Ellen MacArthur, Premio Princesa de Asturias 2022: "Un cambio de mentalidad nos hará circulares"
La exregatista y pionera de la sostenibilidad atiende a EL ESPAÑOL a pocas horas de recoger un premio que consagra su aportación a la cooperación internacional.
28 octubre, 2022 01:22Pocas veces, poca gente alcanza la categoría de leyenda en su juventud. Pocas veces las leyendas se niegan a concebirse como tal. Pocas se tiene la oportunidad de encontrarlas en tu camino. Así pues, me siento afortunada de haber conocido a una de esas leyendas: Ellen MacArthur. Tan joven (46 años) y con un gesto más cercano a la infancia que a la edad adulta; si es cierto eso de que la cara es el reflejo del alma, la suya es de luz. Así me lo transmitió en nuestra conversación, sin filtros ni maquillajes.
Siempre doy gracias a la fundación Princesa de Asturias por organizar unos premios que ponen de manifiesto la existencia de una sociedad buena en el buen sentido de la palabra buena, parafraseando a Antonio Machado. Son unos premios con unos galardonados que reflejan el mundo que me interesa, ese del conocimiento, del esfuerzo, ese del trabajo y de la excelencia, con una capacidad de convocar premiados fascinantes que construyen una sociedad fascinante.
Siempre doy la enhorabuena y las gracias por ello a su directora, mi querida Teresa Sanjurjo. Este año lo hago además por haber elegido como premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional a Dame Ellen MacArthur, fundadora y presidenta de la fundación Ellen MacArthur y promotora y activa defensora de la economía circular.
La británica es un ídolo para muchas personas que creen en la posibilidad de un mundo mejor, menos polucionado, más justo, conscientes de que no vivimos en un paraíso de bienes inacabables. Este año le agradezco además haberme permitido encontrarme con esta exnavegante, que lejos de considerarse legendaria, simplemente se reivindica como una persona que tuvo muy clara la determinación de su futuro ya a los cuatro años.
Sabía lo que quería hacer, dónde quería ir, aunque no supiera cómo, y ha demostrado que es posible conseguir lo que uno sueña “haciendo en tu vida lo que amas y lo que sientes que es correcto. Y eso es lo que siempre he hecho. Desde los cuatro años, cuando soñaba con dar la vuelta al mundo, como Magallanes, seguí a mi corazón y mi sueño. Y eso me llevó por todo el mundo, construyendo barcos y viajando y participando en regatas y rompiendo récords.
Me encantó. Y cuando comencé a comprender que la naturaleza tenía recursos finitos y que en nuestro mundo también tenemos recursos finitos supe que tenía que seguir a mi corazón y mi mente y trabajar por ello”.
[La economía del futuro depende de recursos escasos]
CHARO IZQUIERDO.- Digamos que eres la encarnación de que todo es posible si escuchas a tu corazón y sigues tus sueños.
ELLEN MACARTHUR.- ¿Creo que todo es posible? ¿Todo en el mundo es posible? Sabemos que no lo es. Lo importante es tener claro a dónde estás tratando de llegar. Si sigues tus sueños sabiéndolo la cosa cambia. Pienso en mí, que con cuatro años ya conocía mi objetivo. No tenía dinero. Mi familia no era rica. Pero era mi sueño. Y como lo tenía claro, pude llegar. Con la economía circular y el trabajo que estamos haciendo respecto a la economía global y regenerativa, el camino es muy similar: inicialmente fui consciente de la naturaleza finita de los recursos que tenemos disponibles y a partir de ahí entendí que nuestra economía no podía seguir funcionando así a largo plazo. Y con ese pensamiento muy claro, aprendí, leí y hablé con muchas personas, empresas, especialistas. Pasé muchos, muchos, años analizando diferentes opciones. Y en el momento en que tuve claro el camino circular lo convertí en mi ‘nueva vuelta al mundo’.
Como ha dicho, a los cuatro años su sueño era navegar, desde que subió por primera vez a un barco y sintió el significado de la libertad. Sin consciencia, sabía que los sueños hacen sufrir hasta tornarlos realidad. De hecho, supo que el camino no era fácil y que tenía que ahorrar para comprar su primer barco.
