En 2024, la comunidad científica ha celebrado un avance que podría cambiar el curso de la lucha contra el VIH: el desarrollo de un tratamiento profiláctico basado en lenacapavir, un fármaco que promete revolucionar la prevención del virus con tan solo dos inyecciones anuales.

Este logro, reconocido por la prestigiosa revista Science como el mayor avance científico del año destaca por su innovación tecnológica y su potencial impacto en una de las epidemias más persistentes de nuestro tiempo.

Desde su identificación en 1981, el VIH ha causado más de 40 millones de muertes y afecta actualmente a unos 39 millones de personas en el mundo. A pesar de los avances en el tratamiento con antirretrovirales (ARV) que han transformado el VIH en una enfermedad crónica manejable, el virus sigue siendo un problema global. Cada año se registran aproximadamente 1,3 millones de nuevas infecciones, según datos de ONUSIDA. Estas cifras indican la necesidad de estrategias más eficaces, especialmente en la prevención, para frenar el avance del virus.

Es cierto que los métodos preventivos, como la profilaxis preexposición (PrEP) basada en comprimidos diarios o el simple uso de condones durante las relaciones sexuales, han mostrado una eficacia significativa.

Sin embargo, no nos engañemos, tanto la PrEP como el condón adolecen de una baja adherencia. Por una parte, el estigma asociado al uso diario y la desigualdad en el acceso es un problema; mientras que, por otra, la popularidad del condón ha caído en picada. Aquí es donde lenacapavir entra en escena, ofreciendo una solución innovadora.

Lenacapavir es un inhibidor de la cápside del VIH, un mecanismo completamente novedoso en la terapia contra el virus. La cápside, una estructura proteica que envuelve el material genético del VIH, es esencial para la replicación del virus dentro de las células huésped. Al interferir en este proceso, lenacapavir impide que el VIH infecte nuevas células y se multiplique.

Lo que hace a este fármaco particularmente destacable no es sólo su mecanismo de acción, sino su administración semestral. En lugar de requerir una dosis diaria, como ocurre con los tratamientos actuales, dos inyecciones anuales de lenacapavir son suficientes para proporcionar una protección completa frente al VIH.

Esta característica supone una mejora sustancial en términos de adherencia al tratamiento, especialmente en poblaciones vulnerables donde las barreras logísticas y sociales dificultan el uso diario de medicamentos.

Los ensayos clínicos en África, una región donde el VIH sigue siendo una de las principales causas de mortalidad, han demostrado la eficacia y seguridad de lenacapavir. En un estudio realizado con mujeres en alto riesgo de infección, el fármaco mostró una eficacia del 100% en la prevención de nuevos contagios. Estos resultados son particularmente significativos, dado que las mujeres jóvenes en África subsahariana representan el 63% de las nuevas infecciones por VIH en la región.

Además, lenacapavir ha mostrado eficacia en el tratamiento de pacientes con infecciones avanzadas y multirresistentes. En ensayos con personas con VIH que ya no respondían a los regímenes estándar de ARV, el fármaco logró una reducción significativa de la carga viral, reforzando su potencial como herramienta terapéutica.

He de decirte que el potencial de lenacapavir para transformar la prevención del VIH es inmenso. Al reducir la frecuencia de las dosis, el tratamiento mejora la adherencia y disminuye el estigma asociado al uso diario de medicamentos. Esto podría facilitar su aceptación en comunidades donde las normas sociales dificultan la implementación de estrategias preventivas. Además, su eficacia y facilidad de administración lo convierten en una opción viable para programas de salud pública a gran escala.

Sin embargo, para que este avance alcance su máximo impacto, es crucial garantizar su accesibilidad y asequibilidad. Históricamente, los tratamientos innovadores en enfermedades globales han enfrentado desafíos de distribución, especialmente en países de ingresos bajos y medianos. En el caso del VIH, donde las desigualdades en el acceso a los tratamientos son evidentes, es fundamental que lenacapavir no se convierta en un privilegio reservado a las naciones más ricas.

El costo del fármaco, la infraestructura necesaria para su administración y la capacitación del personal sanitario son factores que deberán ser abordados para garantizar que este avance beneficie a las poblaciones más afectadas por el VIH. Es esencial seguir investigando su eficacia en contextos reales y en poblaciones diversas, incluyendo hombres que tienen sexo con hombres, personas transgénero y usuarios de drogas inyectables.

¿Un paso hacia el fin de la epidemia?

Lenacapavir llega en un momento crucial en la lucha contra el VIH. En los últimos años, iniciativas globales como el objetivo 95-95-95 de ONUSIDA han buscado que el 95% de las personas con VIH conozcan su estado, el 95% de ellas reciban tratamiento y el 95% de quienes están en tratamiento alcancen la supresión viral. Aunque se han logrado avances significativos, todavía queda un largo camino por recorrer.

La introducción de lenacapavir podría acelerar el cumplimiento de estos objetivos, al ofrecer una herramienta preventiva y terapéutica más eficaz y accesible. En un mundo donde el VIH sigue cobrando vidas, lenacapavir representa una esperanza tangible de un futuro donde el virus sea finalmente controlado.

Como siempre he dicho: la historia de la lucha contra el VIH nos enseña que cada avance, por pequeño que parezca, es un paso hacia un mundo más saludable y equitativo.

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