El alicantino que lucha contra el 'urbanismo apisonadora': "El cambio social se mueve al ritmo de la confianza"
El arquitecto Daniel Millor, premio princesa de Girona Social, reflexiona sobre la "vulnerabilidad urbana" en un sistema —el español— "disfuncional".
27 marzo, 2024 02:13De la voluntad de "hacer cosas en la tierra" y provocar un cambio social. Eso es lo que movió al arquitecto Daniel Millor Vela (Alicante, 1990) a crear en 2017 el programa Asertos en "tándem" con la entidad francesa Quatorze, empresa en la que trabaja. Creó, explica el alicantino a ENCLAVE ODS, "una antena unipersonal" entre la asociación gala que promueve "arquitecturas sociales y solidarias para territorios ágiles y resilientes" y la oenegé española Arquitectura Sin Fronteras.
Así, este alicantino se propuso, como asegura, "cambiar el mundo queriendo". Y 7 años después parece, al menos, que está camino de conseguirlo: Asertos se ha alzado con el Premio Princesa de Girona Social, un galardón que señala con el dedo, sin ningún tipo de complejo, a aquellos que tejen redes para la transformación social. Algo que, sin duda, Millor hace desde su proyecto.
Y eso que llegó, como él mismo explica, a la arquitectura "un poco por casualidad". Este alicantino reconoce que siempre le gustaron el diseño y las humanidades, pero "lo de ser arquitecto no era una ilusión". Más bien, dice, fluyó. Y como una gota de agua, que sigue un camino desconocido pero que sabe que le llevará, tarde o temprano, al mar, él siguió su instinto.
En la Universidad de Alicante, como la propia facultad de Arquitectura hace, se "salió del tiesto", asegura. Y descubrió que la que luego sería su carrera no era lo que él pensaba: tenía mucho que decir del "ecosistema urbano o el paisaje transversal". Sin embargo, fue durante su Erasmus en Francia cuando encontró "un colectivo muy pequeñito que estaba hablando de participación". Descubrió así a Quatorze, la entidad que le impulsaría a revolucionar la arquitectura en su ciudad natal.
Fue en ese periodo en el que descubrió que existe un “espacio ciudadano” que, dice, es “informal”, “no atiende a criterios técnicos”, sino a “otros humanos” y “se mueve desde la confianza”. Y es en ese espacio, precisamente, explica, "en el que te tienes que mover para trabajar la construcción comunitaria". Porque, advierte, “el cambio social se mueve al ritmo de la confianza”.
Regeneración urbana
Con Asertos, Millor, Quatorze y Arquitectura Sin Fronteras buscan repensar cómo la sociedad moderna enfoca la arquitectura. Esto, dice su fundador, pasa por “la parte material”, la tangible. Esa que, dice Millor, tiene que ver con que “los materiales sean sostenibles y que todo sea mucho más accesible e inclusivo”.
Aunque, matiza, la clave está en que repensar “cómo hacemos una arquitectura y un urbanismo que esté al servicio de las comunidades”. Es decir, que las personas tengan el “poder” de definir las arquitecturas y los paisajes “desde sus usos y desde la vida más cotidiana”.
Al fin de cuentas, lo que busca con Asertos es desarrollar la máxima que anima a poner la vida en el centro de todo. Porque, insiste, “la arquitectura debería girar en torno a la vida y no que esta tenga que encajarse en urbanismos que están definidos por otros poderes, como pueden ser el económico”.
Para conseguirlo, en Asertos aplican metodologías de desarrollo comunitario basado en recursos locales. Así, explica Millor, se vincula a las comunidades. Su proyecto, por tanto, se basa “no mirar a las comunidades por sus déficits, por lo que les falta, sino por lo que ya tienen”.
Cada proyecto dentro de Asertos, ya sea de vivienda, un espacio común, o en la calle, comienza siempre “contando con los recursos que ya hay”. Porque, indica Millor, “el propio proyecto de arquitectura acaba tejiendo esos recursos y la gente que va involucrándose de manera muy natural para optimizar recursos económicos”.
Y pone un ejemplo, como dice, “muy tonto”: “Si tú tienes un grupo de gente que está superinvolucrada con un espacio, ya no tienes que coger a nadie de fuera y pagarle; tienes un recurso económico muy útil que es ese voluntariado”.
La implicación de las personas, dice, está en la misma base de lo que significa crear comunidad. Además, insiste, hay una cara B: “Esa gente que se implica hace piña a través del proceso de diseño, de construcción…”.
Esta idea, que en realidad no es novedosa y bebe de diferentes vertientes arquitectónicas, se plantea en el proyecto de Millor a largo plazo. La implicación, así, se mantiene en el tiempo, uniendo a la población y atrayendo a los grupos más vulnerables que, dice el arquitecto, “también tienen mucho que aportar”.
Millor resume la esencia de Asertos como "la tangibilidad que te da el proyecto de arquitectura". Porque, dice, "cuando acabas cada etapa del camino, hay un resultado físico que se ve, hay un antes y un después". Y eso, insiste, desde su programa lo ven como "una gran excusa para que la gente se junte y se sienta orgullosa de manera iterativa".