[Ocho claves para entender en qué consiste la economía circular (en la práctica)]
Guardaba la “paga” semanal familiar y, a la hora de la merienda en el colegio, compraba lo más barato y ahorraba el resto. Aquello sucedía en su Whatstandwell (Derbyshire) natal, tierra de mineros. Ella misma, hija de profesores, muestra en alguna de sus charlas la fotografía de su bisabuelo, un minero que ya supo de sus sueños porque aún a los once años se sentaba en sus rodillas.
Hoy, estaría orgulloso de saberla una de las mujeres más influyentes en el mundo en la medida que ha logrado incluir la circularidad en la agenda internacional. Basa sus estudios y su actividad en cambiar la fórmula económica actual de extraer, utilizar y tirar, una economía lineal, por la de otros tres principios diametralmente opuestos: eliminar desechos, circularizar materiales y regenerar la naturaleza, pensando en ello desde el momento del diseño de los objetos, hasta su muerte en la que son reutilizados para otras vidas.
A los 17 años dejó el colegio. En 2005, con 29, se hizo tan famosa rompiendo el récord de navegación rápida alrededor del mundo sin parar (¡71 días!), que la monarquía británica le concedió el título de Dama Comendadora de la Orden del Gobierno Británico —por cierto, también es Caballero de la Legión de Honor Francesa—.
Pero en ese y en sus anteriores viajes, también cuando perdió el titulo, aprendió mucho más que la excelencia en la navegación. Aprendió lo sumamente importante que era cada uno de los recursos que tenía en el barco, incluida su propia vida, la de la navegadora solitaria.
Exactamente igual que los del planeta tierra…, recursos finitos. Aprendió la necesidad de no desperdiciar nada. Todo valía. Y tal vez impactada por la híper responsabilidad que significa estar sola, saber que todo empieza y termina en ti, que un pequeño percance puede suponer la desaparición…, así no más, sin dramas, y tras entender que, como en el barco, los recursos de la tierra no eran infinitos, decidió viajar menos, moverse menos, hacer menos…, hasta que descubrió que esa no era la clave, que eso no era suficiente, y tras múltiples conversaciones y mucho trabajo creó su Fundación en 2010.
Doce años después sigue trabajando por la economía circular, ya no desde su pueblo minero sino desde la isla de Wight… que a mí me suena a “hippie, hippie-pie”, que cantaba Michel Delpech (he tenido que googlearlo) a finales de los sesenta.
Ch.I.- ¿Cómo te llevó la navegación a decidir impulsar el cambio de la economía lineal a circular?
E.MacA.- No fue navegar lo que me impulsó. Navegar me enseñó, mejor dicho, el objetivo de navegar alrededor del mundo me enseñó cómo hacer que las cosas cobraran vida contra viento y marea. Yo no estaba predestinada a ser marinera. Vengo del campo. Mis padres no me compraron un bote para competir (a los 17 adquirió el primero con sus ahorros). Fui yo quien encontró un patrocinador, fui yo quien se labró su propio camino en ese mundo. De la navegación aprendí a entender sistemas. Aprendí la necesidad de cuidarte a ti mismo, el barco, las baterías, la comida y el combustible. Y entendí el sistema fuera del barco, que es el del clima y el agua, y la temperatura del mar y las corrientes. Y cómo conectar las diferentes partes del sistema, lo que me resultó muy útil para comprender la economía circular, porque cuando cambiamos la economía, cambiamos todo.
Hila estas frases bajo la atenta escucha y mirada del CEO de la fundación Ellen MacArthur, Andrew Morlet que asiente permanentemente ante las respuestas de su Presidenta. Digamos que Ellen MacArthur mira el mundo de otra manera. Y no solo desde sus ojos azules que cierra mucho y muchas veces mientras reflexiona sus contestaciones.
Mira con sus gafas circulares, unas lentes imaginarias que significan la visión de la transición hacia un modelo donde todo es y puede ser regenerativo, restaurativo, una fórmula de crear, producir, distribuir y consumir donde nada sobra, nada se desperdicia, una especie de reencarnación. De todo. Y donde no se compra para tener, sino para usar.
