"El tenis, al igual que el polo y el golf, es un deporte elitista", explica el extenista profesional y entrenador extremeño Álvaro Morcillo Calderón. Sin embargo, asegura, el deporte de raqueta que él representa continúa en la senda de la democratización. Cada vez son más los niños y adultos que tienen acceso a instalaciones y equipamiento adecuados para practicarlo.
Este tenista de 31 años nació en la localidad pacense de Don Benito. Fue allí donde aprendió lo más básico sobre el tenis, de la mano de su padre. Morcillo recibió su primera raqueta con tan solo seis años y, partido a partido, fue abriéndose paso en las competiciones locales, llamando la atención de los entrenadores de la Real Federación Española de Tenis (RFET). Fue dos veces campeón autonómico y logró clasificarse entre los 300 primeros a nivel estatal.
El joven tenista siguió su carrera en Estados Unidos, gracias a una beca para jugar al tenis en el Martin Methodist College (MMC) de Pulaski, Tennessee. Dos años después, dió un vuelco a su carrera, pasando de la pista al palco. Su carrera como entrenador comenzó en el Raquette Lake Camp de Nueva York.
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Tras cruzar el charco, Morcillo emprendió su marcha al desierto. En 2016, se trasladó a Dubái, Emiratos Árabes Unidos, donde desarrolló un programa de tenis para una escuela privada internacional. Tras esto, trabajó para la Qatar Foundation en Doha, desarrollando su programa de coaching hasta 2017.
Un año después regresó a Estados Unidos para trabajar en el exclusivo mercado del tenis neoyorquino y construiría allí su cartera de clientes. También allí catapultaría su popularidad, construyendo su marca personal: AMC International. En mayo de 2019, se trasladó nuevamente a Asia, pero esta vez a Singapur, donde a día de hoy continúa haciendo crecer su reputación como entrenador de tenis.
Este tenista extremeño ha hecho de su pasión su trabajo y cuenta su experiencia como entrenador a ENCLAVE ODS.
De Don Benito a Singapur
Ahora está en Singapur, pero es también cofundador del club La Amistad…
El Club La Amistad-Don Benito es pequeñito y humilde, y lo fundé con mi padre hace muchísimos años. Mis abuelos tenían un campo donde íbamos a pasar los fines de semana, y mi abuelo me construyó un pequeño muro, un frontón donde yo peloteaba. Todavía lo recuerdo, con 7 u 8 añitos, gorra hacia atrás, con la raqueta, jugando jugando y jugando. Y como a mi padre también se le daba bien, se preparó y decidió que quería ser profesor de tenis. El siguiente paso fue construir una pista.
Allá por 2009 era increíble tener una pista propia de tenis. Hicimos de nuestra pasión, nuestra profesión. Convertimos el terreno de mi abuelo, un huerto y un olivar, a través de pequeñas inversiones, en un club con pista de tenis, pádel y cada vez más utilidades, como baños, vestuarios, incluso una pequeña cafetería.
¿Cómo acabó en Singapur?
Trasladado a mi presente, actualmente aquí en Singapur, fue muy parecido. Lo único que yo no tengo la habilidad de tener mis propias instalaciones, por lo cual lo que yo hago aquí es dar clases privadas en diferentes condominios, que son como apartamentos. Porque Singapur es una isla super enana y no hay tierra. Por esto, lo único que podía hacer ahora es crear mi propia marca, que es mi nombre: A(Álvaro)M(Morcillo)C(Calderón) International.
Con esta marca trato de llevar mi método de enseñanza de España, de todo lo que yo he mamado en muchas academias y clubes de tenis, como la de Manolo Santana, en Marbella, o la Sánchez Casal, en Barcelona, y trasladarlo que quieren clase conmigo. Cada vez voy trayendo más entrenadores y generando más trabajo, esa es la idea.
¿Por qué decidió dejar la pista y empezar su carrera como entrenador?
Cuando acabé la carrera en sports management de la beca de Estados Unidos tuve que parame a pensar en mi futuro. Como llevaba jugando al tenis toda mi vida y a la vez que iba jugando, incluso en la universidad, para ganar algo de dinero para los gastos, tuve que hacer algún trabajo. En este caso, yo impartí clases de tenis y me dí cuenta de que se me daba bien. Me gustó. Vi que tenía pasión por esto y por trasladar a los estudiantes lo que me han regalado a mí los otros entrenadores.
He acumulado toda una experiencia entrenando a los niños del futuro del tenis profesional. Se empieza así y luego entras en el mundo del coaching tenístico. Te formas, tienes tus titulaciones…
Ha estado en Estados Unidos, Emiratos Árabes Unidos, Catar y ahora en Singapur. ¿Con qué diferencias se ha encontrado con respecto al tenis profesional en estos países?
La 'tierra de las oportunidades', así es como llamaban a Estados Unidos, pero ahora ya no lo veo tanto. Sí, hay mucha potenciación del deporte. Pero en cuanto a salidas profesionales, veo más ahora Asia, que está en la cima. En Singapur llevo cuatro años y me parece impresionante. De hecho, incluso a amigos míos que no se dedican al tenis les estoy diciendo que vengan, que hay mucho trabajo y es cuestión de caer bien a la gente y tener contactos. Veo que el tenis aquí está a un nivel por encima de todo el resto, por lo menos que yo conozca.
