A principios de año, el ambientólogo y divulgador Andreu Escrivà (Valencia, 1983) lanzaba su último libro, Contra la sostenibilidad (Arpa, 2023). Desde entonces, las entrevistas y las conversaciones con medios y expertos se han sucedido, una tras otras. Y es precisamente esto, confiesa este valenciano que ya se ha convertido en una de las voces más prominentes de su generación –la milenial–, por lo que le alegra hablar con ENCLAVE ODS ahora.
"En estos meses he aprendido mucho", confiesa desde su casa, sonriendo al otro lado de la pantalla. O más bien, explica, los meses de promoción del libro le han valido para tomarle el pulso a la gente y a los lectores.
"Empezamos a estar hartos de todo, sobre todo pospandemia", admite. Y recuerda que "ha habido una saturación mental de todo lo sostenible" y, eso, unido a la pandemia, la guerra en Ucrania, la crisis energética, etc. ha desgastado a la población.
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En su libro reflexiona sobre cómo la sostenibilidad, como concepto, se ha ido quedando vacía de contenido. ¿Se ha convertido en una herramienta de marketing?
Nunca ha sido tan transformadora como quizás nos pensábamos que era, pero desde luego sí que ha habido un vaciamiento de la palabra, del concepto, una banalización y, sobre todo, una mercantilización que a lo que han conducido es que en los últimos años haya devenido únicamente en un término de marketing.
Usted critica mucho esta palabra…
En el libro hablo de que hay pensadores divulgadores que creen que la sostenibilidad tiene un valor muy fuerte por sí misma, que creen que tenía insertos algunos conceptos transformadores de futuro. Y sin embargo, hay otros que desde el mismo momento de su nacimiento, del desarrollo sostenible, lo han criticado. Yo creo que podría haber sido una herramienta de transformación de la sociedad, aunque no encapsulase todo lo que quisiéramos. Pero creo que en la actualidad ya es un concepto banal, ubicuo y que tiene un poder muy limitado, lamentablemente de transformar la realidad o el pensamiento.
¿De qué deberíamos hablar entonces en vez de sostenibilidad o desarrollo sostenible? Porque al final, cuando hablamos de economía circular, de neutralidad en carbono, de descarbonización, de reciclaje… todo eso es sostenibilidad.
Hay muchos conceptos que acompañan a la sostenibilidad, sus escuderos, que también han sido en algunos casos vaciados de contenido. En otros, creo que hay que asumir que directamente nacieron para apoyar una visión vacía del desarrollo sostenible.
¿Nos pone un ejemplo de esto?
Es el caso del mantra de la economía circular,q ue tiene un sentido por contraposición a la economía lineal, que pedagógicamente es muy interesante: la gente no se para a pensar lo absurdo que es extraer materiales, producir, usar y luego tirar hasta que no se lo contrapones con un modelo que dice que hay que reaprovechar.
Eso es un proceso industrial, que tiene mucho sentido también de diseñode producto. Pero la economía circular nos hace pensar que entramos en una especie de círculo virtuoso en el cual ya nos desacoplamos de cualquier tipo de impacto ambiental y después no nos dice nada de qué tipo de economía es. Me explico: nos dicen que es circular, pero no nos dice quién tiene el dinero, dónde están las desigualdades, si es una economía social, etc.
Si no hablamos de economía circular, ¿entonces cómo habría que llamarla?
Se puede explicar igual de bien el absurdo de la economía lineal hablando de una economía espiral, como explico en el libro. Esta se acerca mucho más a lo que sería la realidad física, porque no se pueden recircular el 100% de los materiales. Y además, hay que hablar de reducir esa espiral y hacerla lo más justa posible. La cuestión no es tanto que sea circular.
Una vez más, le voy a pedir que nos ponga un ejemplo.
Te pongo un ejemplo muy, muy reciente: fui con mi madre a comprar unos pantalones para ella, y de pronto vemos unos de la economía circular. Cuando me metí a intentar investigar de dónde venían, no estaba muy claro. Eso sí, básicamente te decían que era todo maravilloso, no gastaron agua en fabricarlos, etc. Pero ¿quién los ha fabricado y en qué condiciones laborales?
Y eso no es sostenible…
La sostenibilidad, si nos la creemos –que yo la critico–, tenemos que asumir que tiene tres patas: económica, ambiental y social. Entonces, a veces algunos de estos términos (el reciclaje, por ejemplo), nos hacen una especie de truco de magia con con la parte ambiental y nos olvidamos del resto de impactos, también sociales.