A muchas personas se les da la vuelta la cabeza como a la niña del exorcista ante estas tesis más complicadas de entender para nuestra mentalidad consumista que el metaverso…, que ya es decir: “Una vez que ves circular, una vez que lo tienes, que lo sientes —dice—, sabes, entiendes la diferencia entre la línea recta… de nuestra economía actual, donde tomas un material del suelo, haces algo con él y lo tiras, a la circular.
Y ese círculo puede continuar para siempre. Y conduce a muchos, muchos, cambios en el diseño y la producción y en el uso del material para producir. Una vez que lo entiendes, ves todo de una manera diferente. Absolutamente todo.
Y es emocionante porque se trata de innovar, crear y construir un mundo mejor, se trata de hacer que el diseño de las cosas mejore. ¿Por qué diseñar algo que se convierta en un desperdicio? ¡Somos inteligentes!”, ironiza.
Ch.I.- La Edad de Piedra no terminó porque se acabaran las piedras, sino por la innovación. ¿Cómo o qué innovación necesitamos hoy para lograr esa economía circular?
E.MacA.- ¡Muchas! pero la fundamental es cambiar de mentalidad. Hay que innovar en la manera de diseñar cualquier cosa. O de cultivar cualquier cosa. Y ya hay innovaciones circulares por doquier… Pero la básica es la de nuestro proceso de pensamiento para pasar de la línea recta al círculo.
Ch.I.- ¿La siguiente innovación sería la que permitiera el reciclaje a nivel masivo?
E-MacA.- Esa viene después. Porque si no diseñas, digamos, tu plástico para que tenga valor, no tiene sentido. No es reciclable. Por lo tanto, la innovación está en el sistema, en el proceso de pensamiento, en el diseño. Pensamos por ejemplo en la agricultura…, puedes cultivar con fórmulas regenerativas o puedes verter fertilizante en la tierra y degradarla, con la consecuente eutrofización del mar. Si empiezas desde el principio y construyes el sistema agrícola regenerativo, esa tierra se vuelve mejor, no peor. Así que no se trata solo de una innovación. Es el pensamiento lo que conduce a todas las innovaciones. Después viene el reciclaje. Pero el sistema debe construirse correctamente para que funcione. De lo contrario, estamos tratando de reciclar algo que nunca se hizo para ser reciclado y que nunca funcionará.
Dame Ellen MacArthur ha impulsado desde su fundación proyectos en colaboración con el Fondo Económico Mundial, así como la iniciativa de Nueva Economía del Plástico, que persigue la reducción de su uso, o la campaña Make Fashion Circular con la creadora de moda Stella McCartney.
Publican anualmente informes gratuitos y libros como el último, Circular Design for fashion, que salió a la venta en enero de 2022, en el que diversas voces del universo de la moda hablan sobre circularidad. Y puede presumir de grandes éxitos de su navegación económica.
Seguramente el más importante es la aceptación de su campaña lanzada en 2020, junto con WWF, para que los líderes mundiales firmaran un acuerdo para reducir el uso de los plásticos, que se tradujo en el primer tratado vinculante contra la contaminación del plástico, firmado por 175 países reunidos en Nairobi (Kenia), según la ONU el pacto ambiental más importante tras la firma del Acuerdo de París contra el cambio climático.
El tema controvertido del plástico debe hacernos pensar. Según un último informe de la de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), en el mundo, 109 millones de toneladas de desechos plásticos invaden ríos y lagos; 30 millones contaminan los océanos; y unos 1,4 millones transitan entre ríos y mares. Son unos datos que distan poco de variar en el futuro si tenemos en cuenta que en 2021 la producción de plásticos lejos de remitir se incrementó, con una producción anual mundial de 461 millones de toneladas.
Son datos que distan de impactar en la circularidad, pues solo un seis por ciento de los plásticos que circulan por el mercado provienen del reciclaje. En España —cuarto país de la Unión Europea en demanda de plásticos— el gran objetivo es cumplir con las directivas europeas. Para el 31 de diciembre de 2025 deberá reciclarse, como mínimo, el 65 por ciento en peso de todos los residuos de envases y el 70 cuando acabe 2030.
