María Velasco, dramaturga.

María Velasco, dramaturga. Ilde Sandrin

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María Velasco, escritora: “El arte es una herida hecha luz”

La autora y directora de 'Talaré a los hombres sobre la faz de la tierra' habla sobre el arte, el teatro y la naturaleza. 

16 octubre, 2022 02:29

María Velasco es cierva, es bosque, es sombra que al hablar se rebela luminosa. María es violenta y frágil como una tormenta de verano. María es mi amiga. Habla conmigo desde su centro en llamas y yo hago preguntas aunque no sean las respuestas, sino su travesía y su esencia, lo que me interesa y persigo.

Nació en Burgos hace 38 años. Vive en Madrid desde los dieciocho. Escribe desde antes de haber recibido su primer beso. Es Doctora en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense, Máster en Práctica Escénica y Cultura Visual por la Universidad de Alcalá de Henares, y estudió Dramaturgia en la RESAD. Ha publicado más de una docena de obras, sus textos han sido traducidos al inglés, francés, italiano, alemán y turco.

Este año, su pieza Talaré a los hombres de sobre la faz de la tierra ha recibido el Premio Max a la Mejor Autoría Teatral y el Premio Internacional Heidelberger Stückemarkt. Es el relato de maduración de una millennial que visibiliza la violencia cotidiana sobre el cuerpo y el territorio.

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Está en cartel hasta el 17 de septiembre en Sala Cuarta Pared de Madrid, agotando todas las localidades, y del 13 al 16 de octubre en Sala Becket de Barcelona, para viajar posteriormente a Badajoz, Alicante y Móstoles (Madrid, Festival de Otoño), en una puesta en escena bellísima y transgresora que Velasco ha dirigido, protagonizada por la actriz Laia Manzanares, y en la que yo misma participo como actriz.

Acaba de regresar de un viaje a Argentina, ¿qué ha estado haciendo, entregando y recibiendo, a lo largo de su estancia allí?

Me han invitado a impartir un taller y poder establecer un diálogo con escritores y escritoras argentinas, actuales, en el Centro Cultural de España en Córdoba (Argentina). Por otra parte, el viaje tiene que ver con un nuevo proyecto, estoy indagando mi voz como narradora, con una novela, y desde el primer momento me interesó que hubiera una mirada externa que me pudiera arrojar cierta luz sobre la escritura.

He establecido esa complicidad con Emilio García Wehbi, un artista multidisplinario y gran escritor, que está haciendo una lectura atenta del material y compartiendo problemas, dinámicas y procedimientos de escritura.

María Velasco.

María Velasco. Ilde Sandrin

Hablando de escritura, de la palabra que le da arraigo o vuelo a su mundo interior, ¿desde cuándo siente la vocación o la necesidad de escribir?

Fue una vocación muy temprana y creo que, como en el caso de muchas escritoras, estaba llena de la necesidad de poder ensanchar la realidad cotidiana y de seguir jugando e imaginando otros mundos, pero sobre el papel. Lo recuerdo como una prolongación de las historias que mi madre me leía cuando tenía miedo a la oscuridad, y de las ficciones que yo empezaba a ver en televisión o cine.

Mi relación con la palabra, la recuerdo muy vinculada a superar ese miedo por la oscuridad, a seguir con la luz encendida o a tener una luz dentro de la oscuridad; yo era una niña que tenía que jugar sola y vivía en la ciudad, la escritura siempre fue eso, la necesidad de poblar esa soledad. Aprender a jugar sola. Eso se unió con el cuerpo cuando empecé a tomar clases de teatro, a los 16 años; no tenía especial vocación por el teatro, lo que estaba era desesperada por encontrar mi lugar en el mundo y a los míos.

Por entonces yo era una paquete en deportes de equipo, en educación física, no había tenido educación sexual, y de repente: me creció un cuerpo en las clases de teatro. Así surgió la unión de la palabra con el cuerpo y la vocación teatral.

En su último libro, Parte de lesiones, publicado en Ediciones La uÑa RoTa, habla usted de rasguños, esguinces, torceduras, de fisicidad y dolor. ¿Es en la herida donde se inspira?

Uno empieza a escribir, o a expresarse, por una necesidad muy profunda que casi siempre viene de necesitar amortiguar un dolor, amortiguar el contacto con la propia realidad, y para encontrar un canal para comunicarse con esa realidad. Me encanta la idea de que el arte es una herida hecha luz, es una manera de resiliencia, de producir, a partir de la herida, algo bello, y también de sociabilizar la herida, porque visibilizando el problema, se atenúa, una vez que lo compartimos con los demás. 