Ese vaciamiento del que habla en el libro, ¿es solo de concepto o el problema está en quienes usan estas ideas sin acabar de creérselas?
A ver, hay gente con –vamos a decirlo así– talento para situarse en la oratoria; hay muchos que aunque no vengan de este campo han visto que los ODS, la economía circular, la sostenibilidad, etc., son un buen marco para vendernos su moto. Y aunque no se lo crean, lo van a usar porque saben que va a permitirles vender la moto y también saben –porque esto es así– que la sociedad está cada vez más concienciada, que demanda ese tipo de productos.
Cuidado con el 'greenwashing'
¿Cómo se lucha contra esas situaciones? ¿Cómo se le da la vuelta, por así decirlo, a la tortilla?
Si alguna cosa tengo muy clara es que tengo que ser capaz de mostrar y de compartir mis dudas. Yo no hago las cosas bien, hay cosas que creo que igual he explicado mejor o peor, que hay conceptos que no acabo de tener claro si son útiles o no, y creo que hay que saber comunicarlo. No podemos coger todos los términos ligados al desarrollo sostenible como si fueran un simple eslogan y una etiqueta de marketing.
Y habrá veces que tendremos una palabra muy buena, pero estará vacía de contenido y tendremos que ver cómo la llenamos, y habrá veces que tengamos claro hacia dónde queremos ir, pero no sepamos como denominarlo. Y yo creo que ese esfuerzo colectivo, ese debate, es el que nos hace falta, porque lamentablemente proliferan los vendedores de crecepelo de la sostenibilidad.
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Y además cada vez es más complicado, incluso desde el punto de vista de comunicador, saber si lo que nos está diciendo X es greenwashing o, como dice, si "te están vendiendo la moto".
A ver, lo hacen muy bien y hay que asumirlo. Fíjate, una cosa que nos ha faltado a veces es un poquito más de freno, de humildad y de asumir algunas derrotas. Y aquí uno tiene que pensar que una gran empresa tiene un departamento de marketing o comunicación que hacen muy bien su trabajo. Y es que estamos pensando que son el mal, pero no. El objetivo que tienen muchas veces sí lo es, pero la gente que trabaja ahí es muy profesional, muy buena y es muy difícil enfrentarse a lo que nos están transmitiendo, porque está lleno de datos, de informes.
Tienen músculo…
Hay muchas empresas –y esto hay que decirlo– que tienen más capacidad de elaboración de informes técnicos que consejerías autonómicas ¡o que ministerios! Te acaban superando y te acaban inundando de contenido, de informes… Hay que aprender de eso, porque no nos vale con tener la verdad o acusar a alguien de greenwashing; tenemos que analizar lo que nos dicen, pero también debemos llevar mucho cuidado porque eso nos hace perder el tiempo.
¿En qué sentido?
Me explico: si nos inundan en información y nos centramos en verificar todos los detalles, corremos el riesgo de dejarnos fuera la big picture, como dicen en inglés. Es decír, el tú que estás produciendo, ¿cuál es tu modelo de negocio? Y en global, ¿estás aumentando o reduciendo las emisiones? ¿Cuál es tu impacto ambiental? Aquí ha habido muchos, muchos trucos.
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¿Cómo cuales?
Por ejemplo, un gran banco se vende como sostenible por reciclar sus tarjetas para hacer bancos en un parque.Pero hay que explicarle a la gente que no es malo reciclar tarjetas de crédito y que hagamos bancos para que se sienten los abueletes. Ahora bien, no me vendas que con eso estás compensando los 40.000 millones de euros de inversión fósil. O muchas otras cosas. Siempre que hay un concepto vacío, va a haber quien quiera aprovecharse, sea empresa, sea personas, sea gente para vender su moto.
¿Qué propone para que el consumidor tenga un poco más claro qué es lo que está comprando?
Podemos establecer una gradación ahora que Europa quiere abordarlo. Para mí hay una cuestión cualitativa, es decir, tú eres un fondo de inversión y te defines como sostenible, no puede ser porque inviertas algo en renovables: tienes que dejar de invertir en fósiles. Es más sostenible un fondo de inversión que abandona los combustibles fósiles que uno que invierte en renovables y en fósiles.
Hay que empezar a definir criterios y yo le pego mucha caña con las finanzas sostenibles y a los criterios ESG, pero creo que en un momento como el actual, si son más estrictos, nos pueden ayudar a orientar todo este debate y sobre todo a decirle 'oye banco, no te puedes definir como sostenible, igual que no te puedes definir como un banco que apuesta por los derechos humanos si inviertes en armamento'.
