Armando Soria Bueno (Zaragoza, 1971) llegó a la alcaldía de Urriés casi por petición popular en 2015. “Había vecinos que me decían que me tenía que presentar, que al pueblo le quedaban diez años de vida como mucho”, explica. Y decidió concurrir en las elecciones como independiente.
Este zaragozano cuenta que se enamoró de esta aldea de las Altas Cinco Villas, en el valle d’Onsella, en el Prepirineo aragonés, y decidió fijar en ella su segunda residencia en 2008. Por aquel entonces, la población estaba muy envejecida –con una media de edad de 70 años– y con cada vez menos habitantes –apenas tres decenas cuando se convirtió en regidor–.
Además, explica, “había un cierto descuido y falta de orgullo hacia lo que teníamos dentro del municipio”. Aunque suene “un poco raro”, admite, la situación que tienen hoy en Urriés es “radicalmente distinta a la de 2015”.
Ahora, la media de edad de la población está en torno a los 42. Y no sólo eso. Orgulloso, Soria aclara que “los vecinos que ya vivían en Urriés han dejado de decirle a sus hijos que estudien para irse fuera, si no que lo hagan para volver”. Además, afirma, “hay gente de otras zonas que ha venido a vivir con nosotros”.
Eso sí, si algo no ha cambiado es que recorrer las callejas de este pueblo aragonés –de 52 habitantes– te teletransporta a otra época: el estilo Románico de su casco urbano te embriaga, las calles empedradas, el olor a leña de roble… “Realmente somos un sitio muy atractivo”, dice su alcalde, pero calla que, además, llevan por bandera la transición energética.
Energía ‘verde’ para todos
Y es que el consistorio de Urriés, que se rige por un concejo abierto –los propios vecinos llevan la batuta–, es pionero en crear una comunidad energética que beneficia a todos los vecinos. Y lo es porque, como asegura su alcalde, “no tiene nada parecido en nuestro país y, por lo tanto, no hay norma escrita” sobre su gestión.
La peculiaridad de la comunidad energética –que no es del todo tal– radica en que la titularidad del proyecto y de las placas solares el del Ayuntamiento. Sin embargo, como cuenta el propio Soria, el Consistorio sólo se aprovecha del 40% de la electricidad generada. “El otro 60% se reparte entre los vecinos de forma gratuita”, afirma.
Pregunta: Su fórmula ha tenido que traerles problemas.
Respuesta: Cuando empiezan a salir las subvenciones desde Europa, desde el Gobierno de España y desde el autonómico contándonos que lo que van a hacer es promocionar el autoconsumo, vemos que este te exige que el 80% de lo que generas se lo quede el propietario, en este caso el Ayuntamiento. Nuestro caso no es ese, así que nos quedamos fuera de todas esas partidas de autoconsumo.
P.: Tampoco acaban de cumplir con los requisitos de las comunidades energéticas al uso.
R.: Lo que exigen las subvenciones de las comunidades energéticas es que el propietario sea la comunidad energética en sí, y también quien pague. Tampoco es nuestro caso. Siempre paga el Ayuntamiento y disfruta todo el municipio.
P.: ¿Y entonces?
R.: Estamos fuera de todas las casuísticas que se han diseñado. A mí me han recibido en todas las instituciones y en todas nos han dicho que nuestro proyecto es perfecto, pero no está escrito para las subvenciones. Y ni se plantean volver a organizarlas para potenciar algo que están viendo que es estupendo. Eso nos hizo muy complicado el diseñar cómo íbamos a poder nosotros pagarlo sin necesidad de recurrir a ninguna subvención, porque podía suceder como está sucediendo de momento que no recibamos nada.
P.: ¿Cómo salieron de este entuerto?
R.: Sacamos a licitación el proyecto con pago plurianual, para pagarlo en cinco años, y salió todo bien. Ahora estamos ya para empezar a funcionar. Pero piensa que es una idea que surgió hace cuatro años, que podíamos haberla desarrollado mucho antes si hubiéramos ido o al autoconsumo o a la comunidad energética.
P.: ¿Por qué no fueron por la vía fácil?