Pero es verdad que Estados Unidos, tenísticamente, tienen unas instalaciones bestiales. En cuanto a Dubai y Doha, el tenis es más recreacional. No tienen la pasión que tenemos nosotros, los europeos, los españoles, que realmente queremos ser profesionales y nos queremos dedicar a ello. Y aquí en Singapur es una mezcla de dos: instalaciones y motivación. Están trabajando en ello. Todavía no he visto el 'boom', pero tienen todos los medios para que sea una potencia del tenis. Por el momento, Europa y EE.UU. siguen a la cabeza.
¿Cuál cree que es el secreto detrás del éxito del método de entrenamiento español en el tenis?
En España somos muy buenos porque cubrimos todas las áreas del juego de tenis. La parte práctica, la técnica y la mental. Es complicado tener los tres pilares en un mismo método. En otros países hay muchísimos jugadores muy buenos, pero no tienen la capacidad de sufrimiento que tenemos, por ejemplo los españoles. Rafa Nadal es el claro ejemplo. Es el número uno en todos los sentidos. Ves a tenistas de otros países y te das cuenta de que no tienen esa capacidad, esa humildad, esa forma de transmitir los valores del deporte. Es algo único.
Por eso, cuando yo salgo y traslado lo que sé a otra gente, me dicen: '¡Guau, aprendo muchísimo contigo, Álvaro, pero no solamente dentro de la pista, sino fuera de ella'. Los padres quieren eso para sus hijos y para que poco a poco se vayan creciendo con esos valores. En definitiva, la técnica, la táctica y lo mental son los que mejor caracteriza a la escuela española de tenis.
¿Cuáles cree que son las dificultades a las que se enfentan las jóvenes promesas al perseguir su sueño de formar parte del circuito profesional de tenis?
Lo tenemos muy reciente, con lo que le ha pasado a Rafa Nadal en el Australian Open: las lesiones. La lesión en un factor importantísimo. Tienes que tener mucha suerte. Otro factor es contar con un equipo de profesionales (psicólogos, entrenadores, etc.) de alto nivel. Hay que contar con que se realice un seguimiento muy bueno. Ahora es imprescindible, el tenis es muy individual y muy físico. No es como antiguamente.
Ahora todos los peloteos que hacen, por ejemplo, Djokovic, Nadal o Federer, son muy rápidos. Por esto es necesario preparar tu cuerpo al máximo y para eso necesitas una buena dieta, unos buenos entrenadores, un buen psicólogo, un buen entrenamiento… El equipo de trabajo es clave y no todo el mundo tiene acceso a ello.
¿Considera que el tenis profesional está abierto a todo el mundo?
Siempre ha sido un deporte de ricos. Desde hace muchísimo tiempo no todo el mundo podía tener una pista de tenis y jugar. Tener una raqueta era mucho más difícil. Sigue siendo un deporte elitista, junto con el polo y el golf. Esos tres deportes. Pero es verdad que hoy en día yo lo veo un poquito más accesible porque hay muchas más instalaciones. Se ve que desde los ayuntamientos se apuesta por el tenis.
Por ejemplo, en Don Benito se celebra un Torneo WTA, del circuito y tienen unas instalaciones públicas increíbles. Ahora realmente no cuesta mucho dinero alquilar una pista. No es como antes, es un poquito más accesible, pero sigue siendo un deporte que exige tener más de una raqueta. Si te quieres dedicar a ello profesionalmente, debes tener dos o tres raquetas, unos buenos pares de zapatillas, pagar unas clases de entrenamiento, un entrenador para prepararte para los torneos, etc. Para todo esto hay que tener cierto nivel económico.
Como entrenador de tenis, ¿alguna vez se ha encontrado con alguna joven promesa que haya captado tu atención?
Una anécdota que me gusta contar le ocurrió a mi padre. Cuando Rafa Nadal no era nadie, a sus 16 años, estábamos en Madrid y él estaba entrenando con su tío Tony, solo en la pista. No había nadie alrededor. Y mi padre, a quien debo todo, sabía muchísimo. Y me dijo: 'Ese tipo de allí va a ser bueno, es impresionante la pasión, las ganas y la garra que le pone'. Este es un caso anecdótico.
¿Y se ha encontrado usted con algún caso propio?
En Catar me pasó con varias jugadoras. Sus padres no veían que iban a llegar a nada en el tenis. Y yo, considerando su potencial, les dije a padres y familiares que las niñas tenían talento. También me ocurrió en Houston. Les dije a las familias: 'Oye, yo puedo ser el entrenador privado de tu hijo, voy a hacer un plan para que llegue al máximo rendimiento'. Les hice un plan y los padres aceptan porque tú ves que tienen talento que se puede desarrollar. Ahora bien, que llegue a ser profesional o no… En el mundo del tenis es muy complicado. Pero siempre pasa, que ves a gente y te sorprende. Los tenistas decimos que 'tienen mano'.
¿Y se ha encontrado con algún talento que haya considerado desperdiciado o que por falta de recursos económicos, de motivación o de interés no hayan perseguido el sueño de ser profesional?
Yo personalmente no, pero tengo un compañero de trabajo que trabaja en otra compañía que sí que estuvo en esa situación. En Singapur, son familias de muy alto prestigio, tienen mucho dinero. A los hijos, cuando nacen con todo, tienen a no valorar nada, no se agarran a ningún clavo ardiendo. Tienen talento, pero no tienen en su cabeza el sacrificio, no saben que pueden llegar a algo el día de mañana.