Ch.I.- Hablas mucho de plástico, pero ahora hay voces que dicen que Textile is the new plastic (el textil es el nuevo plástico).
E.MacA.- Gran parte del textil es plástico. Sí. Muchos, muchos, tejidos están realizados con plástico. Hicimos un gran estudio sobre textiles en la Fundación, observando las tasas de reciclaje. Con los envases de plástico, encontramos que el 2% de 78 millones de toneladas se reciclan con la misma calidad. Y con los textiles, solo el 1%. Es aterrador.
Ch.I.- En realidad estaba bromeando… Jugaba con las frases…, parafraseando el Orange is the New Black… Creo que a imagen y semejanza del plástico tenemos que luchar contra la forma en que consumimos, diseñamos y producimos la ropa.
E.MacA.- Tú hablas de lucha, pero también es una oportunidad. Si hablamos de moda, los sectores de más rápido crecimiento son la reventa de artículos de lujo o el alquiler de ropa. Porque la gente obtiene algo mejor por menos dinero. Por supuesto. cuando eso se una a una nueva manera de diseñar productos pensando en economía circular podrán encajar dentro de un nuevo sistema, pero aún no estamos ahí. El sistema textil es muy complejo. Ya lo sabes tú. ¿Se puede deconstruir esta chaqueta? ¿Se pueden recuperar los materiales? ¿Pueden retroalimentar el sistema? —dice abriéndose la suya casi buscando la etiqueta— En realidad, en la mayoría de los casos, no. No, porque cuando el diseñador concibe la prenda solo piensa en que sea bonita. Sin embargo, debería haber mucho más que eso en el diseño… Si creas de manera circular, te interesas por los materiales de los que está hecho el producto, a dónde van a ir, cómo se van a recuperar, cómo va a hacerse con ese producto el consumidor, cómo va a recuperarlo la empresa, cómo va a reciclarse… Por eso digo que hay que repensar todo este sistema.
Ch.I.- Hablas de la segunda mano y la realidad es que es un negocio que crece muchísimo. Pero…, todo tiene un pero…, hay estudios que alertan del comportamiento de compra de las prendas de segunda mano, que es casi tan compulsivo como el del fast fashion, por tratarse de artículos claramente más baratos.
E.MacA.- Depende. Si lo compro esta semana y luego lo dono, por ejemplo, o lo llevo a otra tienda y lo compra otra persona… Es menos beneficioso comprarlo una vez y dejarlo en el cajón. Si lo compras, úsalo. Y luego tal vez otros lo quieran, así que ponlo de nuevo en el sistema para que alguien lo adquiera. Es mucho mejor para la economía. Y si está diseñado correctamente para que cuando se vuelva inútil y nadie quiera usarlo más, pueda retroalimentar el sistema, entonces, esa prenda habrá ayudado a la economía global y habrá alimentado el futuro del sistema de la moda. Así que no es necesariamente algo malo.
Ch.I.- Hay una frase tuya que me encanta: “Ahora tenemos un plan”… ¿En qué fase del plan estamos?
E.MacA.- Creo que en una temprana todavía. Por ejemplo si hablamos de los plásticos, con el pacto global que se firmó, solo manejamos el veinte por ciento de los envases de plástico del mundo. Los fabricantes y empresarios de ese mercado lo suscribieron. Pero es temprano, aunque se esté moviendo. Calculamos que para 2025, el diez por ciento de los envases de plástico sean reciclados. Así que hay un cambio significativo. En parte es trabajo de las empresas líderes. Y en parte de la política. Porque para ello se necesita innovación empresarial, pero también una política reguladora. Hay sectores que están mucho más desarrollados. Por ejemplo, las industrias pesadas ya son bastante circulares. Es decir que no se puede hablar en global, porque diferentes sectores están en diferentes fases. Pero creo que hay un entendimiento real del cambio necesario, incluso en el mundo de las finanzas.
Ch.I.- ¿Cómo podríamos acelerar la transición a la economía circular?