R.: Yo estaba convencido, porque en este caso era cabezonería mía absoluta, de que este proyecto tenía que salir, pero no sólo para el Ayuntamiento, sino para todos, como comunidad, para Urriés al completo.
Luchar contra la despoblación
La España vaciada o vaciada son términos que venimos oyendo desde hace varios años. La solución que viene dándose, en la mayoría de los casos, se resume en una palabra: repoblar lo rural. Pero, para Soria, que sabe “un rato” de esto, “antes de pensar en repoblar, tenemos que pensar en que la gente no se quiera ir, y que tenga un sitio digno y atractivo para poder vivir”.
Por eso, aconseja, es necesario dejar de hablar de números, de si un pueblo tiene más o menos habitantes, y empezar a pensar en “ofrecer servicios y atractivos para que la gente esté orgullosa de donde vive y no se quiera ir”.
El alcalde de Urriés, que ha conseguido que su municipio crezca en los casi siete años que lleva en el cargo, asegura que “tender puentes a la ciudad” es fundamental cuando se habla de despoblación. Porque es allí donde están las personas que pueden encontrar en el pueblo un lugar “real” y “viable” donde tener “una vida digna”.
Pero, advierte, esos puentes no se podrán crear si se sigue “discutiendo y generando las normas desde Madrid o Zaragoza para que nos vengan impuestas y que luego no podamos utilizarlas”. Dice estar convencido de que las normativas deberían ir “de lo pequeño a lo global”. Es decir, “deberíamos ir en la dirección contraria a la actual”.
Y augura que sólo se puede conseguir “si se cambia de una manera radical”. Es decir, “si se deja de hablar desde Madrid y se empieza a hablar desde las localidades que realmente sufrimos la despoblación y sabemos cuáles son nuestros problemas y cuáles podrían ser nuestras soluciones”.
Dos oficinas sostenibles
Para ello, Soria propone crear una oficina de innovación y creatividad, y otra de energía sostenible, para “poner sobre la mesa nuevos proyectos”. La primera, para la que ya se han solicitado los Fondos Next Generation de la Unión Europea, funcionaría como un laboratorio de ideas que recogiese todas las iniciativas culturales y de cualquier tipo llevadas a cabo en el pueblo –que son varias– y se compartiesen con el resto de España. Y viceversa.
La oficina de energía sostenible, por su parte, giraría en torno a la comunidad energética que estrena Urriés. El alcalde confiesa que le gustaría “también generar empleo alrededor de esta”. Porque, dice, “sería importantísimo no acabar aquí, esto debe ser un primer paso hacia la sostenibilidad y la autogestión absoluta e integral”.
Una oficina de este estilo, además, atraería inversión privada y aseguraría la supervivencia del proyecto energético urriesino a largo plazo. Especialmente si en un futuro “las cosas cambiasen”.
Más allá de sus jornadas culturales –que atraen a vecinos y foráneos–, de su congreso de periodistas anual, de su comunidad energética o de sus planes de futuro, Soria asegura que, para mantener con vida un pueblo vaciado, “lo importante es tener un relato durante todo el año”.
Es decir, “que cualquier cosa que hagas, incluso las fiestas patronales –que al final son días simplemente de fiesta–, la conviertas en parte de un relato, de algo que te hace crecer”. Porque, remarca, “realizar cualquier actividad suelta está muy bien, dinamiza al municipio, la gente se lo pasa muy bien, pero hay que conseguir darle un relato y extenderlo y contarlo y que la gente vea qué es lo que se está haciendo”.
Y es que, afirma, una vez que se llevan a cabo actividades culturales durante todo el año, “la gente de tu población ve que somos capaces de hacer cosas muy grandes, de generar vida y viabilidad económica a los negocios de la zona”.
En cierto modo, explica Soria, la vida cultural en un pueblo crea un “caldo de cultivo socioeconómico de futuros emprendedores”. El alcalde de Urriés concluye: “Todo esto demuestra que los que están trabajando en el mundo rural pueden vivir de una forma digna y ayuda a que sus negocios sean viables”.
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