La Pulitzer Jane Smiley: "El 'sueño americano' no existirá mientras la gente lo pierda todo por pagarse el médico"
La estadounidense visita España para promocionar la reedición en nuestro idioma de la obra que le valió el prestigioso premio de escritura en 1992, 'Heredarás la tierra'.
27 mayo, 2023 02:11Pocas son las escritoras que enarbolarían el dedo corazón en un auditorio lleno de gente –incluidos periodistas– de un país extranjero en plena promoción de uno de sus libros. Pero así, sin filtros y un poco “macarrilla”, como ella misma reconoce, es Jane Smiley (Los Ángeles, 1949), la autora estadounidense que desafió así, como contó El Cultural de EL ESPAÑOL, a aquellos que deciden cancelar (y reescribir) libros.
La mañana después de que deleitara a su audiencia de Madrid con ese gesto, recibe a ENCLAVE ODS en el lobby del hotel en el que se hospeda, en el centro de la capital. Se encuentra promocionando la reedición de la obra que le valió un Premio Pulitzer en 1992 y que la catapultó como una de las escritoras estadounidenses más reputadas de su generación: Heredarás la tierra (Sexto piso, 2023).
Traducida por Inga Pellisa, se trata de una reinterpretación de El rey Lear, de William Shakespeare, que sumerge al lector en las profundidades de una granja de Iowa –la más importante del condado– y en la vida de la familia Cook, el patriarca y sus tres hijas, Ginny, Rose y Caroline.
Aborto, incesto, abusos sexuales, infidelidades, amistad, relaciones familiares, cáncer… el libro tiene un poco de todo. Y su forma de entender la obra de Shakespeare tiene mucho de esa época en la que comenzó a escribir. Los 60 fueron, sin duda, caldo de cultivo para todos los autores y artistas que se sintieron atraídos por la contracultura estadounidense, como le ocurrió a ella.
Su larga melena blanca, su pose despreocupada y relajada, su voz suave a la par que firme y la sonrisa que, haciendo honor a su apellido, luce desde el primer "hola", no esconden que su carrera comenzó en un momento muy específico de la historia de Estados Unidos.
Smiley se ha casado cuatro veces y divorciado tres. Ha vivido aquí y allá, aunque sobre todo en Iowa, en la América profunda, en ese Medio Oeste que a este lado del charco no es más que un apunte en las elecciones presidenciales o resuena por Los puentes de Madison. Para ella, sin embargo, fue el germen del libro que catapultó su carrera –que solo fue uno, y no el primero, de los 33 que ha publicado hasta la fecha–.
En España, es conocida por obras como Un amor cualquiera, La edad del desconsuelo y La mejor voluntad, también editadas por Sexto Piso. Pero sentadas en lobby luminoso de un hotel de Madrid nos centramos en lo que le trae a nuestro país. Y nos sumergimos en la tierra del maíz, de los cowboys… en el granero de EEUU.
Si la Jane de 2023 escribiese Heredarás la tierra, ¿qué sería diferente?
Lo tengo claro: la naturaleza de la agricultura y la ganadería, que ha cambiado radicalmente. Probablemente, no hablaría de mil acres [en su título original, A Thousand Acres], sino que tendría que hablar de diez mil acres; la industrialización agraria ha complicado el sector. Aunque ya ahondé en ello en la trilogía The Last Hundred Years [que aún no cuenta con traducción al español].
¿Los personajes femeninos se quedarían igual?
Vale, sí, cambiaría la naturaleza del sector y, probablemente, le daría más educación a las mujeres. Y también ofrecería más información sobre la madre, a través de cotilleos o como fuese. Es un personaje misterioso, no sabemos casi nada de ella.
¿Por qué no lo hizo en su momento? Lo de no darle más profundidad a la madre.
