro, porque quería plasmarlo de alguna manera". Mucho antes de publicar –o incluso de darle forma– a su guía para combatir el racismo cotidiano, la estilista de televisión e influencer de moda Adriana Boho (Malabo, 1988) ya tenía la semilla de Ponte en mi piel (Libros Cúpula, 2022) dentro de ella.
"Pero también tenía claro, a lo largo de estos años, por lo que ha ido pasando desde que estoy dedicada a las redes sociales, todas las injusticias, todas las situaciones que he ido viendo, aparte de las mías propias, de gente de mi entorno y a través de las redes, que quería no solamente contar mis experiencias, sino aportar algo más", cuenta la primera influencer negra de España que, además, es una de las pocas que utiliza de manera constante sus redes para denunciar injusticias, desde el racismo hasta el bullying, pasando por el machismo o la lgtbifobia.
"No hay nadie más que lo haga, ni negra ni blanca, no hay ningún influencer que denuncie de manera activa, porque nadie se moja", afirma al otro lado la pantalla. El Black Lives Matter, dice, consiguió que algo dentro le hiciese "clic; fue un antes y un después".
Pero hubo algo que le hizo sentir la necesidad de despertar al activista antirracista que hay dentro de muchas personas: "Una agencia de comunicación con la trabajé me tapó directamente en una campaña; me pusieron una L en toda mi cara y al resto de chicas las dejaron al descubierto", cuenta. Y, claro, decidió denunciarlo en sus redes sociales. Y así se hizo viral. Y eso que ya llevaba años poniendo el foco en este tipo de situaciones, aunque confiesa que siempre "a mi manera, nunca desde la rabia, ni desde el mosqueo, ni echando broncas, sino de buenas maneras, pero denunciándolo".
De esas dos experiencias, y el cúmulo de toda una vida, surgió Ponte en mi piel, una autobiografía que no sólo habla de Boho, sino que da soluciones, como ella misma asegura, "tanto a personas que puedan estar en situaciones similares como aquellas que lo puedan estar viviendo o que no sepan como reaccionar en ese tipo de situaciones".
Pregunta: ¿Cómo llega una influencer a hacer activismo de una manera tan activa? Porque, al final, te juegas tu trabajo.
Respuesta: Sí, de hecho me he jugado y me sigo jugando mucho porque sigue habiendo gente que me escribe para decirme "yo no te sigo para que hables de esto, yo te sigo por la ropa". Pero digo, a ver, mira, es que Adriana es todo esto. Adriana es ropa, lifestyle, belleza, baile… pero también es la persona a la que no le gustan las injusticias, que ha vivido ciertas situaciones en primera persona y que si lo está viendo, yo creo que llegados a este nivel, a este público, tras haber creado esta comunidad, es una obligación moral poder mojarte. Eso sí, nada de hacer un activismo vago, como hacen la mayoría. No consiste en un día subir la foto Pray for Ucrania o Pray for Siria y ya está. No, es continuamente, constantemente recordar, compartir información.
"No hay nadie más, ni negra ni blanca, ningún influencer denuncia de manera activa, porque nadie se moja"
Boho asegura, además, que no es incompatible alimentar a una comunidad de más de 208.000 seguidores en Instagram o más de medio millón de likes en TikTok que busca tendencias y denunciar las injusticias. "Yo te puedo estar colgando cómo voy vestida hoy, y si ha pasado algo que me parece que hay que compartir, te lo publico", dice. Y explica: "Es gente que está viendo en este momento tu perfil y qué menos, ambas cosas pueden tener cabida".
Porque, aunque, como dice, haya gente que dice que "ni le va ni le viene", para ella es importante "inculcar a la gente, a quien me pueda estar viendo, que ese tipo de cosas tienen que dejar de hacerse o tienen que dejar de existir". Y recuerda: "Muchas veces la gente hace cosas porque no lo sabe o no ha aprendido, por ignorancia y no está de más que los que tenemos una plataforma para llegar a tanta gente lo aprovechemos para reeducar o al menos intentar cambiarles el chip".
Pregunta: En el libro habla presicamente de los microrracismos que, como los micromachismos, muchos tienen normalizados e interiorizados por puro desconocimiento.
Respuesta: Normalizado, sí, esa es la palabra. Das por hecho que como se lleva toda la vida haciendo o diciendo no pasa nada, y de repente alguien te dice "oye, que esto no es correcto" y te crea una especie de cortocircuito. Porque, de primeras, a la gente no le gusta que les digan que están haciendo algo mal. Eso para empezar. Por eso, para mí el lenguaje es esencia. Por mi propia experiencia, cuando estás hablando con alguien para enseñarle, el tono que utilizas es muy importante porque o se va a bloquear y no te va a escuchar, da igual lo que le digas, o puede ser que te escuche con cierta incredulidad, pero al mismo tiempo abierto a hacer caso por por el tono que estás utilizando.
P.: ¿Nos puede poner un ejemplo de esos microrracismos?