Escrivà insiste en que "hay que empezar a poner fronteras" a la sostenibilidad. Eso sí, aclara, en el libro intenta hacer hincapié en que "en ningún momento" trata de "socavar los fundamentos de aquella gente que hace cosas buenas, aunque sea bajo el paraguas de los ODS, de la economía circular o de la sostenibilidad". Porque, insiste, "aunque haya fallos, aunque sean acciones incompletas, hay gente que sí que está intentando avanzar de forma genuina".
"Repensar la sostenibilidad"
¿Es mejor que se hable de medioambiente, de desarrollo sostenible, de sostenibilidad, aunque se dé ese vaciamiento del que habla, a que no se hable? ¿Mejor que se visibilice la idea detrás de toda esta retórica a que ni siquiera esté sobre la mesa?
Es positivo que se hable de ello, pero no podemos ser autocomplacientes. Es decir, es un primer paso, es importante, denota interés. Lo que tenemos es que ser inteligentes, las personas que nos dedicamos a esto desde el campo de la comunicación o la investigación, y utilizar ese pico de interés que igual no dura para siempre para ser capaces de meter nuestros mensajes y de fomentar una ciudadanía crítica.
¿Que se hable, aunque haya un "vaciamiento", como dice, es una oportunidad?
Repensar la sostenibilidad realmente es una una oportunidad para tratar de construir un futuro distinto. Y todo lo que vaya en pro de una ciudadanía más crítica y más capaz de decidir por sí misma, siempre, siempre es positivo.
Desarrollo (in)sostenible
Andreu, lo que está claro es que el estilo de vida actual, especialmente el occidental, es insostenible se mire por donde se mire. Pero en el libro habla también de la insostenibilidad del desarrollo sostenible, algo que parece una paradoja. ¿Cómo propone, entonces, que sea el desarrollo?
La parte fundamental es romper la sinonimia entre desarrollo y crecimiento. Uno se puede desarrollar, puede prosperar o progresar, sin necesidad de un crecimiento económico.
¿El crecimiento económico ha sido negativo?
El crecimiento económico ha traído cosas muy buenas y se correlaciona con grandísimos avances a nivel de sanidad, educación, etc. Pero ha llegado el momento de entender que no podemos seguir creciendo de forma infinita. No podemos seguir utilizando un sistema, el PIB, que contabiliza como positivo que tengas un accidente en bicicleta y te tengas que comprar una bici nueva, unas muletas, pagarte la rehabilitación, etc.
No puede ser que eso se contabilice como positivo para el bienestar, porque en realidad lo que estamos haciendo es a similar bienestar con crecimiento. Yo te diría que hay que romper esa sinonimia y ser conscientes de que el tratar la huella ambiental de la humanidad o el desarrollo global de la humanidad como un todo, implica que va a haber partes desiguales en el mejor sentido.
¿A qué se refiere?
Occidente, que tiene la mayor responsabilidad histórica en el calentamiento global –solo Estados Unidos ya es un 25% de las emisiones históricas–, tiene que entender que para que otros países legítimamente puedan seguir desarrollándose, porque les corresponde y porque lo necesitan, nosotros vamos a tener que moderar nuestro crecimiento, pensar en una prosperidad sin crecimiento o decrecer.
Lo de decrecer es complicado….
Pero decrecer no es ir hacia atrás. Esto es muy difícil de explicar. El problema está en que el decrecimiento en un sistema capitalista a lo que se asimila es a una recesión, y al final en las recesiones paga poca ropa, que es lo que decía mi profe de Sociales. Si tú a cualquier persona le dices 'oye, la solución es el decrecimiento'. La gente lo que va a entender es que va a vivir peor, que vamos a ir para atrás, que vamos a tener menos cosas, pero no es así.
Entonces, ¿qué es el decrecimiento?
El decrecimiento es una reducción planificada, justa, democrática, ordenada, del uso de materiales y energía. Y quien más va a reducir son los países que más han consumido y las clases sociales que más han consumido. Es decir, el 1% que contamina más que casi el 50% de la población sí que tiene que hacer una reducción y eso es así. Hay que reducir el uso de materiales y de energía, pero habrá mucha gente que va a seguir incrementando. Porque es un decrecimiento global, es decir, unos bajarán para que otros puedan seguir subiendo. Y sobre todo, hacer todo esto en un marco en el que el crecimiento económico no sea la única guía por la cual nos orientemos.
¿Qué debería marcar el bienestar si no es el crecimiento económico?
