"Hace apenas dos años, las mujeres en Afganistán trabajaban, ocupaban puestos de liderazgo, dirigían ministerios y viajaban libremente. Niñas de todas las edades jugaban fútbol y cricket y aprendían en las escuelas. Aunque no todo fue perfecto, hubo avances. Y fundamentalmente, las niñas y las mujeres tenían oportunidades, podían elegir, tenían capacidad de actuar".
"Luego, los talibanes tomaron el poder por segunda vez. Como lo hicieron en la década de 1990, rápidamente comenzaron la opresión sistemática de niñas y mujeres. Durante un breve tiempo, esto fue noticia. Pero desde entonces, el mundo le ha dado la espalda al pueblo afgano". Así comenzaba su discurso Malala Yousafzai, Premio Nobel de la Paz 2014, en la 21ª Conferencia Anual por la Paz de Nelson Mandela, celebrada en Johanesburgo.
La activista pakistaní residente en Reino Unido critica el silencio de occidente, pero sigue luchando por dar voz a todas esas afganas que han sido silenciadas. Ella conoce muy bien esa realidad y ha sufrido en carnes propias el horror del régimen talibán en su país; incluso estuvo a punto de perder la vida por defender sus derechos siendo sólo una adolescente. Ahora, no duda en hacer una similitud con la segregación racial contra la que tanto luchó Mandela utilizando el mismo calificativo para el régimen talibán.
"Mi familia y yo sabemos lo que se siente vivir bajo la ideología talibán. A los once me prohibieron la entrada a la escuela. A los 15 años, me dispararon y casi me matan por defender mi derecho a recibir una educación. Nelson Mandela y sus compatriotas sudafricanos conocían bien ese sentimiento. Y su resiliencia y acción colectiva frente a la injusticia pueden inspirarnos", ha dicho con voz firme.
Dispuesta a llamar a las cosas por su nombre, Malala define de este modo a un régimen que atenta contra los derechos fundamentales de la mujer, las invisibiliza y les niega el futuro desde que nacen. "Es imperativo llamar al régimen afgano como lo que es: un régimen de apartheid de género. Los sudafricanos lucharon para que el apartheid basado en la raza fuera llamado como tal y criminalizado a nivel internacional. Así llamaron la atención de todo el mundo sobre los horrores del apartheid. El apartheid basado en el género todavía no ha sido explícitamente codificado. Tenemos la oportunidad de hacerlo, ya", asegura.
Esta joven de 26 años, que se ha convertido en un símbolo mundial de la resiliencia de las mujeres frente a la represión, considera urgente y necesario recordarle al mundo cómo viven las afganas.
"Si eres una niña en Afganistán, los talibanes han decidido tu futuro por ti. No puedes asistir a una escuela secundaria o a la Universidad. No puedes encontrar una biblioteca abierta donde puedas leer. Ves a tus madres y a tus hermanas mayores confinadas y constreñidas. No pueden salir solas de casa, no pueden trabajar, ni ir al parque, ni cortarse el pelo, si ni siquiera ver a un médico. Y el castigo por hacer estas cosas tan comunes y cotidianas es severo: detención indefinida, matrimonio forzado, golpes y muerte. Los talibanes han ilegalizado la infancia de las niñas", afirma.
Las consecuencias de la opresión que sufren son importantes y absolutamente dramáticas. En su discurso, Malala Yousafzai pone en el acento en la factura emocional que esta situación tiene para las niñas, adolescentes y mujeres en Afganistán. "Las niñas que no van a la escuela sufren depresión y ansiedad. Algunas están recurriendo a las drogas e intentando suicidarse. Ninguna niña, en ningún lugar del mundo, debería sufrir de esta manera".
Al tiempo que critica la inacción del primer mundo, la activista lanza un ruego: "Actualmente, la ONU está redactando y debatiendo un nuevo tratado sobre crímenes contra la humanidad. Este es el momento para que los líderes mundiales apoyen a las niñas y mujeres afganas. Agregar y adoptar lenguaje sobre apartheid de género al tratado lo codificará bajo el derecho internacional".
Como broche final un homenaje a todas esas mujeres que sufren: "En este momento, millones de niñas afganas están efectivamente encarceladas. Pero siguen luchando; pidiendo justicia, pidiendo que el mundo los apoye. Son los héroes sobre los que los libros de historia nos pueden enseñar. Debemos ser sus defensores, hasta que sean libres".