E.MacA.- Es muy importante el tratado vinculante contra la contaminación del plástico. Tenemos grandes empresas lideres compartiendo una misión, tratando de cambiar la forma en que hacen las cosas. Trabajamos con la mayoría de las compañías más grandes del mundo, pero no pueden hacerlo solas. El sistema tiene que cambiar. Y el tratado global nivelará el campo de juego para transformar todo el sistema.
Ch.I.- Es fundamental enfrentarse al viejo uso de un solo uso, ¿no?
E.MacA.- Absolutamente. Y ahí es donde entra la política. Por ejemplo, en el estado de Nueva York se prohibió la espuma de poliestireno. Y si hablamos de los envases de plástico, estamos hablando de productos que se fabrican en un país y se venden en otro, de embalajes que se envían a todo el mundo. Se trata de hacer que un tratado global funcione para todos los países para que los productos tengan valor.
Recuerdo otra vez a Machado y su “todo necio confunde valor y precio”. No le hablo del escritor a MacArthur pero sí de la necesidad de diferenciar los términos, con lo que está absolutamente de acuerdo. “Sí, pero también hay que entender la economía. Ahora, estamos acostumbrados a este sistema lineal, donde compras algo, lo posees, eres dueño de lo que contiene. Y luego, cuando has terminado o no te sirve lo tiras. En cambio, en el sistema circular, no lo compras, simplemente tienes acceso a ese bien. No necesitas comprarlo todo, solo usarlo. No necesitas poseerlo. No lo guardas para siempre.”
Cuento a Ellen MacArthur que trabajo muy activamente con la organización Women Action Sustainability (WAS). Y no le interesa especialmente que se trate de una asociación básicamente femenina -“creo que el cambio de la economía global nos implica a toda la humanidad”. Sin embargo, sí le interesa horas después cuando la presidenta, Mónica Chao, y yo le aclaramos que se trata de una asociación que busca que la sostenibilidad esté en las mesas y los despachos de los y las líderes, que esté en los lugares de toma de decisión, en los comités de dirección, en los Consejos de Administración… Eso le apasiona, porque está de acuerdo en que esa política empresarial debe ser transversal y partir del vértice: “Eso es vital. Absolutamente vital”.
Ch.I.- Cuando he visto reportajes sobre tu vida como navegante, sobre tus diferentes azañas, tu lucha contra los elementos…, siempre me he dicho “O.M.G. (Oh my God) qué mujer tan valiente”… Y luego he pensado tiene que haber algo que tema… ¿Qué te produce miedo?
E.MacA.- El fracaso, y eso te mantiene alerta. Pero también en la vida. Cuando estás en el mar, en el fondo, tienes muchas posibilidades de no volver a casa…, así que mejor trabajar para no fallar… Y en la vida igual, solo estamos aquí una vez, así que tenemos que ser nuestra mejor versión, esforzarnos por dar lo mejor de nosotros… yo siempre intento dar lo mejor de mí. Sí, mi miedo es al fracaso.
Y lo dice gesticulando, mucho… Mueve constantemente las manos, la cabeza…, imposible por cierto que se le mueva un solo mechón de su perfecto y siempre idéntico corte pixie… Imagino que son tics que quedan de una navegación en la que hay que moverse rápidamente para luchar contra todos los elementos.
Habla del fracaso mirándome muy fijamente, a los ojos, como hacen las personas de corazón sano. Su vista se ilumina emocionada cuando le pregunto qué significa para la fundación Ellen MacArthur recibir este premio Princesa de Asturias a la Cooperación Internacional 2022: “Es un gran honor.
Es algo maravilloso después de haber estado en este viaje durante tanto tiempo. Pero lo más importante, para la Fundación y el trabajo que ha realizado en estos últimos 12 años es que eleva el perfil de la economía circular y de lo que significa promover esta idea y el cambio de sistema.
Este premio eleva la conversación sobre la economía circular y la necesidad de este pacto global contra la contaminación de los plásticos. Lo lleva a otro nivel. Porque el sistema tiene que cambiar ahora. Los consumidores tienen que cambiar, los negocios, los comerciantes, los gerentes de materiales, los financieros. El sistema tiene que volverse circular. Y gracias al premio Princesa de Asturias elevamos el debate y la conversación”.
Y sé que la emoción es auténtica. Lo expresan sus ojos…, de pronto acuosos.