R.: El término, por ejemplo, negrita o negrito, que es lo más normal que todo el mundo lleva muchísimo tiempo utilizando. La gente lleva tanto tiempo diciéndolo y se piensa que es algo cariñoso, que es como una manera de endulzar, porque se cree que decir negro o negra es demasiado brusco. Pero si tú me estás diciendo que decir negro o negra es muy brusco es porque ya das por hecho que es algo negativo, y necesitas utilizar el diminutivo para quitarle esa esa agresividad. Es como si en vez de decir una chica gorda dices gordita. ¿Por qué? Llámame por mi nombre.
"De primeras, a la gente no le gusta que les digan que están haciendo algo mal"
Muchas veces, reconoce Boho, no se hace con mala intención, pero no deja de ser una "situación de microrracismo que está muy arraigada en el día a día porque se lleva muchísimos años haciendo". Quizá, admite esta activista, sea ya hora de que la sociedad entiendan que "puedes decir el nombre de la persona o la chica negra, en vez necesidad de negrito o negrita". Porque, repite, "ser negra no es nada malo, no es negativo".
Pregunta: ¿Por dónde empezar para romper con el racismo? ¿Cómo iniciar esta deconstrucción?
Respuesta: Yo siempre hago una cosa conmigo misma: salirte de tu propia zona, verte a ti misma desde fuera e intentar analizar ciertas actitudes o tu entorno, incluso no solamente a ti, sino cómo tú primero actúas ante ciertas situaciones. Es decir, analizarte internamente y hacerte preguntas básicas: ¿tú te consideras racista? ¿Te consideras antirracista? Porque no es suficiente con no ser racista. También hay que ser antirracista. ¿Por qué me puedo considerar antirracista? Y te vas analizando: cuando veo, por ejemplo, a un chico marroquí o si tuviera la oportunidad de estar con chico marroquí, cómo reaccionaría. En situaciones que tú ya vives en tu día a día, poner el ejemplo de si fuesen con personas de otras nacionalidades, cómo reaccionarías.
Ante este proceso de deconstrucción de los propios prejuicios, Boho recomienda ser 100% honesto con uno mismo para, así, en tus propias respuesta, encontrar los cambios necesarios para abandonar ese racismo del que no siempre somos conscientes.
"El siguiente paso es informarte. Hoy en día con internet tenemos un montonazo de plataformas, de libros y de páginas que se dedican a eso", explica. Porque, al final, es una cuestión de autoanálisis y autocrítica a nivel personal. "Y una vez hagas ese trabajo será hora de mirar más allá, a tu entorno y preguntarte ¿según qué situaciones vivas, te mojas o te mantienes al margen porque no te afecta directamente?", dice.
"España no es un país racista para nada, pero sólo de cara a la galería y al postureo"
Sólo así, asegura, "podrás convertirte en microactivista, que es lo que quiero conseguir con el libro". Porque, se sincera, "España no es un país racista para nada, pero sólo de cara a la galería y al postureo". En la realidad, admite, España "sigue siendo igual o más racista" que cuando llegó en 1999.
Y reivindica: "Empezando por el presidente de Gobierno, al que en la ONU le dieron la oportunidad de ofrecer mejoras a las personas racializadas que están en España y su respuesta fue 'me abstengo'. Si partimos de esa base, la respuesta es que España sigue siendo racista. Va de que no, pero en realidad sí".
Boho recuerda, además, que a la hora de alquilar un piso o buscar un trabajo las personas racializadas siguen estando en "inferioridad de condiciones". Y es que, a fin de cuentas, "hay muchísimo trabajo por hacer para que ese no racismo no sea solamente de boca y de postureo, sino que se verá reflejado en el día a día".
Feminismo ¿antirracista?
"Para mí es imposible separar feminismo y antirracismo: soy mujer y soy negra"
Pregunta: Hoy, que es 8M, hablemos de feminismo: ¿es inclusivo en nuestro país?, ¿tiene en cuenta la doble discriminación que sufren las mujeres racializadas?
Respuesta: Yo no he sentido esa inclusión en el movimiento feminista. De hecho, tuve una charla hace poco con mi amiga Asaari Bibang en el podcast No hay negros en el Tibet, y estábamos diciendo que justamente es el día de la mujer y la pregunta es: la mujer negra ¿dónde entra allí? Porque muchas feministas no forman parte, ni se sienten involucradas, ni nos ayudan en la lucha contra el racismo. Y para mí es imposible separar ambas cosas: yo soy mujer y soy negra.
Si tú no estás conmigo en esa lucha antirracista, yo no me puedo sentir parte de tu lucha feminista. Porque una cosa va ligada con la otra y, sintiéndolo mucho, hoy por hoy no siento que se nos involucre en la lucha feminista. No hay asociaciones ni manifestaciones feministas de mujeres racializadas o para mujeres racializadas. En eso estamos: a ver si empezamos a crearlo, porque si depende de las mujeres blancas, nosotras estamos en un enésimo plano y esa es la realidad.