Tenemos que empezar a poner cuestiones de salud, de bienestar, de tiempo, de cuidados, de cultura, de felicidad humana, que al final es lo que de una forma o de otra acabamos buscando. Ninguna persona en el lecho de muerte piensa que se tendría que haber comprado esto u lo otro. No. Al final la gente lo que quiere es haber pasado más tiempo con quienes le hace feliz, haber hecho más cosas que le llenen, sea ayudar a otras personas, plantar árboles, cuidar animales, lo que sea.
Y lo que hay que posibilitar es que nos desarrollemos en ese sentido y que abandonemos el mantra del crecimiento. Y el crecimiento ha tenido un papel, pero es momento de entender que necesitamos despedirnos de esta forma de de progresar como humanidad para coger otro camino que no ponga en peligro nuestra propia supervivencia.
Y al final, siempre todo se reduce a lo mismo: el capitalismo tal y como lo conocemos no acaba de equilibrarse con el planeta. ¿Es posible darle una vuelta de tuerca al sistema, resetearlo, como decían en el foro de Davos?
El botón del reseteo se ha quedado ahí atascado. Te aproximes desde la óptica que te aproximes, es un sistema que crea activamente desigualdad, que busca la acumulación del capital y que no se preocupa ni del bienestar humano ni de los ecosistemas, evidentemente es un sistema fallido. Funciona porque te crea la ilusión de que tú puedes estar en ese pequeño porcentaje de gente que se beneficia del sistema y porque evidentemente hay muchos intereses y un entramado muy bien montado.
Pero efectivamente, el capitalismo es el gran problema que tenemos ahora. No es el único sistema insostenible, hay otros sistemas basados en el crecimiento que también son insostenibles, por supuesto. Y después hay que tener mucho cuidado, porque decir que el capitalismo es el gran problema o que es la causa de todo, puede acabar siendo una banalidad.
¿A qué se refiere?
Hay que articularlo; políticamente, socialmente, colectivamente, hay que dotarlo de contenido. Lo que no podemos hacer es decir 'el problema es el capitalismo, cuando caiga se acaban los problemas', porque esto para mí es equivalente a los tecno optimistas que dicen que cuando llegue la fusión fría ya no habrá problemas o cuando plantemos todo renovables no habrá problema.
No, a ver, el capitalismo no va a caer por sus propias contradicciones, es un sistema hiperresiliente que ha sabido capear un montón de crisis que parecía que se lo iban a cargar. Con lo cual hay que tener mucho cuidado con sentenciar que el capitalismo es el problema y quedarnos así como muy a gusto.
¿Y cómo articulamos el cambio dentro del propio capitalismo?
Esa es una de las grandes preguntas que excede a la cuestión puramente ambiental o climática. Y yo, como soy bastante posibilista o pragmático, te diría que creo que se pueden empezar a hacer reformas que de alguna forma pongan el sustrato para una superación del capitalismo.
En este momento una impugnación radical del capitalismo, aunque deseable, es muy difícil y que lamentablemente hay mucha gente, aunque no esté de acuerdo con cómo funciona el sistema actual, piensan que esto no se puede cambiar y que va a ser así para siempre. Un poco lo que dijo Margaret Thatcher de 'no hay alternativa', de esto es lo que hay.
¿Hay alternativa?
Tenemos que volver a ser capaces de imaginar, pero hay que ir con cuidado, no imaginarnos en los mundos de Yupi, sino imaginar cosas factibles, utopías reales y, sobre todo, imaginar pasos potentes en la dirección de garantizar un bienestar para las personas y de garantizar un planeta habitable, aunque inicialmente sean dentro del sistema.
¿Cómo se trabaja esa transición desde el capitalismo, entonces?
Ahora mismo lo que tenemos que hacer es recuperar derechos, abogar por algunas batallas, como la recuperación del tiempo, para mí es una de las grandes batallas que tenemos actualmente, es la recuperación de nuestro tiempo, el trabajar menos, disponer de más tiempo para dedicarlo a cultura, a ocio, a cuidados, a nosotros mismos, a salud mental. Hay como una especie de magma de que sabemos que algo no funciona bien, no tenemos tiempo para ver a los amigos, ni para cocinar, vamos de culo, somos precarios, no podemos cuidarnos, ni hacer deporte ni nada.
Esto, ¿cómo se soluciona?
Mágicamente no, pero con más tiempo seguro. Porque eso nos va a dar un poco de respiro. Ceo que hay medidas, hay batallas, hay reformas que se pueden dar dentro del propio capitalismo, como esa recuperación del tiempo, esa disminución del tiempo de trabajo o esa expulsión de los coches de las ciudades, esa renaturalización de las urbes, que sean capaces de sembrar, nunca mejor dicho, un futuro poscapitalista.