Por aquel entonces, yo era una chica buena, ¿sabes? Quería mantenerme fiel al plan, que era hacer una adaptación de El rey Lear. Y eso significaba que no podía saber nada de la madre más allá de que había muerto. Ni siquiera estoy segura de que Shakespeare supiese mucho más de ella. No es solo que no pensase mucho en los personajes femeninos, sino más bien que el material que le inspiró tampoco le daba importancia a la madre. Probablemente en aquella época la muerte era algo tan común que parecía más normal para la gente de lo que es para nosotros.
Cada autor escribe por un motivo, ¿cuál es el suyo?
Para mí, la clave está en la curiosidad. Cuando iba al colegio, de pequeña, siempre estaba observando y escuchando lo que ocurría a mi alrededor, pero me guardaba mis opiniones. Eso sí, miraba al resto de niños e intentaba averiguar por qué hacían lo que estaban haciendo. Era, sin duda, una señal de lo que se venía en mi vida.
Podría haber sido periodista también.
[Ríe] Claro, pero entonces no podría inventarme historias. Es la regla de oro, ¿no?
Totalmente. Bromas aparte, ¿cómo influye el entorno, la situación política y social de su país en su literatura? Al escribir 'Heredarás la tierra', era una californiana que vivía en Iowa, y ese contexto le dio forma a la novela.
Cierto. Para mí es un aspecto muy interesante. Iowa es un estado muy interesante que se ha ninguneado, especialmente en la literatura. Y eso que hay muchos escritores famosos que han pasado por el taller de escritura creativa de la Universidad de Iowa. Pero no escribieron sobre Iowa, sino sobre los lugares de donde eran o que les interesaban.
¿Cómo acabó escribiendo usted sobre este estado del Medio Oeste estadounidense, sobre la tierra del maíz?
Mi golpe de suerte estuvo en que cuando acabé el máster, me ofrecieron un solo trabajo: en la Universidad Estatal de Iowa. La verdad es que tuve mucha suerte porque tenían un buen sistema de cuidado infantil y yo tenía niños pequeños, el alojamiento era increíble y barato… y ¡la propia universidad era fascinante! Me inspiró para escribir.
¿En qué sentido?
Mira, cuando llegué me di cuenta rápido de que había crecido pensando en el mundo académico como una torre de marfil. Y cuando llegué a la Universidad Estatal de Iowa entendía que es un terreno resbaladizo, hay mucho más de lo que parece. Pero es que, por ejemplo, el primer ordenador estuvo allí, en el sótano de la universidad, durante años y en una de las reformas lo tiraron sin darse cuenta de lo importante que era lo que tenían entre manos.
Y es que no solo se inventó allí, ¡había estudiantes de ingeniería que decidieron montar la máquina y crear un ordenador desconocido para muchos! Es algo fascinante que demuestra el espíritu de la gente de esa universidad. Es verdad que no usé el ordenador en el libro, pero me inventé otra máquina que alguien se inventa.
En Heredarás la tierra, de alguna manera dibuja el famoso 'sueño americano' que, en la época que relata la novela, estaba empezando a cobrar relevancia. ¿Sigue hoy vivo ese American dream del que han bebido tanto el cine y la literatura?
Creo que ahora las cosas son muy complicadas para poder hablar del 'sueño americano'. El único sueño que nos queda es que las cosas se tranquilicen, y que los superricos paguen su parte de los impuestos. Y lo más horripilante para la mayoría de los estadounidenses en estos momentos es el coste de la medicina. Bernie Sanders escribió una columna sobre esto hace poco, y yo pensaba que conocía los horrores del coste de la sanidad, pero son peores de lo que imaginaba.
El 'sueño americano' no existirá mientras la gente no pueda obtener un tratamiento médico sin perderlo absolutamente todo. No consigo comprender por qué los ricos, que ya son extremadamente ricos, quieren aún más. Por qué no entiende que cuanto más opriman a los pobres, peor estarán sus empleados y peor harán su trabajo. Tampoco entiendo por qué la gente no puede ser amable con el prójimo.
