Al igual que en la vibrante paleta de colores que Reinaldo Arenas plasmó en su obra El color del verano, la noticia de la segunda declaración de emergencia por viruela del mono ha irrumpido en nuestro panorama científico estival, destacándose como uno de los eventos científicos más significativos de la temporada.
Todo se disparó en agosto: el 13 del mes pasado, los Centros Africanos para el Control y la Prevención de Enfermedades declararon que el brote actual de viruela del mono, también conocida como Mpox —del inglés monkey pox—, es una emergencia de salud pública de seguridad continental. Tan solo 24 horas después, un grupo de expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) encontró abundantes pruebas para declarar la emergencia mundial.
¿De nuevo?
Sí, la OMS la define tal cual. Esta decisión —ya tomada en 2022— resalta la gravedad y persistencia del brote actual que se ha extendido rápidamente por África y ha alcanzado otros continentes. Pero, ¿por qué esta enfermedad ha vuelto a ser una amenaza global? ¿Qué implica esta nueva declaración de emergencia? Y lo más importante, ¿qué podemos hacer para detener su propagación?
Como si de una película de ciencia ficción se tratara, la amenaza regresa y no deberíamos tomárnoslo a la ligera.
Cuando la humanidad creía haber erradicado por completo la viruela —el último caso de viruela humana reportado fue en 1977—, un antiguo pariente viral, el Mpox, resurgió de las sombras. Este patógeno, inicialmente asociado a primates no humanos, ha revelado una sorprendente capacidad de adaptación, causando estragos en poblaciones humanas. A pesar de que en 2022 parecía que habíamos contenido su avance, una nueva variante ha desencadenado otra crisis, afectando de manera particular a la población infantil.
Si nos ceñimos a los números: solo este año se han producido en toda África más de 15.600 casos y cerca de 600 muertes por Mpox, incluidas las de niños pequeños y personas cuyo sistema inmunitario estaba debilitado por ser portadores del VIH. También se han reportado casos en países como Burundi, Kenia, Ruanda y Uganda en los que nunca antes se había registrado la enfermedad.
Todo parece indicar que la variante actual genera casos más graves y se transmite con mayor facilidad que la anterior. Es importante recordar que el brote de 2022 afectó sobre todo a hombres que mantenían relaciones sexuales con hombres; sin embargo, la variante que nos ocupa se está propagando entre adultos a través de relaciones, fundamentalmente, heterosexuales. Esto se puede convertir en un problema especialmente para las mujeres embarazadas; una infección podría ponerlas en peligro a ellas y a sus bebés.
¿Qué implica que la OMS haya declarado la emergencia internacional?
En primer lugar, los países deben intensificar sus esfuerzos para contener el brote, lo que incluye: mejorar la vigilancia, fortalecer los sistemas de salud y garantizar el acceso a vacunas y tratamientos.
Además, esta declaración activa mecanismos de financiación internacional, lo que permitirá destinar más recursos a la investigación, el desarrollo de nuevas herramientas de diagnóstico y el control de la enfermedad.
De hecho, se han solicitado 15 millones de dólares del fondo de emergencia para pagar el aumento de la vigilancia y las contramedidas. La OMS también ha pedido a varios países que donen vacunas de sus reservas nacionales. En el caso de Japón, las autoridades sanitarias han ofrecido su propia versión de la vacuna contra el Mpox.
Aunque siempre una emergencia es un desafío y motivo de preocupación, la experiencia adquirida durante el brote de 2022 ha proporcionado valiosas lecciones. Sabemos que la detección temprana, el aislamiento de los casos y la vacunación son fundamentales para controlar la enfermedad. Además, la colaboración internacional es clave para encontrar soluciones a largo plazo.
De cualquier manera, una cosa está clara: el mundo no puede permitirse seguir ignorando la propagación del virus en África. El Mpox se descuidó allí, y más tarde causó un brote mundial en 2022. Dos años después volvemos a la misma historia. Quizá sea la hora de actuar con decisión para prevenirlo.
Personalmente, ¿qué podemos hacer?
Para evitar que otro verano se nos tiña de un color no deseado, cada uno de nosotros podemos contribuir a detener la propagación del Mpox.
Las medidas a seguir son simples: lavarse las manos con frecuencia, evitar el contacto cercano con personas enfermas y mantener una buena higiene. Aunque, la diferencia se marca con la vacunación. Mas, ya sabemos que esto último depende de muchos factores: disponibilidad, divulgación, concienciación y un etcétera a veces más político-social que científico-sanitario.