Me interesa esa idea del arte como herida compartida, ya estaba en los rituales, que buscaban, no una explicación pero sí una trascendencia del dolor, del sufrimiento, de las pérdidas, de todo eso que en la vida no se puede esquivar, los rituales nos ayudaban a relacionarnos con eso. Para mí el arte tiene mucho que ver con esto.

¿Hay también placer y gozo, a pesar del daño, cuándo escribe?

Dolor y placer son contrarios que van muy unidos, el arte es un ejercicio de sensibilidad y creo que haciendo teatro he ejercitado el músculo del placer y el músculo de la belleza que, a veces, no es confortable, las sensaciones extremas no tienen nada de confortable. Las ideas de placer y gozo están unidas a esas recaídas como, por ejemplo, tomar la decisión de hacer un proyecto nuevo.

Todos los que estamos en el teatro sabemos el esfuerzo que supone levantar una obra, enfrentándonos a condiciones materiales o políticas culturales, pero lo hacemos porque somos celebrativos, y esa necesidad de celebrar se impone frente a las dificultades.

¿Qué significa para usted el concepto 'riesgo', tanto en la forma como en el fondo? ¿Es algo perseguido o está ligado a su manera personal de ver el mundo?

Yo diferenciaría entre un riesgo que tiene que ver con mi manera personal de hacer, y el riesgo exógeno, relacionado con el riesgo en las artes. En cuanto a mi praxis artística, creo que el riesgo está en no refugiarme en lo consabido, trabajar con zonas de ignorancia, de opacidad. Ahora me estoy poniendo a prueba en la narrativa, estoy poniéndome a mí misma en un lugar de dificultad, y me resulta estimulante y excitante. Para mí lo que diferencia el arte de la producción es, precisamente, ese riesgo.

Lo que yo considero lenguaje de riesgo, en general, en el panorama artístico y cultural, tiene que ver con ir más allá de los discursos colectivizados, hegemónicos, intentar forzar o sobrepasar los leitmotiv del momento, esas modas que se imponen, también en las programaciones de los teatros.

Su obra Talaré a los hombres de sobre la faz de la tierra, habla de diversos temas: educación, prostitución, naturaleza, eco feminismo, y especialmente del crecimiento. ¿Crecer es siempre doloroso? ¿Qué queda en usted de su niña interior y de esa adolescente que escribía pegando su piel a la corteza de un árbol?

Cualquiera que esté cerca de los animales sabe, que cuando un pájaro cambia la pluma o un reptil muda la piel, hay un proceso de irritabilidad, para mí eso tiene que ver con el crecimiento, dejar atrás al niño, empezar a formar parte del juego adulto y aceptar las normas que lo regulan; en ese proceso hay un montón de renuncias y pérdidas.

Creo que el arte y el amor nos devuelven el contacto con ese niño que éramos, a veces, muy abandonado. Para mí, la creatividad ha tenido mucho que ver con ir a la conquista de esa niña. La rutina, la auto explotación, la manera tan antinatural que tenemos de vivir, suponen un alejamiento de esa infancia.

María Velasco.

María Velasco. Miguel Ángel Altet

Al hablar de infancia hablamos de familia, también muy presente en su texto, que dice: "Todos tenemos raíces pero algunos, miramos las estrellas". ¿Es preciso desprenderse de la raíz, la familia, para poder ser uno mismo?

Yo creo en la idea de que nosotros somos: nosotros y los que nos preceden. Es importante la conciencia de esto para poder elegirnos como adultos y hacer una educación propia más allá de ese acerbo familiar, pero también para reconciliarnos con nuestra familiar. Reconciliarse con el lugar del que venimos es fundamental para llegar a ser adultos más enteros.

Su texto rescata el pensamiento de Nietzsche, "Dios ha muerto", y de Foucault, que dijo: "El hombre ha muerto". Y usted se pregunta: ¿la naturaleza ha muerto?

La pregunta nace de la idea actual de que ya somos completamente independientes de la naturaleza, pero creo que, por ejemplo, la Covid-19 o el calentamiento global nos demuestran que la naturaleza no ha muerto. Creo que vivimos al margen de esa naturaleza, sin embargo seguimos muy cercanos a lo animal, dependientes de este planeta que hemos colonizado. La obra, precisamente, viene a responder a esa pregunta, a decirnos que la naturaleza nos da constantes señales de que está ahí, por más que la mayoría de personas solo pisemos asfalto cada día.