Smiley reconoce que ella creció en un hogar en el que "la gente era amable y benévola" y, por eso, dice no entender a la gente que no es así. "Incluso mis parientes que en el pasado votaban a los republicanos y que son conservadores no entienden lo que está pasando", arguye.
La autora dice estar perpleja, además, ante el fenómeno mundial en el que se ha convertido el negacionismo del cambio climático y que está en auge en su país."No entiendo cómo la gente puede negar la mayor cuando sus casas se están inundando por las lluvias extremas o quemando por los incendios", reconoce. Y lamente: "¡Dicen que son cosas que pasan! En serio, ¡es de locos!".
Tres décadas de cambio en EEUU
Decía antes que desde que escribió Heredarás la tierra hasta ahora la agricultura ha cambiado radicalmente. ¿Ha producido este cambio una transformación social?
Sin duda. Porque uno de los problemas es que la dependencia en pesticidas y semillas genéticamente modificadas es muy perjudicial para la salud y para el medioambiente, pero el resultado óptimo de su uso acaban siendo cosechas inmensas que acaban reduciendo los precios de venta. Una vez más, es un ejemplo de grandes empresas ganando mucho dinero a costa de la salud de la gente e, incluso, del suelo –porque destroza la calidad de los suelos de cultivo–. Eso, afecta a la gente. A su estilo de vida…
¿Otra manera de cultivar implica otra manera de ver el mundo?
Claro. Soy una ferviente defensora de los pequeños cultivos, del compostaje, y me encantan los caballos, así que me encanta coger toda la mierda de caballo y usarla como fertilizante. La Tierra ya sabía cómo sobrevivir antes de que llegásemos los humanos modernos y decidiésemos 'arreglar las cosas'.
¿Cómo se cambian las cosas, cómo se vuelve a ese conocimiento tradicional de la agricultura? ¿Cómo se revierten esas transformaciones que ya dibujaba en los 90?
La verdad es que no veo cómo cambiar las cosas. Las grandes empresas agrícolas y petroleras controlan el Congreso y todo lo demás. Las petroleras claramente pueden hacer lo que quieren, tienen carta blanca. Solo nos queda esperar a que se den cuenta y que, motu proprio, cojan y digan 'vale, queremos cambiar las cosas y dejar los combustibles fósiles'.
Mucha gente ya está intentando cambiar su estilo de vida para que sea más respetuoso con el medioambiente.
Donde yo vivo, usamos la calefacción como mucho durante un mes al año y no solo porque vivo en una zona relativamente cálida, sino porque el sol entra por las ventanas y hay buen aislamiento. ¡Aleluya! Conduzco un Prius prime, así que un galón de gasolina me dura cuatro meses y medio. Intento aportar, pero los individuos, por mucho que nos esforcemos en ser eco, no vamos a cambiar las cosas. Son los que están arriba los que tienen que decir 'siento mucho lo que he provocado, dejad que lo arregle'. Pero no lo están haciendo aún.
Es frustrante.
No sé si en Europa la situación es similar, pero aquí [en EEUU] es verdaderamente frustrante. Y mira: hay libros sobre historia estadounidense que son muy interesantes. American Nations, por ejemplo, habla de las diferentes regiones de Europa, sobre todo, pero también África, de donde llegaron los que ahora conforman la población de Estados Unidos y las ideas y formas de pensar que trajeron con ellos y que estaban fundadas por su propia historia en sus lugares de origen. Y está bastante claro que Europa nos ha dado un montón de gente que tiene que hacer las cosas a su manera, que son quienes sobrevivieron a las guerras europeas.
¿A dónde quiere llegar?
¿Y si Europa 'exportó' a esas personas porque queríais deshaceros de ellas? Es probable, ¿no? Porque en Europa parece que los gobiernos hacen mucho más que en EEUU para ayudar a la población, para mejorar todo lo que han podido mejorar… Nosotros somos los descarriados, los que tuvieron que irse porque no encajaban en Europa, no éramos lo suficientemente buenos para quedarnos.