P.: Entonces, ¿qué deberíamos reivindicar hoy?
R.: Deberíamos reivindicar ambas cosas. Incluir a las mujeres no racializadas, pero que al mismo tiempo se vean pancartas de mujeres racializadas, sean musulmanas, africanas, sean de donde sean, que se vea esa unión de verdad. Porque hoy por hoy no la hay. Y que en las convocatorias de este tipo de actos también se molesten en hacer una llamamiento activo a las mujeres racializadas. Que esto no está pasando tampoco.
P.: Al final el feminismo tiene que ser interseccional, transversal, antirracista… ¿todas las luchas se unen?
R.: Es lo que comentaba mi amiga Asaari, que si nos tocan a una nos tocan a todas. Bueno, vamos a ver, pero ¿a qué todas? Porque si la chica era de ascendencia marroquí, no forma parte de "todas", no pasa nada. Pero si era española, entonces sí se grita "hermana, estamos contigo". El discurso, lo que se dice, se tiene que convertir en una realidad. Que no sea sólo una teoría y un eslogan súper bonito, sino que de verdad si nos tocan a una nos tocan a todas. Pero que sea a todas, independientemente de cuál sea su nacionalidad. Y eso hoy por hoy no es así.
P.: ¿Vamos hacia ese "todas" inclusivo?
R.: Yo creo y quiero creer que sí, porque si no, no habría hecho el libro. De hecho, para mí el lenguaje que he utilizado está sobre todo enfocado a las más jóvenes, a las adolescentes. Ahora estoy hablando con la editorial para ver si podemos cerrar charlas en institutos, en universidades. Esa es mi preocupación, es mi público principal: la gente joven, los adolescentes, los milenials…poder llegar a ellos. Porque si consigues que hagan el cambio de chip cambiarán las cosas. En cambio, los adultos ya tienen su mentalidad hecha y cuesta mucho, mucho, mucho más recalar en ellos; no les gusta que les digan lo que tienen o no tienen que hacer y es más difícil acceder a ellos.
P.: Se dedica al mundo de la moda, donde seguro que se ha enfrentado a situaciones machistas y racistas. ¿Nos pone algún ejemplo?
R.: En el libro comento algunos, pero en general sería que todas las veces que he podido acceder o estar en situaciones como en televisión o eventos de grandes hoteles o grandes firmas, siempre he sido solo yo, y eso ya me choca y me llama la atención.
P.: ¿Por qué?
R.: De eso hablábamos en el podcast que mencionaba: uno sí, más de uno ya no, porque tú eres la nota de color que queremos dar para que se vea que somos inclusivos. Y esto se da en diferentes situaciones, ya sea en un evento en Tiffany's como en televisión, en un canal nacional, en prime time o por la mañana. Da igual. Es como, "bueno, te estoy dando la oportunidad de que estés aquí porque eres la nota de color, pero tampoco resaltes mucho porque ya sólo con el hecho de que estés, estate agradecida. Te estoy dando la oportunidad".
"No es suficiente con no ser racista, también hay que ser antirracista"
Te estoy dando la oportunidad. Boho recalca estas palabras, que ha oído cientos de veces a lo largo de su vida. "Lo he vivido demasiadas veces, como si te diesen la oportunidad no porque tú con tus propios méritos tengas las cualidades para estar ahí, sino porque te la están dando", remarca.
Pregunta: ¿Pecamos los medios de la falta de diversidad o de visibilidad?
Respuesta: Yo digo que es como una fábrica. Al final los productos que la gente está potenciando y promocionando son todos los mismos, perfiles iguales, los mismos tipo de chicas con el mismo tipo de círculos de amistades. Has visto a una y has visto a todas, porque todo el rato es lo mismo. Además las marcas lo hacen mucho: como tú has tenido a esta chica A, cuando se acabe la colaboración, yo que soy de la competencia cogeré a esta misma chica, porque si tú la has tenido aprovecharé el tirón que has tenido con ella.
Nadie hace una apuesta real, nadie dice vamos a romper los moldes, vamos a romper con todo lo políticamente correcto y establecido y lo que se lleva tantísimos años haciendo que sí, que funciona, ya sabemos que funciona, pero oye, vamos a cambiar un poco, vamos a probar de dar la vuelta. Nadie hace eso. En teoría, sí que lo venden. Es el eslogan bonito. Pero en la práctica nadie hace esa apuesta real. Nadie.
Por eso, Boho apuest por la naturalidad, por ser ella misma y seguir denunciando las injusticias hasta que el mundo cambie. Y, sobre todo, promover en sus redes la empatía, que nos pongamos en la piel del otro. Porque, concluye, "hace falta empatía y no solamente con las personas racializadas, sino para mojarte y ponerte en el lugar del otro". Y es que, como sociedad, recuerda, "es lo único que nos ayuda a avanzar y a mejora".