¿Qué es el ecofeminismo?

Un movimiento relativamente reciente que, sin embargo, tiene muchas raíces, aunque ahora estemos empezando a ponerle nombre raros, pero ya en el Génesis se dice que el hombre dominará sobre la tierra y los animales, y se coloca a la mujer como ser dominado; lo que el eco feminismo pone de manifiesto es el hecho de ese dominio, colonización desalmada sobre los territorios y los cuerpos. En Talaré se ponen en relación los arboricidios, la desforestación desmedida…con la fetichización del cuerpo femenino, tanto de la mujer procreadora, paridora, cuidadora, como de la mujer como objeto de placer.

Ha afirmado, en más de una ocasión, que es más fácil y está mejor visto, contar públicamente que se es putero, a contar que se ha ejercido o se ejerce la prostitución. ¿Otra forma de violencia contra la mujer es su denigración y estigmatización, por ser prostituta?

El lugar de la prostituta siempre ha sido un lugar de oprobio, está en los mitos, en la Biblia… al final eso se ha traducido en que, culturalmente, siempre hemos criminalizado a la prostituta, a la mujer, y siempre ha sido un estigma reconocer que hacía ese trabajo, también por esa connotación moral de impureza, de pecado.

Estamos en una sociedad secularizada y, sin embargo, la prostituta sigue siendo considerada lo más bajo de la sociedad, y eso mezclado con una suerte de aporofobia, porque es alguien que no tiene lugar en el mercado laboral, vive en una especie de clandestinidad, no están reconocidos sus derechos laborales, no está protegida, no tiene cobertura médica, es algo invisibilizado con lo que hemos convido siglos sin darle un lugar.

Para mí, lo primero y más importante para que este tema se desestigmatice y podamos empezar a tener una discusión a nivel político, es poder hablar del tema, subvertir el tabú hacia la prostituta, que es mayor que el tabú hacia el cliente de prostitución. Siete de cada diez hombres reconocen haber tenido una relación de clientelismo con la prostitución y sin embargo, el lugar de la prostituta está “de lado”, ni siquiera están como interlocutoras para hablar.

Vivimos en un mundo tan neoliberal que el mercado ha pasado por encima de la ética y lo va a seguir haciendo, pensar lo contrario, en este caso, es ingenuo, con lo cual, al menos como medida transitoria, en mi opinión lo que se necesita ahora mismo es legislar a favor del colectivo y desde luego reforzar la educación sexual; los derechos para estas personas están tan desdibujados que incluso es difícil diferenciar entre trata o esclavitud y prostitución.

La experiencia que se cuenta en Talaré es tan solo de unos meses pero significa romper una lanza para hablar de este tema sin tapujos.

La dramaturga, María Velasco.

La dramaturga, María Velasco. Ilde Sandrin

¿Cómo ha sido la travesía de Talaré a los hombres de sobre la faz de la tierra, desde su estreno en 2020 hasta hoy, tras recibir el Premio Max a la Mejor Autoría Teatral en 2022? ¿El bosque avanza?

Se estrena hace dos años en el marco del Festival de Otoño, lo cual le da visibilidad, pero no deja de ser una producción austera, teniendo en cuenta el numeroso equipo. Por la pandemia y otros factores, fácilmente la obra podría haber entrado en coma o morir después del estreno, sin embargo ocurre un fenómeno hermoso con la obra, una onda expansiva de personas importantes para bombear el corazón de la obra, con la involucración de los intérpretes y de todo el equipo, y de gente de la gestión cultural, y de espectadores fuertemente tocados, que la defienden.

Sin embargo, los medios generalistas parece que tuvieran reticencias, o con la temática de la obra o con la autoría femenina, a saber, pero la obra la piden desde Londres, Argentina, Santiago de Chile, Nueva York… Es como un animal con una fuerte pulsión de supervivencia, se nota que es una obra necesaria que se está sobreponiendo con muchas dificultades, ella misma está diciendo que necesita seguir con vida.

A pesar de lo controvertido o follonero que encierra, Talaré es una obra de regeneración y de esperanza.

En su presente, ¿en qué lugar siente que está? Como diría Pizarnik, ¿es capaz de caminar por la calle y señalar el cielo?

Estoy en un momento de cambio y de regeneración, personal y creativa. Se resume en la frase de Anne Carson, has crecido como ser humano, crece ahora como algo que no conoces… yo estoy decidiendo como qué mujer y qué artista quiero crecer. Todo lo que está en un momento de cambio, está vivo, el problema para mí es detenerse, cosificarse.