La gestión de residuos es ya parte del día a día de cualquier ciudadano o empresa en nuestro país. En el Día Mundial del Reciclaje, es importante dar valor a las iniciativas que quieren reducir el uso –y la producción– del plástico.
A pesar de que las restricciones impuestas en todo el mundo por la covid-19 redujese, según Statista, la producción de plástico temporalmente en un 0,3%, la vuelta a la normalidad ha conllevado un repunte del consumo de este material.
Y, según la asociación Plastics Europe, sólo en 2019 se produjeron 368 millones de toneladas de plástico, que se sumaron a los millones de toneladas que ya estaban en circulación. El reciclaje y reutilización de estos residuos son, sin duda, el reto del presente y del futuro.
Por eso, desde los sectores de la alimentación, la belleza y la banca nacen todos los años nuevas propuestas para reducir el consumo y dar una segunda vida a ese plástico que ya existe.
Pero, como con otras muchas cuestiones, con el reciclaje también hay controversia:¿compensa reciclar con la huella de CO₂ que supone todo ese proceso? La respuesta es un sí rotundo. El mero hecho de que reciclar evita extraer nuevos recursos del planeta ya compensa.
Además, también compensa porque visibiliza el problema y hace pensar en nuevas soluciones. Y también porque el plástico en sí mismo no es el problema, sino su mala utilización y esa obsesión con el "un sólo uso".
De problema a solución
Cultivando Talentos, el programa de innovación sostenible de granini, celebró este año su segunda edición, en colaboración con el Instituto Europeo de Diseño de Barcelona, retando a 11 estudiantes de Product Design a darle "una vuelta de tuerca a la botella".
La idea detrás de esta iniciativa es buscar alternativas a los residuos plásticos ya existentes y que tardaran más de 100 años en desaparecer. El resultado fueron tres proyectos colaborativos que funcionan como uno solo.
El primero es Crushini, una serie de juegos infantiles que, a través de su movimiento y la energía motriz, cuando están en uso, trituran plástico y lo convierten en material útil para fabricar nuevos objetos.
El segundo es granini lab, un espacio-taller en el que se transforma el plástico triturado en un nuevo material que se puede usar en fabricación digital, ya sea para generar elementos que ayudan a reparar mobiliario de la comunidad o dar vida a nuevos productos.
Por último, está Dome, un espacio plurifuncional creado con un sistema de ensamblaje de botellas granini y un suelo-mosaico de tapones de las botellas que se convierte en una superficie cultivable.
Con Cultivando Talentos, se pretende abrir un espacio de reflexión con las nuevas generaciones que están implicadas en el mundo del diseño de packaging para trabajar en ideas que dan respuesta a qué hacer con todo el plástico generado mientras se buscan otras vías de transición a largo plazo.
De envases a mobiliario
TerraCycle® by L’OCCITANE es el nombre de las nuevas papeleras que se encuentran en las tiendas de L’OCCITANE. Su función exclusiva es recuperar envases cosméticos de cualquier marca para lograr lo que los servicios públicos no consiguen: reciclar el 100% de los envases cosméticos que se tiran.
Con esta iniciativa se le da un nuevo uso al plástico, que se reconvierte en materia prima para crear muebles de exterior, mesas de pícnic o jardineras.
Con Recycle & BE Rewared, la empresa de cosméticos Kiehl's anima a sus clientes –no a los de la competencia– a que dejen sus envases de plástico en la tienda para obtener a cambio descuentos como recompensa por el trabajo bien hecho.
Algo parecido hace Reuse & Recycle. Con esta iniciativa, Mi Rebotica anima a los consumidores a devolver los envases de su marca a cambio de descuentos en su próxima compra.
Todos los envases que recibe la firma española se trasladan a sus instalaciones en Talavera de la Reina (Toledo), donde son inspeccionados y separados en dos grupos. Aquellos que se encuentran en condiciones para ser reusados, se limpian, esterilizan y secan para volver a llenarse. Los dañados se envían a una plataforma de reciclaje externa para su gestión.
Del mediterráneo a las calles
Banca March y Reforest Project han puesto en marcha un proyecto para dar una segunda vida a los plásticos en flotación extraídos de las limpiezas de la Expedición Salva Mares, en el Mediterráneo.
En este caso, el reciclaje es un upcycling que transforma estos desechos en un fin solidario. Las botellas se convierten en tela de poliéster con la que fabricar mantas para personas sin hogar.
La Banca March lleva ya tiempo comprometida con los océanos y a través de su fondo Mediterranean Fund, dedicado a la preservación del Mediterráneo, invierte en la economía de los océanos y en el agua. Porque, como explica el gestor de este fondo, Íñigo Colomo, "proyectos como Salva Mares se alinean perfectamente con nuestra filosofía".