Reinventar el sistema
El desarrollo comunitario después de los, por ejemplo, cuatro meses de trabajo e implicación de un proyecto es “brutal”. Y a diferencia de lo que ocurre en otras disciplinas, además de esa parte abstracta que es sentirse parte de un todo, “tienes un huerto, un jardín o lo que sea”.
Esa, dice Millor, “es una gran oportunidad que se está desaprovechando”. Todo, insiste, por la lógica de cómo funcionan las ciudades, porque “muchas veces la arquitectura y el urbanismo vienen como apisonadoras y la comunidad se queda en shock".
Su proyecto consiste, por tanto, "en darle la vuelta" a esa visión tradicional del urbanismo, aunque, reconoce, es complicado. "Hay que reinventar los sistemas desde el contacto entre lo público, el tercer sector y el sector privado, con la comunidad en el centro", indica. Y desde Asertos trabajan a pequeña escala para demostrar que es posible.
Para Millor, además, lo esencial de su proyecto es "el vínculo con la academia, con la universidad", porque así pueden "implementar metodologías cualitativas que están basadas en evidencia, que es una herramienta ya validada". Y ahí, asegura, está el secreto de su éxito, que no es otro que "poner la vida y la comunidad del centro y que el tercer sector y la academia orquesten el cómo podemos funcionar de manera distinta desde lo público y lo privado".
Un reto mayúsculo
El cambio de paradigma necesario para que el urbanismo sea más humano es el mayor “reto social” al que se enfrenta Millor con Asertor. “Tenemos una sociedad capitalista consumista, con unos poderes públicos que están muy centrados en dar servicios sociales, pero también esta mentalidad del desarrollo comunitario basado en activos”, explica.
Y añade: “Pero además de lo que falta, de que la gente pueda consumir, acceder al mercado o consumir recursos sociales si lo necesita, la gente tiene mogollón de cosas que aportar”. Y la comunidad no está formada más que por personas, algunas de ellas en situación de vulnerabilidad, que también han de contar, según el arquitecto, en la regeneración urbana.
"Cambiar el mundo queriendo"
El título de este epígrafe refleja el espíritu de la asociación de este alicantino de 34 años. Y es la máxima que sigue Asertos, porque a través de la arquitectura y de un urbanismo más humano, quiere transformar el mundo. Porque, explica, "si tú te planteas que el mundo no es algo inmóvil en el que tú estás de forma estática, sino que nuestra realidad va fluyendo, con tu día a día cambias el mundo, lo creas".
De ahí que, para él, la clave de la transformación urbana esté en la "intencionalidad" y en la comunicación: "Nos tenemos que hablar, tenemos que preguntarnos los unos a los otros nuestra intencionalidad", aclara. Así "podemos llegar a una solución que es mucho mejor que la que tenemos a día de hoy".
Millor Vela recuerda que el sistema actual es "disfuncional", pero no señala con el dedo: "No es culpa de nadie; no es cuestión de decir que es culpa de los mercados, o de quién sea. Eso qué más da". Para este arquitecto alicantino lo que toca ahora es que cada cual se plantee cómo quiere cambiar el mundo a su propia escala.
La colaboración, en esto, es fundamental. Al final, admite, su enfoque es "el ecofeminista y de los cuidados", porque insiste en que no ha inventado nada, sino que intenta aplicar dinámicas ya asentadas en su propio campo. Aunque, matiza, "cada uno tiene que aplicarlo en el suyo propio".
También dice que es esencial pedir ayuda cuando uno no sabe "por dónde tirar". La arquitectura y el urbanismo beben, a fin de cuentas, también de otras disciplinas, "como todo". Por eso, indica, tal vez haya que "ser todos un poco vulnerables para que nadie sea vulnerado".
El futuro del urbanismo
Millor asegura que, tras recibir el Premio Princesa de Girona Social 2024, ve el camino hacia un futuro con ciudades más humanas "ya hecho". Eso sí, es muy consciente de que "no va a ser un camino de rosas y sobre todo que yo me voy a jubilar y me voy a morir y no será el final del camino". Porque esta (no tan) nueva forma de entender la arquitectura y el urbanismo continuará expandiéndose.
Este alicantino lo que sí tiene claro es que en cuestión de años se dará un cambio de paradigma sustancial en España: "Si queremos, en poco tiempo podemos tener en España un parque de vivienda social en alquiler, que es el reto, que falta que el 20% del parque de vivienda sea social y de alquiler y esto se puede conseguir". Además, asegura, se puede hacer de manera "superrápida". Es más, vaticina que en una década se podría conseguir, con voluntad.
Porque, recuerda, la "vulnerabilidad urbana" se ha puesto de manifiesto ya en nuestro país. "En España se ha visto la vivienda como un bien de mercado, y eso ha generado zonas superdevaluadas y especulación brutal", explica.
Y continúa: "Ahora, las entidades públicas ya están creando herramientas, como es el derecho de tanto y retracto, y desde el tercer sector, el de sin ánimo de lucro se puede inyectar en los barrios, en las comunidades todo lo que de normal se llevan los especuladores, o se puede eliminar y que la vivienda sea asequible para todo el mundo".
Ahí, sentencia, es donde nos vamos a mover en los próximos diez años, "viendo la vivienda como lo que es: un derecho básico".