Es curioso, porque se suele vender la imagen contraria, ¿no cree?
Por favor, no nos copiéis, no somos un ejemplo a seguir, especialmente en el sistema de salud. Cuando veo, por ejemplo, el llamado 'problema en la frontera' [ella misma lo pone entre comillas] en EEUU pienso ¿por qué quiere toda esta gente venir aquí? No lo entiendo.
Tal vez sea porque se sigue vendiendo el sueño americano.
Pero es un mito, aunque la gente no lo sabe.
Pura literatura
No todo es malo en su país; hay cosas muy buenas, como la literatura, por ejemplo.
Cierto, aunque la Europea no tiene nada que envidiar, me encanta. Pero si en este momento de mi vida creo realmente en algo humano, es en la creatividad. Ese deseo de escribir o de crear arte o música. Aunque también entiendo que la creatividad nos puede conducir a la locura, a las cosas malas. Es el eterno dilema de la naturaleza humana: ¿por qué no podemos hacer cosas que sea valiosa y que ayude en vez de destructiva?
Es algo muy humano, eso de hacer cosas destructivas. Pero hablemos un poco sobre el arte de contar historias. Para ser una gran escritora también se debe ser una gran lectora. ¿Qué libros le han inspirado más a usted?
Tal vez no conozcáis estos libros en España, pero cuando era pequeña leí The Bobbsey Twins' y 'Nancy Drew'. Y luego, ya en sexto o séptimo, me enfrenté a autores más complejos que me causaron muchísima curiosidad. Sin darme cuenta, leer se había convertido en mi actividad favorita. Y mi madre me dejaba devorar libros a todas horas, incluso por las noches.
Así es como le picó el gusanillo de la literatura.
No solo eso. [Ríe] Por aquella época, había vendedores de enciclopedias que llamaban de vez en cuando a tu puerta, y mi madre compró unos volúmenes que me encantaban: la World Book Encyclopedia. Los libros pesaban tanto que me tenía que sentar en el suelo, con las piernas cruzadas, a leerlos. Iba siempre directa a la sección de caballos, perros… y, poco a poco, empecé a leer sobre diferentes cosas. Fue una manera maravillosa de aprender cómo era el mundo.
Diría que probablemente me guste escribir desde la escuela. Pero en el último año del instituto fui a casa de unos amigos en Londres y allí leí a Dickens y todas estas novelas increíbles. Me empapé de la literatura británica y ya no pude parar.
En la universidad, Smiley estudió literatura medieval, historia del medievo y todo tipo de literatura inglesa. Así, con una enciclopedia y un viaje, esta escritora encontró su pasión y se volcó en ella. "La historia de la lengua inglesa me parece fascinante", dice. Porque, comenta, es "mucho más rara y diferente de otros idiomas".
Smiley recuerda cómo durante las navidades del último año de universidad se pasaba noches enteras leyendo Nuestro amigo común, de Charles Dickens, libro que reconoce es su favorito. "Cuanto más lo leía, más ganas tenía de escribir una novela", reconoce. Y es que por aquel entonces ya estaba acostumbrada a escribir relatos y poemas, pero aún no había dado el salto a la que sería el verdadero amor de su vida: la novela.
¿Cómo fue ese primer contacto con una novela propia?
Cuando mi primer marido y yo fuimos de viaje por Europa durante un año, llevábamos una máquina de escribir en la mochila, así podía trabajar en ello en cualquier lugar, solo tenía que sacarla y ponerme a teclear.
Por suerte, confiesa Smiley, esas páginas que escribió de mochilera por Europa han desaparecido. "Eran horribles", lamenta. Aunque, admite, le ayudaron a practicar. "Así me volví adicta a escribir", concluye.