Uno de los ejes sobre los que pivota el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC) es la ampliación de la soberanía energética, clave para que en el año 2030 la presencia de las renovables en el uso final de la energía sea al menos del 42% y la emisión de gases de efecto invernadero se reduzca en un 23% respecto a 1990. Para lograrlo, los ciudadanos tienen un papel protagónico, ya que el objetivo, al igual que lo tuvo en 2016 el 'paquete de invierno' de la Comisión Europea, es que sean actores activos de una transición global y justa hacia las energías renovables.
Unos meses antes del lanzamiento del plan del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco), en julio de 2020, una empresa tecnológica nació en Barcelona bajo la promesa de "empoderar" a los hogares para que decidan cuándo y cómo consumen. Su nombre, Bamboo Energy, ha conseguido colarse en las listas de las startups más innovadoras dentro del ecosistema de la economía sostenible.
"Nuestra plataforma emplea inteligencia artificial para regular cómo usamos electricidad; se conecta a los elementos de consumo y los gestiona, de forma que se facilita una mayor penetración de generación fotovoltaica o se modula el consumo según los precios que hay en ese momento en el mercado", explica Cristina Corchero, su directora de tecnología. Como resultado, añade, el consumidor "ahorra en costes a la vez que contribuye a la transición y reduce sus emisiones".
Su propuesta, cuenta a ENCLAVE ODS | EL ESPAÑOL, parte de tres objetivos: "el primero es que el consumidor —tanto vecinos como la propia actividad comercial— sea consciente de dónde sale la energía que consume, cuánto le está costando y qué va a hacer con ella". Se trata, según sus palabras, "de crear consumidores activos, porque hasta ahora hemos sido pasivos: llegamos, enchufamos y nos desentendemos. La idea no es que nos preocupemos, sino que nos ocupemos, porque esto nos toca el bolsillo", reivindica.
Los tres cerebros a los mandos de Bamboo Energy no son empresarios al uso, sino científicos. La empresa es una spin-off del Instituto de Investigación de Energía de Cataluña (IREC) incubada al calor de las ideas de su cofundadora, Manel Sanmartí —una suerte de gurú de la creación y gestión de empresas energéticas— y Mattia Barbero —creador, junto a Cristina, de los modelos y algoritmos dentro de su tesis doctoral—. "Antes de crearla, estuvimos casi una década investigando esta IA para gestionar la demanda energética; un día vimos la oportunidad de lanzar una empresa que comercializara la tecnología y así lo hicimos", recuerda.
Hoy, están en el radar de gigantes energéticos como Repsol, que, a través de su fundación, dio visibilidad al negocio barcelonés en su jornada Mujeres emprendedoras para la transición energética, celebrada el pasado 8 de mayo. Entre reconocidas CEO de la industria, Cristina Corchero sobresalía como la única Chier Technology Officer (CTO): en Bamboo Energy, ella es la máxima responsable del departamento técnico y tecnológico.
"Cuando montas una startup siendo investigador te cambia mucho la perspectiva", reflexiona. Pero es positivo: "Creas la empresa sobre una idea en la que ya has trabajado previamente, pero además lo haces sabiendo que esta lleva la innovación en su ADN".
Pregunta. ¿Desperdiciamos mucha energía en España?
Respuesta. Creo que empieza a haber un porcentaje preocupante de vertido, de toda esa generación, principalmente solar, que no utilizamos o no lo hacemos de forma adecuada. No estamos aún a unos niveles escandalosos, pero ya empieza a ser una realidad. Al final, el problema está en que si seguimos instalando la generación renovable, pero no hacemos un uso inteligente de ella, ese vertido va a seguir incrementando, y los recursos que hemos invertido en instalarlo van a perderse, y la energía se va a desperdiciar.
Eso, por un lado, pero, por otro, diría que en los últimos años también hemos hecho grandes avances en eficiencia energética, sobre todo en la industria y el comercio —en lo relativo a las mejoras en los sistemas de calefacción, procesos, etc.—.
Corchero explica cómo Bamboo Energy puede estar presente en el día a día de los lectores. Se sirve como ejemplo del centro comercial al que acudimos un fin de semana cualquiera: "Puede ser que a primera hora de la mañana haya generado la fotovoltaica que tiene en el tejado y se haya aclimatado; cuando el edificio abra, [con el software] podrá regular su consumo para que este sea más bajo".
También, añade, puede ocurrir que en el mercado de abastos al que vamos habitualmente el dueño "module la temperatura a la que están las cámaras para que a la vez que se mantienen los alimentos consiga un ahorro en su factura".
Por el momento, operan en España, Portugal, Francia y Bélgica, aunque también pretenden dar el salto a Suecia próximamente. Siempre según sus palabras, "el problema que hay en nuestro país es que ha abierto el mercado mucho más tarde por un freno regulatorio; podríamos avanzar más si la regulación acelerase. El resto de países, a excepción de Portugal, que en tema legislativo es más cercano a nosotros, y en particular en algunos como Reino Unido, donde no operamos, tienen mercados que llevan funcionando unos cuatro o cinco años y generan beneficios para el consumidor energético muy relevantes".
"Las empresas que gestionan esta flexibilidad tienen un modelo de negocio claro, pero ya no existe un componente innovador al nivel que tenemos en España, donde hay un mercado aún emergente que acaba de nacer y que está creciendo, pero de una forma bastante progresiva", dice. Por eso, "es bueno crear oportunidades de red", soslaya, refiriéndose al coloquio para el que han colaborado con la Fundación Repsol. "Las startups no podemos hacerlo solas, necesitamos que las grandes corporaciones, que son las que cuentan con recursos, apoyen estos nuevos modelos de negocio".
Pregunta. ¿Puede contribuir este proyecto a romper con la brecha energética? El Informe de Indicadores de Pobreza Energética en España para 2022 revela que 4,3 millones de personas no pagaron facturas energéticas en fecha y casi ocho millones no pudieron mantener una temperatura adecuada en sus hogares.
Respuesta. El mercado español aún es un poco inmaduro, por lo que la operación se enfrenta con consumidores más grandes. Sin embargo, sí que estamos trabajando ya en las comunidades energéticas locales, donde hay normalmente autoconsumo compartido, que muchas veces está vinculado también a la administración pública. En muchos casos, con el ciudadano que forme parte de esa comunidad lograremos el objetivo de disminuir la pobreza energética, que también es una realidad en nuestro país.
También estamos trabajando con entornos rurales, porque es crucial llevar toda esta parte de la transición hasta ellos. Aquí nuestro software lo que hace precisamente es gestionar ese autoconsumo compartido y cómo los ciudadanos se pueden beneficiar de él.
Teniendo en cuenta que los beneficiados por el software son, principalmente, clientes de industrias —como agroalimentaria— que necesitan seguir con normalidad unas operaciones rutinarias determinadas —en este caso, dirigidas a garantizar el cuidado y la conservación de los alimentos—, el gran reto tecnológico de Bamboo Energy es asegurar que "la provisión de flexibilidad nunca va a interrumpir sus procesos operativos; va a permitir jugar con el consumo eléctrico de manera que no se altere el confort del usuario. O, si se hace, que siempre sea de una forma muy controlada y consentida por todas las partes", zanja su cofundadora.